Capítulo 44.

743K 40.7K 7.5K
  • Dedicado a Todos mis lectores
                                    

Durante los próximos días, estuve aferrándome al incomparable momento en que desperté después de haberme entregado a Max. Sus piernas estaban enredadas en las mías y sus brazos me encarcelaban mientras mi rostro estaba escondido en su pecho. Me sentía extraña. Pero podría decir que se trataba de una sensación que me hacía sentir llena y especial. Disfruté viendo su rostro esa mañana. Se veía tan pacífico y relajado. Hice a un lado los mechones oscuros que caían en su frente y cuando miré sus labios entreabiertos, no pude evitar sonrojarme. Aquellos labios habían recorrido cada parte de mi cuerpo con ternura y pasión. De hecho aún podía escuchar sus susurros en mi oído y sus caricias plasmadas en mis poros.

Recuerdo su respuesta cuando le pregunté cómo había amanecido.

—Perfectamente... cómodo —había dicho con voz adormilada y áspera.

Mi corazón se había agitado al escucharlo. Pero ahora, volviendo a la realidad, me sudaban las manos. Intenté tranquilizarme, pero por más que expulsaba el aire de los pulmones, no lo conseguía.

Estaba esperando frente a la puerta de RedHouse. Sentía el estómago revuelto pero me esforcé en permanecer concentrada en lo que habíamos planeado. Finalmente había encontrado mis habilidades especiales. Había prácticado duramente en ellos para poner manifestarlos el día de hoy.

Lander había sugerido que mi actitud fuera lo más convincente posible para que todo funcionara. Ellos, junto con otros Hechiceros, harían su aparición al instante en que yo tuviera la poción que revertiría el hechizo en mis manos. De cualquier manera, Max, con su habilidad de presentir el peligro, sabría el momento exacto para entrar al lugar.

No podía negarlo, una gran parte de mí, estaba con los nervios de punta. Me sentiría sumamente culpable si todo saldría mal, aunque ya me sentía un poco de esa manera. Estaba arriesgando demasiado mi seguridad, pero también la de Max, Jordan, Lander y Ariadne.

Max aún estaba inconforme por dejarme ir. Su último beso había tan consumidor que pensé que iba a perder la conciencia. Le aseguré que no había tiempo para la cobardía. Tenía que tomar la oportunidad de solucionar el problema y afrontarlo inteligentemente.

Miré de reojo la cámara de seguridad y mantuve mi expresión neutra, escondiendo cualquier signo de debilidad. Al cabo de unos segundos, la enorme puerta se abrió. Me encontré con la mirada victoriosa de Mark y pasé saliva.

Llevaba una camisa de un color dorado opaco y pantalones oscuros. Había tantas cosas en él que me recordaban a Max, pero solamente podía conformarme con su parecido. Sus actitudes eran totalmente opuestas.

—Pensé que habías olvidado mi propuesta —miró por encima de mi hombro, como si estuviera preparándose en ver a alguien para enfrentarlo. Pero eso no pasaría aún. Sabía que Max estaba vigilándome y podía asegurar que estaba controlándose para no venir a mi lado.

Para no levantar sospechas, decidí quedarme en silencio. No iba a mostrarme contenta por haber aceptado su oferta.

Suspiró y abrió más la puerta, invitándome a pasar. Rehusándome a mirar hacia atrás, entré. Me estremecía al recordar los días que estuve aquí. Miré a un costado, el pasillo que llevaba a la caverna parecía eterno. Aparté la vista y me volví hacia a Mark, quien estaba mirándome con detenimiento.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? Me parece extraño que después de casi un mes, te hayas decidido en venir —se cruzó de brazos con cierto aire de amargura.

Respiré hondo y levanté la barbilla. Cuando hablé, pensé que tartamudearía, pero yo misma me sorprendí cuando noté la firmeza en mi voz:

—Me di cuenta que no pertenezco a ellos —dije, refiriéndome a los Hechiceros—. Sus tontas habilidades no se comparan con los de los purasangres.

Atracción Mortal ✅ [ Disponible en físico ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora