Capítulo 14: "¿Puedes verme?"

Zacznij od początku
                                    

- Estás preciosa- Le dije. Ella me sonrió, antes de ir a pintarse los labios.- Estoy algo nerviosa, si te soy sincera.

- Lo supongo.- Me dijo desde el baño.- Yo también tengo miedo de ver si Daimen te reconoce.

- Lo hará, pero no creo que diga nada.

- ¿Entonces?

- Lo que me asusta es que no me pida bailar.

- Cariño, te pediría bailar hasta yo- Respondió Surina, lo que me hizo sonreír, quitándome el colgante que siempre llevaba y colocándome algo parecido a una golilla, pero de menor tamaño y de seda, con un lazo en la parte delantera.

- Bueno, voy a ir saliendo. No me llames, no me conoces.

- Lo sé... ¿Te puedo pedir bailar, entonces?

- ¡Surina!- Me quejé, mientras ella se reía. En verdad me hacía gracia, pero le encantaba picarme y no me apetecía en aquel instante.

Lo que quería era hablar con Daimen, averiguar por qué de golpe parecía como que volviera a comenzar. Como si todo fuera un círculo vicioso y cuando creía que podía confiar en él cambiara.

Caminé hacia el comedor con paso rápido. Algunas personas me miraban al pasar, sin reconocerme, admirándome tal vez. El vestido tenía mucho que ver, para mi gusto. Me iba a la perfección, eso sí, y estaba ya de por sí hecho de los mejores materiales posibles, con lo que resultaba casi imposible apartar la vista de él.

Entré al comedor, que verdaderamente parecía otro convertido en pista de baile. Las mesas se habían juntado más, dejando hueco para una gran extensión de suelo en las cuales gente enmascarada charlaba en pequeños grupos. Las luces daban al ambiente más calor y confort, así como un tono de ensueño. Las persianas de metal estaban abiertas, mostrando un cielo nublado cercano al atardecer. Al borde de la sala había un reducido grupo de músicos tocando de manera relajada. Aún no había llegado la verdadera hora del baile, y la gente se turnaba para tomar un pequeño tentempié en las mesas, de pie, por supuesto, las sillas debían haber sido llevadas a otra parte.

Caminé un par de pasos con nerviosismo mientras me sentía muy vigilada. Nunca había estado en ningún baile semejante y la verdad es que era abrumador. Simplemente la cantidad de gente pondría nerviosa a una mujer de burguesía media como yo. Demasiada gente para lo que estaba acostumbrada.

No sabía que en ese barco cupiera tanta gente. Sabía que el ejército era grande, pero toda la gente de la sala eran equiparables a 3 ejércitos de Munch. Paseé un rato sin rumbo, incapaz de tomar nada por no quitarme la máscara. En el pequeño bolso tenía un antifaz negro, justamente por si quería comer algo y no delatarme. Pero no quería comer, estaba demasiado nerviosa como para pensar en eso, simplemente observaba.

El padre de Valette le estaba diciendo algo al oído, y a ella se le iluminó la cara y contestó algo, mientras me observaban. Yo desvié la vista, un tanto nerviosa. Surina acababa de entrar del brazo de Luke, que llevaba un traje blanco con bordes dorados, y la camisa interior negra. El traje hacía que resaltara más la figura de Surina, elegante y esbelta, totalmente regia, a su lado. En verdad era mejor, el aspecto desgarbado de Luke, incómodo con el traje, quedaba un poco difuminado gracias a que toda la atención se captaba en Surina, completamente en su entorno. Les hice un sutil gesto con la mano a modo de saludo, pero seguí sin acercarme a ellos.

Me quedé en una mesa, observando a algunas personas bailar, y a otras simplemente hablar, hasta que comencé a mirar por la ventana al mar que teníamos debajo y que, verdaderamente, apenas se veía en esa oscuridad.

- No creo que sea la mejor vista en una noche tan oscura, pero puedo prometeros que por la mañana hasta se ven aves volando- Me giré sorprendida, reconocía perfectamente la voz, y estaba algo asustada.

El Fantasma del LhandaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz