Misterios

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"Aquél qué oculta la verdad por razones buenas debe lidiar con las consecuencias de aquellos que no lo hacen"
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Tres mil años después de aquella guerra santa que marcó una era distinta a esos tiempos, de ningún modo se podría llegar a olvidar tan terribles y significativos acontecimientos y sin la tiranía del Rey maldito ya era una bendición.
Actualmente en el continente de Meratos sólo existían nueve reinos en pie y un reino caído, que desapareció mucho antes del tiempo actual pero unos cuantos años después de la guerra.
Cabe destacar que sólo esos nueve eran reconocidos sobre otros.

Todos y cada uno, hasta el más insignificante, servían al Reino único de Omnium Throni con un rey justo posado en el trono de los nueve.
La magia seguía existiendo, claro, ya no era tan prepotente cómo antes y eran pocos aquellos que la dominaban.

Dentro de estos reinos existía uno titulado cómo Luominen regido por la casa Yaoyorozu descendientes de los antiguos clanes sagrados de la Suprema deidad, claro eran sólo viejas leyendas para cualquiera de los hombres; lo único que parecía verdad era el poder de su casa e importancia para el Rey de los nueve.
Sin embargo, las historias de los legados de las casas que pudieran ya ser olvidadas, los Yaoyorozu eran la clase de nobles que ponían al pueblo primero antes que sus intereses, de ahí el aprecio del Rey único a sus aliados.
A pesar de todo, las personas constantemente tenían dudas sobre las acciones de sus Reyes en Luominen existían algunos que dudaban de su cargo; sin embargo, otros creían que eran de los pocos que no hacían que su pueblo pasara hambre, tuviera problemas con otros reinos o que fueran corruptos, y eso para ellos era ya demasiado.

Los Reyes de Luominen tenían una heredera producto de una unión que se llevó a cabo entre un Yaoyorozu y una Tully hace años por razones estratégicas y por llamados del deber; sin embargo, aún que inicialmente ninguno de ellos empatizaba con el otro lograron entenderse, ahora eran un apoyo para el otro, sin duda de los pocos matrimonios que llegaban a funcionar de esa manera y que de verdad se amaban.
Su hija Momo Yaoyorozu, heredera del trono de su familia, prometida del Príncipe de Sandbrise que aún se estaba planeando el matrimonio con aquél joven.
Era una joven inteligente, educada cómo se espera de una doncella, humilde, dulce e inocente de 18 años, poseía una belleza inimaginable y figura envidiable, pero sin duda su atractivo (para algunos), era el hecho de que le encantaba enriquecer su conocimiento lo más que se pudiera.
Las demás princesas creen que con sólo saber comportarse, servir y complacer a un hombre es suficiente.

Pero ella no era así...


Es sumamente curiosa, hambrienta de conocimiento por la historia y nuevas formas de entender el mundo en el que vivía, cada libro de su biblioteca había sido leído por ella y cada vez solicitaba más; después de todo era la única forma en la que podía conocer el exterior puesto que por ser una princesa creció dentro de los muros del Castillo y eran contadas con una sola mano las veces que había dejado su hogar; desde luego ella cómo cualquier joven quería conocer el mundo que tenía de frente.

Ella creía que nunca tendría que alejarse de su hogar por su supervivencia...


Unos días antes...

- Tensei-san... ¿Estás seguro que debemos estar aquí? -El chico le preguntó algo nervioso a su superior.

- El rey nos envió a reunir información sobre los acontecimientos que han sucedido en ésta fortaleza desde hace unos días, así que si debemos estar aquí Sora-kun... Pero relájate estaremos bien... -Tensei Iida, un caballero de la guardia Real habló tratando de persuadir a su compañero dándole algo de valentía.

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