Por primera vez iba a ver a lo que el azambar le hacía a una mujer, las iba a ver con mis propios ojos.

Todo estaba saliendo demasiado bien, era de madrugada y nos adentraron en el edificio por una puerta lateral de carga y descarga, estaba completamente iluminado, pero no había nadie por los pasillos, como si todo estuviera absolutamente desierto y alguien nos hubiese despejado el camino.

—¿Estás lista? —me preguntó Java justo antes de pasar la puerta.

—Si —contesté lo más segura de mi misma que me fue posible porque realmente estaba temblando por dentro.

—¿Qué harás si ves a una enfermera? —preguntó precavida.

—Nada —contesté según lo que me habían repetido tantas veces.

—¿Y si va acompañada? —insistió.

—Nos esconderemos y esperaremos a que se vayan —afirmé decidida.

—¿Y si nos descubre un hombre? —Java parecía querer asegurarse de que tenía bien asimilado lo que debía hacer.

—Le matamos —aseguré con firmeza.

—Está bien, si tenemos suerte solo nos tropezaremos con alguna enfermera que habrán dejado para satisfacer las necesidades de los pacientes y los guardias.

Sabía exactamente a que se refería con "satisfacer las necesidades" aunque la idea de por sí ya era completamente repugnante, poder verlo con mis propios ojos sería aún peor. No me imaginaba como sería ver a una de las nuestras sin un atisbo de voluntad propia y siendo un simple juguete en manos ajenas. Conforme avanzábamos sentía mi cuerpo cada vez mas tenso, tal vez ese sentimiento de congoja por ser descubiertas era normal, pero tenía la sensación de que algo malo iba a suceder. Probablemente aquel sentimiento no se iría hasta que estuviera de vuelta en el refugio y pudiera abrazar de nuevo a Amara, era la primera vez que me alejaba de ella y después de dos días la echaba demasiado en falta.

Me centré en ella, en mi hermana pequeña que después de todo era la razón de que estuviera allí haciendo aquello y por quien debía volver para cumplir mi promesa. En ese instante vi como una mujer salía de una puerta del pasillo, su mirada parecía estar perdida y se giró en nuestra dirección, nos vio sin ninguna duda, pero no hizo ningún movimiento extraño, sino que le pareció absolutamente normal que estuviéramos allí medio agachadas e incluso avanzó más rápido que nosotras por nuestro lado sin decir absolutamente nada. Cuando la perdí de vista respiré algo más tranquila hasta que Java se detuvo y como mi espalda chocaba con la suya yo también lo hice por inercia.

—Hay un guardia a pocos metros, hacia donde se dirige la enfermera —susurró mientras yo asentía.

—¡Porqué has tardado tanto en llegar! —escuché perfectamente aquella voz grave haciendo que todo mi cuerpo se tensara.

Era la primera vez que escuchaba una voz tan potente y resultaba demasiado difícil no conseguir que el miedo me paralizara.

—He venido en cuanto he sido informada. —La voz de aquella mujer carecía de emoción alguna, casi no parecía humana.

—Es perder el tiempo tratar de hablar con alguna de vosotras, al menos servís para algo. ¡Venga, entra! —gritó y poco después se escuchó el sonido de una puerta.

El camino hacia la sala de almacén donde guardaban los medicamentos estuvo vacío, era extraño teniendo en cuenta que Java siempre había dicho que había mucha más vigilancia en los hospitales. Quizá demasiado, pero Java no hizo ningún comentario y yo era nueva en aquello por lo que me limité a cumplir órdenes y seguir junto a ella.

C O H I B I D AWhere stories live. Discover now