Piers se dirigió hacia la estufa para revisar los guisantes que estaba preparando desde temprana hora de la mañana. Le hubiese gustado contratar a una agencia de banquetes para doce personas, así evitará estar atareado con los diferentes pendientes que tenía a fin de recibir a los invitados, pero por el bajo presupuesto manejado optó por encargarse de la cocina.

Por otro lado, Chris se dedicó a la limpieza del apartamento cuidando de no dejar rastro de basura en el azulejo ni el olor de ropa sucia que estaba en la habitación de lavado. En los últimos días su hogar se había convertido en una pocilga por la falta de tiempo ambos desempeñan un empleo que robaba parte de su vida, pero era un mal necesario para sobrevivir económicamente y satisfacer sus necesidades.

—¿Jill confirmó su asistencia? —preguntó Piers, desde la cocina.

Jill Valentine se había convertido en su mejor amiga desde que ingresó a la BSAA mostrando una buena actitud hacia él y brindando consejos para acercarse sentimentalmente a su actual esposo, jamás pensó que una mujer lo ayudaría a conseguir pareja sabiendo que existiría una posibilidad de discusión por un hombre e interés fuerte.

Normalmente las mujeres que lo ayudaban a acercarse a otro hombre terminaban apuñalandolo por la espalda por los celos y envidia sentida por el fuerte ligue que demostraba el joven cuando entablaba una conversación con cualquier persona y siendo un caso especial al tratarse de una persona de su mismo sexo.

Por un momento, tuvo esos pensamientos deprimentes creyendo que la señorita Valentine terminaría arrancado esa esperanza de salir con un hombre bisexual al demostrar un gusto por ambos géneros, pero no fue así. Jill puso su granito de arena para hacer dicha unión entre dos personas que se amaban.

—Sí, cariño —respondió Chris, mientras dejaba el trapeador cercas de la ventana para su secado—. Está mañana hable con ella por mensaje y al parecer traerá un invitado.

A Piers no le sorprendió la noticia del invitado sorpresa porque había escuchado por parte de su amiga que se reencontró con un viejo amigo del pasado que fue un gran apoyo en los sucesos de Raccoon City.

—Vale, por fortuna preparé demasiado pollo al limón estilo oriental —dijo Piers nerviosamente.

Chris se acercó a su esposo para darle un abrazo de apoyo. En cada celebración que asistían o organizaban Piers solía ponerse nervioso por miedo a ser criticado por los soldados que no aceptaban su relación afirmando que iban en contra de la religión.

—Piers, hemos hablado sobre la aceptación. Nosotros no perjudicamos a nadie con nuestra decisión tomado en el juzgado, lo importante es la felicidad que sentimos por lo que, somos —dijo Chris

Es lamentable en pleno siglo XXI la continuación de una discriminación hacia las personas que muestran tener una preferencia distinta a las aprobadas de la sociedad por miedo a lo desconocido y su falta de adaptabilidad a los cambios necesarios.

—Pero... mi papá no aceptó esta nueva forma de amar —dijo Piers, entre sollozos.

Por milésima vez Piers acabó fragmentándose internamente abriendo viejas heridas que habían sanado con el apoyo de un teraupeuta, quien se había convertido en su guía para brindarle una estabilidad emocional y alejando los pensamientos oscuros que aparecen en su cabeza cuando se deprimía.

Redfield conocía la manera de animar a su esposo cuando enfrenta un episodio de crisis por todo el maltrato que recibió durante una etapa de su vida al ser despreciado y rechazado por los soldados que formaban parte de su escuadrón.

—No debes llorar porque eres un guerrero que ha salido victorioso en todas las batallas que has participado —dijo Chris

Trato de animar a Piers evitando que sollozara por situaciones que han quedó en el olvido y formaban parte de su pasado, sin embargo, es difícil olvidar las heridas que han ido marcando su corazón por los vendajes que perdían su capacidad de sanar de curación.

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