2 - Pequeña inocente

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- Urgh... Augh... ¡Uagh!

La retahila de curiosos gemidos venia acompañada de golpes de espada con los que se limitaba a cortar el aire sin llegar a alcanzar su objetivo. Apenas un instante después, el gran jabalí, que a pesar de su corpulencia había esquivado todas las estocadas haciendo gala de unos reflejos excelentes, se volvió hacia su agresor y cargó contra ella con toda su rabia. Con un solo topetazo de su hocico chato, hizo que esta volara por los aires antes de caer rodando sobre la hierba y que yo me partiera de risa al contemplar la escena.

- ¡Ja, ja, ja! ¡No, Nicol, así no! Los movimientos iniciales son lo más importante del golpe.

- Ay, que daño... Puñetero bicho...

Nicolette, masculló unas cuantas palabrotas entre dientes antes de volverse hacia mí.

- ¡Ya lo intentó, abuelo! - protesto con una voz lastimera -. ¡Pero no para de moverse!

A Nicol la había conocido cuando apenas ella tenía cinco años, y estaba bajo unos escombros con su familia sin vida al lado, la adopte como si de mi nieta se tratara, para poder darle la oportunidad de vivir. Nicolette era el nombre que le habían puesto sus padres.

Me fije en que las piernas de Nicol empezaban a temblar de agotamiento, así que cogí una pequeña piedra que había a mis pies, sobre la hierba, y me coloque en posición. Lo que vino después fue prácticamente automático: lance con mi mano izquierda y la piedra salió volando para acertar al jabalí de lleno en la frente antes de que el animal tuviera tiempo de iniciar un nuevo ataque. Gruñendo de rabia, volvió a colocarse haciéndonos frente.

- Es normal que se mueva, no es un espantapájaros de entrenamiento, ¿sabes? Pero no es difícil, solo tienes que desencadenar un movimiento propio. A partir de ese punto encargate de que el golpe alcance el objetivo que quieres.

- Movimiento... Objetivo... - repitió Nicol mientras blandía su katana que le regale para sus catorce años.

Debido a los ataques fallidos y a los topetazos que había recibido del animal, Nicol ya estaba casi por rendirse. Tampoco eran demasiado grave los moratones o cortes que tenía. El único problema era que la ciudad estaba a una distancia considerable del lugar en el que nos encontrábamos y no había guardias a esas distancias.

Al mismo tiempo que bloqueaba el embate del jabali con la katana, gire el cuello para intentar darle una última indicación rápida.

- No sé muy bien como explicarlo, pero hay que esperar el momento adecuado y, cuando veas que es el momento adecuado ¡entonces atacas!

- A lo bruto, ¿eh?

Nicolette colocó su katana a la altura de la cintura y trató de relajarse. Exhalo aire, flexiono las rodillas y levantó la hoja por encima del hombro.

- ¡Uaaaaaaagh!

Con un potente grito, Nicol dio una patada en el suelo y se lanzó hacia adelante con una rapidez que no había demostrado hasta el momento. Trazó un gran círculo en el aire, dejando brillar la hoja por el sol como si estuviera envuelta en llamas. Atravesó limpiamente el cuello del jabalí, que empezaba a prepararse para atacar a su vez de nuevo.

Tras lanzar un agónico gruñido, su abultado cuerpo cayó al suelo dando así su fin.

- ¡Toma yaa! - exclamó Nicol adoptando una pose de victoria. Sonrió de oreja a oreja mientras se acercaba a mí levantando la mano izquierda para chocar los cinco. Cosa que hice antes de echarme a reír de nuevo.

- ¡Enhorabuena por tu primera victoria! - le felicite -. Aunque los jabalíes son de los animales más fácil para cazar.

- ¿¡Como!? ¡Yo pensaba que era de los más difíciles de cazar!

El arte de la espadaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora