[31] El Nacimiento

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Escucho risas infantiles y echo un vistazo por encima de hombro: Nada. Y recuerdo ese humano de la tienda de flores que haces meses me advirtió que los que venían a este lugar se volvían locos. Quizás a esto se refería, ¿qué es lo que tiene este lugar? Es como si estuviera embrujado, como aquellas historias que Milosh solía contarme de pequeña para asustarme y que así yo no me escabullera en la noche. Me acaricio la barriga, cierro los ojos y deseo con todas las ganas entender lo que está pasando.

—¡Ethos!

Abro mis ojos de golpe, una voz infantil femenina grita y yo me pongo de pie al instante. Observo los alrededores y no veo nada hasta que una niña casi transparente asoma su cabeza fuera del tronco de un árbol, mi pecho se calienta, su cabello es negro como la noche, sus ojos rojos... exactamente como los de Shadow, su parecido con él es increíble. La niña sonríe y es la niña más hermosa que he visto en toda mi vida. En su frente hay un símbolo circular casi imperceptible. Su mirada está fijada en algo detrás de mí así que me giro y veo a un niño de su edad, ese cabello cobrizo, esos ojos de colores diferentes: Ethos.

—¿Dónde está tu hermano? —La voz de ese Ethos niño suena tan diferente a su voz de adulto, es suave y juguetona.

—¡Aquí arriba! —Un niño cae desde el aire y casi aterriza sobre Ethos, pero Ethos levanta su mano y lo deja suspendido en el aire encima de él, —¡Eso no es justo!

Yo me cubro la boca porque ese niño en el aire es idéntico a la niña, la única diferencia es el jade de sus ojos. Él también tiene ese símbolo circular en la frente. El niño patalea y gruñe intentando bajar, pero Ethos no lo libera. Los labios de la niña se curvan en una sonrisa determinada.

—¡Suéltalo!

Ethos ladea la cabeza.

—¿O qué?

La niña gruñe y aprieta sus puños a sus costados, sus ojos se enrojecen. Ella levanta un puño en el aire y de la tierra emerge una criatura inmensa hecha de tierra y lodo. Ella abre su puño y la criatura libera un alarido que resuena por todo el lugar y yo la observo maravillada porque, aunque presencié algo así cuando Rangahar lo hizo, jamás me lo esperaría de una niña tan pequeña. Se requiere demasiado poder para crear, mantener y controlar algo así. Y está niña lo ha hecho sin parpadear, con un solo movimiento de su mano y ni siquiera se ve cansada.

Ella mueve su mano hacia adelante y la criatura gruñe y se apresura hacia Ethos quien no se ve para nada preocupado. Ethos extiende sus brazos a sus lados y los cierra de golpe, sus manos uniéndose en un aplauso que desintegra a la criatura de un solo golpe, las partículas de tierra flotan en el aire y Ethos se ve victorioso hasta que una daga es presionada contra su garganta, la niña está detrás de él y lo ha arrinconado.

—Mamá siempre dice que la arrogancia es la peor debilidad en batalla.

Eso me paraliza, casi puedo escucharme a mi misma diciendo eso. Ethos libera al niño, él flota hasta aterrizar con tranquilidad sobre el suelo. La niña suelta a Ethos y da un paso atrás, poniendo su daga en su cinturón.

—Buen monstruo, era más alto que el último. —Ethos desordena el cabello de la niña de manera juguetona. Ella le bofetea la mano.

—Sigue siendo más pequeño que el dragón de agua de mi hermano.

—El agua es más ligera, —el niño le explica como si quisiera hacerla sentir mejor, —el lodo y la tierra son pesados, eso los hace más difíciles de manejar. Apuesto a que podrías hacer un dragón de agua inmenso.

Todos comienzan a caminar en mi dirección, supongo que hacia la salida. Al ver a la niña y al niño juntos no queda duda de que son hermanos, de que son... sostengo mi barriga, eso es imposible. Y no tiene sentido, Ethos no debería tener la edad de mis hijos, los Purificadores nacen cada 300 años y ese tiempo aún no ha pasado y mis hijos están por nacer.

El Nuevo Mundo (Almas Perdidas II)✔️ [En librerías el 1 de Junio]Where stories live. Discover now