Capítulo I

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Entre las paredes de un palacio los días pueden pasar muy lentamente. Una vida totalmente aburrida y sin gracia. Estoy segura de que muchos la envidiarían, en un final, ser una princesa se supone que sea una bendición (Aunque para mí no lo es)

El castillo es inmenso y hermoso, pero después de haber vivido diecisiete años entre estas paredes, se vuelve abrumador y tedioso. Se preguntarán por qué simplemente no salgo de aquí y paseo por los alrededores o tal vez viajo hacia algún otro reino para conocer nuevos lugares, pues es simple: las princesas y la reina no pueden salir fuera de los límites del palacio. Así que mi esplendorosa vida se limita a estar entre los muros de este castillo.

Tengo dos hermanas mayores, a ellas sí les parece divertido el hecho de vivir encerradas; solo se concentran en estar bellas para encontrar un buen marido. Odio ese hecho totalmente, todos los hombres que he conocido hasta ahora son unas bestias salvajes que solo piensan en mujeres y guerras. Es tan incómodo moverse entre alguno de ellos, a veces siento que me desvisten con la mirada y es la sensación más horrible que he experimentado. Mi madre siempre dice que así son todos y que debo acostumbrarme, aunque dudo que algún día lo haga. No soporto saber que para ellos solo somos simples objetos de poder a través de los cuales obtienen un alto rango y una buena posición en el reino. Además de que solo estamos para darles hijos como si fuésemos animales, y no es que esté en contra, es solo que aspiro a algo más.

Para matar mi aburrimiento me gusta pasarme los días en la biblioteca del palacio, leyendo libros de todo tipo. Hace unos meses encontré unos sobre medicinas, hierbas curativas, formas de tratar heridas y enfermedades; desde entonces he estado muy interesada en ello y me he leído casi todos los libros de medicina que he podido encontrar...

... ... ... ... ... ...

Había escuchado hacía algunas semanas atrás que estábamos a punto de entrar en una guerra muy sangrienta. Una semana después lo confirmé cuando nos dieron las noticias a todas las princesas y a la reina. Se trataba del tan temido reino de Ahrimán, que hasta ahora tenía la fama de haber conquistado a todos los reinos que había atacado, y nosotros éramos su siguiente objetivo. Perder no era una opción, si ellos ganaban la guerra seríamos asesinados por sus sanguinarios soldados. No tengo que mencionar lo aterrada que estuve desde que me dieron esa noticia, y yo no era la única, todos en el palacio estaban igual.

Ese día parecía uno normal, pero al caer la noche, mientras estaba en mi habitación, pude escuchar los gritos seguidos de las campanadas que significaban que habíamos sido derrotados. Cerré mi puerta con todo lo que pude, incluso intenté mover mi cama para ponerla en frente, aunque fue en vano, pesaba demasiado para moverla.

Miré desesperada por la ventana como si algo pudiera cambiar y decirme que aquello no estaba pasando, lastimosamente, vi como abrían a golpes el portón del palacio y entraban un montón de soldados encabezados por un hombre sobre un caballo. Sentí como mi piel se erizaba al ver su tan oscura apariencia, su cabello negro y piel tan pálida; para mí era el mismo rostro de la muerte, por lo que su llegada significaba, y al parecer la muerte se dio cuenta de mi presencia. No sé cómo, pero sentí que pudo verme aunque estábamos a muchos metros de distancia.

Cerré las ventanas de un tirón y me agaché cerrando mis ojos mientras rezaba para que no me encontraran. Era en vano y lo sabía, poco después se oyeron los gritos y a los guardias defendiendo el palacio. El sonido de las espadas chocando era agobiante, de la muerte recorriendo cada pasillo, estando cada vez más cerca de encontrarme.

Por un momento breve en que hubo silencio abrí mis ojos, pero inmediatamente los cerré al oír los golpes que daban en mi puerta; confirmando lo que ya suponía. La golpeaban una y otra vez, sabía que en cualquier momento cedería y no tardó mucho en ser así. La tiraron abajo y entraron unos cinco soldados, dos vinieron hasta mí y agarrándome por los brazos, me lanzaron al centro de ellos. Caí de rodillas apoyada en mis manos, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos inevitablemente mientras rezaba a quien sea que me estuviese escuchando, para que estos hombres no me violaran y luego me mataran.

Dark AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora