Decido ignorarla y pasar por su lado, pero ella me toma del brazo y me detiene. Suelto mi brazo enseguida y la miro.

—¿Qué haces?

—El otro día hablé con Melanie —me dice, recostándose en mi taquilla—. Me contó lo que cree que le has hecho. Ya sabes, lo de publicar lo de sus problemas alimenticios en internet.

—Fuiste tú —le digo en voz baja.

—Ya, ¿y quién te creerá?

Suspiró, como si la conversación le estuviera cansando y se acercó de nuevo a mí. Me di cuenta de que, de pronto, era más baja que yo. ¿La razón? Ese día iba con botas y los otros días con tacones. Eso me hizo sentir un poco mejor.

—Ten en cuenta de que ya he terminado con Melanie —me dijo en voz baja—. El siguiente en la lista es David.

Apreté los labios.

—¿Por qué haces esto?

Me sonrió angélicamente.

—¿Acaso necesito un motivo? Esto es muy aburrido sin mí.

Se marcha sin que se me ocurra nada más que decir, y veo que roba algunas cuantas miradas mientras se marcha. Cuando estoy sola ahí plantada, me doy cuenta de que hay alguien mirándome. Cuando levanto la mirada, veo que es Madison, mi nueva vecina, la que parece una supermodelo Targaryen. Me está mirando con cara de asco.

—¿Esto es real? —pregunta—. ¿Vas a dejar que esa perra se salga con la suya sin más?

—¿Y a ti por qué te importa? —pregunto, a la defensiva.

—Por mucho que creas que soy una perra, que lo soy —se sacude el pelo perfectamente liso y se acerca a mí—, no me gusta ver a la gente así salirse con la suya.

—¿Y qué quieres que haga? —pregunto, ajustándome la mochila sobre el hombro—. No hay nada que hacer.

—Oh, por favor, aleja tus malas vibraciones de mí —sacude sus manos en mi dirección—. Odio los pensamientos de perdedores.

—¿Gracias?

—No te lo tomes a mal —me sonríe un poco.

No estoy segura de si en esta conversación me está intentando ayudar o solo me está insultando, así que dejo que continúe.

—Mira —señala la dirección en que se ha marchado—. Esa chica te ha robado a tu mejor amiga y te ha amenazado con robarte a tu novio.

—No es mi novio, es mi mejor amigo —le digo, y me sorprendo a mí misma por decirlo con tanta naturalidad.

—Pues mucho mejor —me mira con los ojos entrecerrados—. ¿Sabes cuál es la mejor manera de vengarte de una perra que intenta robarte los amigos? Atacarla igual.

—¿Y qué amigos tiene ella? —pregunto—. Ni me miran cuando paso por delante de ellos.

—No, no me refería a eso —sonríe malévolamente—. Tiene algo mucho, mucho mejor. Tiene un novio.

Cuando me doy cuenta de lo que está insinuando, niego con la cabeza.

—Ah, no, no, no...

—Oh, vamos, no seas perdedora —pone los ojos en blanco—. Esa chica se merece que alguien le dé una lección, y más después de haberse acostado con mi hermano.

Me quedo parada un momento.

—¿Qué acabas de decir?

—El otro día se acostó con mi hermano, ¿de dónde creías que había sacado tu móvil?

Cuando todo llegueWhere stories live. Discover now