A smile for every memory

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En la ciudad fantasma ya se podía oír la alegre barahúnda de todos los habitantes, quienes corrían de un lado a otro preparando lo necesario para la gran fiesta que se llevaría a cabo esa noche.

Las puertas de la gran ciudad habían sido decoradas por guirnaldas entretejidas con flores rojas y blancas, al parecer las fantasmas femeninas que se encargaron de esta labor se habían esforzado mucho para que ambas flores se enredasen entre sí, simulando una intimidad muy elegante.

Todos los negocios y pequeñas casas habían sido decorados con cintas carmesíes y las calles habían sido limpiadas a fondo, ni un gramo de suciedad se podría encontrar por los alrededores, incluso las comidas usuales que eran preparados en los negocios habían sido reemplazadas, dejando que el olor de diferentes manjares se filtrara hasta los confines de la ciudad.

En la mansión paraíso, Xie Lian se encontraba guiando a los sirvientes de Hua Cheng, y ayudando a cargar una que otra cosa pesada para acabar con mayor rapidez las pocas labores que hacían falta, asegurándose por si mismo que todo estuviera en perfecto estado antes de la caída de la noche.

- Daozhang Xie, ¿esto dónde debería ponerse? - Murmuró una de las sirvientas fantasmas, levantando con cuidado un jarrón de aspecto muy delicado.

El dios lo pensó un poco y observó con cuidado la habitación, posicionando su índice bajo su mentón en una pose de concentración. Al final, se decidió por una pequeña mesa vacía en una de las esquinas.

- Colócalo por ahí, aunque... hum. - No terminó de dar la orden, por lo que la fantasma femenina no se atrevió a moverse. Notó que Xie Lian todavía parecía pensar en sus opciones, observando fijamente el jarrón que reposaba entre sus manos, el simple accionar la puso nerviosa.

Después de un rato, la chica sonrió un tanto incómoda. - ¿Daozhang Xie no está satisfecho? Esta humilde puede conseguirle uno mejor... -

Las palabras no habían salido de la boca de la sirvienta cuando Xie Lian le había obsequiado una sonrisa tranquilizadora. Con amabilidad quitó el florero de las manos ajenas y lo sostuvo con demasiada suavidad entre las propias.

- Sólo pensé que se veía muy sencillo después de todo. - caminó hasta la pequeña mesa y colocó el jarrón. - Si se mira solamente así es bastante lamentable, ¿no lo cree?

La sirvienta, quién no sabía mucho respecto a la decoración de interiores, se sintió un tanto perdida, así que decidió asentir a las palabras de Xie Lian y observar el recipiente con curiosidad.

- ¿Puedo molestar a la señorita pidiéndole buscar unas cuantas flores? Ya sabes, rojas y blancas.

- ¡Esta humilde las conseguirá ahora mismo! - Sonriendo alegremente hacia Xie Lian, se encaminó en busca de las flores pedidas.

Después de verla partir, Xie Lian suspiró y dejó el jarrón en su sitio, mientras seguía revisando su lista de pendientes, llena de cosas que en su mayoría ya habían sido hechas. Hua Cheng no tardaría en llegar y lo único que hacía falta era que el banquete estuviera completamente preparado.

Xie Lian originalmente había decidido hacerse cargo de la comida que sería servida, pero ni bien había puesto un pie en la cocina, fue interceptado por los cocineros fantasmas. Al parecer ya habían anticipado su colaboración y lo habían desviado hacia el salón principal.
No tenía ninguna objeción con aquello, estaba encantando de poder dirigir los demás preparativos, pero también quería ayudar con los postres...

Las comisuras de sus labios se elevaron ante el recuerdo de una escena pasada. La cocina en llamas y la expresión de pánico que inundaba el rostro de los cocineros al intentar extinguir el fuego que casi quema por completo la mansión paraíso. Seguramente se encontraban muy arrepentidos de haberlo dejado ayudar en esa ocasión. Hua Cheng, como siempre, solo se había reído en la cara de todos y se llevó a Xie Lian lejos del desastre.

Una sonrisa para cada recuerdoWhere stories live. Discover now