xxvi. Cuando las mariposas aparecieron

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—¿Esta es tu manera de decir que te mudarás del departamento? —preguntó Eleanor con una sonrisita, sin dejar de admirar la decoración tan hogareña y navideña.

—¿Crees que sólo por eso lo haría de emoción? —Sirius negó— Me gusta ser dramático pero no hice todo esto solo para enseñarte que compré una cabaña. Al contrario, la compré con una sola idea. B-Bueno... Si es que tu quieres...

—¿Qué? —preguntó al ver que estaba nervioso.

—Es una cabaña grande y bueno, desde que salí de Azkaban y todo lo que ha pasado con la situación de Artemis... —dijo Sirius con nostalgia—, No quiero perder más tiempo de lo que ya lo hice todos estos años con mis hijos, Harry y contigo, es por eso que me gustaría que ustedes también vivieran con nosotros.

—¿Hablas en serio? —preguntó Eleanor, incrédula—. Sirius esto es totalmente genial y lo aprecio pero...

La cortó antes de que comenzara a divagar.

—Solo piénsalo, Eleanor. Es una casa grande y nunca más me volverá a agradar la idea de estar solo. Quiero compartirlo todo esto con mis hijos y con ustedes, mi familia.

No estaba muy segura de como tomar la oferta del animago, aún no olvidaba la forma tan cruel en la que la miró Cassiopeia y tampoco la frialdad que caracterizaba a su hermano Alphard, aunque no sabía con seguridad como tomaría aquello el hijo de Sirius, que era el que más le preocupaba. Aún no lo perdonaba y no parecía tener intenciones de hacerlo, al menos eso demostraba con su distanciamiento. Y por otro lado estaba Harry, él estaría muy contento de vivir con su padrino pero... ¿Y si eso provocaba problemas con Alphard? Sirius tenía cierta preferencia con el ojiverde por el parecido que tenía a su difunto mejor amigo y aunque no lo aceptara, ella lo sabía muy bien.

—¿Qué dices? —presionó Sirius, impaciente. Parecía nervioso por la respuesta de la azabache e incluso ella lo estaba, no era tan sencillo, quizá él por la emoción lo veía así pero estaba muy lejos de serlo.

Eleanor tomó una bocanada de aire antes de responderle.

—Primero necesito saber que Alphard y Cassiopeia están de acuerdo con esto, tan pronto como ellos nos lo confirmen, entonces... Creo que a Harry y a mí nos gustaría mudarnos.

La sonrisa que tenía en el rostro Sirius aumentó (más si era posible) y la rodeó en un fuerte abrazo, que ella recibió gustosa. Cuando la soltó tomó sus hombros y la sacudió ligeramente para no lastimarla, sin que la emoción desapareciera.

—Hay que celebrarlo entonces, Elle. Es mi primera Navidad como hombre libre y quiero hacer algo, además como los chicos no vendrán, pienso que podemos invitar a los Tonks, a Remus y por supuesto a los Weasley. Podríamos hacerlo aquí, para inaugurar la cabaña. ¿Qué opinas? —le preguntó Sirius, hablando de prisa. Lo que le costó un poco entenderlo.

Eleanor sonrió contagiándose de su emoción y asintió.

—Me parece una idea increíble.

—¡Yo enviaré las lechuzas! —gritó Sirius comenzando a correr por toda la cabaña en busca de pergamino y tinta.

Eleanor se quedó un momento más allí, de pie, mirando el lugar con añoranza. Si todo salía bien, serían una familia y eso era lo que más anhelaba.



Los Tonks llegaron temprano para la cena de Navidad. Remus y los Weasley llegarían un poco después ya que estaban algo demorados, lo bueno era que la chimenea estaba conectada y podrían viajar a través de los polvos flu, justo como los demás.

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