𓂃﹟𝐎𝟑 ꧇ damn department ✰

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     ─ Métase en sus asuntos, ¿Vale? Y no me vea de esa manera.

     ─ ¡Mark Lee, trae rápido el botiquín! ─ clamó, caminando con más rapidez ─ ¿Desea que llame a un médico, joven?

     ‹¿a un médico? ¿esa vieja estaba loca o qué demonios cruzaba por su mente?

       Él no era ningún maricón debilucho como para necesitar a un médico por unas simples heridas en el cuerpo. La aniquiló con la mirada, apuntándola con el dedo índice.

     ─ No llame a nadie, carajo, estoy bien. Es solo que...

     Y entonces, él entró a la sala cargando una enorme maleta entre sus delgadas manos.

     ‹oh, mark, precioso mark›.

     Yuta notó cómo su rostro asustado cambiaba de expresión en cuanto notaba su presencia, convirtiéndose en un rostro similar al de la anciana, y enrojeciendo al instante. Se quedó inmóvil junto al sofá, incapaz de avanzar o retroceder un paso.

     ─ Mark, ayúdame a curarlo, mientras voy por algo de agua ─ indicó la mujer, desapareciendo en la cocina ─ Colócale alcohol a la herida.

     ─ Sí, señora...

     El menudo muchacho se mantuvo con las manos oprimidas sobre la maleta durante algunos segundos, manteniendo la cabeza agachada ─ cómo siempre ─ para luego inhalar, con profundidad y acercarse hacia Yuta, dejando la maleta sobre el sofá y disponiéndose a abrirla con movimientos temblorosos.

     El playboy multimillonario le observaba con una media sonrisa en el rostro, viéndole tomar un pedazo de algodón, humedecerlo en algo que supuso sería alcohol y acercarse hacia él, dándole una breve mirada a la herida. Cuando se acercó, Yuta se percató que el rostro de su criado estaba tan malditamente rojo, que el color se extendía hasta su cuello y sus brazos.

       ‹¡qué putada!›

     ─ Qué precioso estás hoy, nene ─ susurró, mordiéndose el labio ensangrentado, mientras el otro colocaba otro líquido más oscuro al mismo algodón.

     Observó cómo Mark oprimía sus ojos y acercaba el algodón hasta sus labios.

     ─ Joven Nakamoto... Eso puede doler

     Yuta no pudo reprimir la serie de carcajadas estridentes que salieron de su boca.

     ─ ¿Doler? A mí no me duele nada, nene, nada puede dolerme.

     ─ Bien, lo colocaré ahora.

     El muchacho acercó el algodón hacia sus labios, presionándolo con una delicadeza que se vería patética en cualquier hombre, pero que en él no se notaba extraña.

     Los oscuros ojos de Yuta estaban quietos y centrados en los carnosos labios del menor. No le dolió ni mierda cuando el alcohol tocó su sangre, incluso al nene parecía dolerle más que a él.

     ─ ¿Cuánto tiempo llevas en esta casa? ─ cuestionó divertido.

     Ahora el algodón se encontraba cerca a su nariz; los dedos delicados de su criado sobre su rostro, su cuerpo delgado temblando un tanto, sus ojos a veces dándole una breve mirada a la herida y luego nuevamente en el suelo. Su nariz pequeña, su piel lechosa totalmente enrojecida, y su rostro delicado y femenino. Yuta sintió cómo el sabor del alcohol se colaba en su lengua, pero no le interesaba, porque sus ojos aún seguían el recorrido de su rostro hasta su cuello.

       ‹¡era tan putamente femenino!. eso no podía ser un hombre›.

     ─ Dos semanas...

     ─ ¿Dos semanas sin mí, nene? ¿Y no tienes familia cerca?

     ─ Mi madre vive en otro pueblo...

     ─ Pues ha sido una mala decisión de su parte dejarte venir a la casa del lobo, ¿Verdad?.

     Mark se encogió un tanto.

     ─ ¿Cu-Cuál lobo?

     Cuando el algodón estuvo teñido de sangre, Mark se dispuso a retirarse, pero Yuta agarró su muñeca con fuerza, sonriendo con entretenimiento.

     ─ ¿Cuánta gente te ha besado antes, Mark?

     Ahora la sonrisa de Yuta se había amplificado, mientras lo sostenía sin hacer presión.

     El rostro de Mark parecía arder en rubor, su débil brazo temblaba ante el agarre, mientras oprimía la mandíbula y miraba con desesperación hacia la cocina.

     ─ Joven Nakamoto...

     ─ ¿Han sido chicos o chicas? ¿Han sido ambos? Vamos, nene, sé sincero conmigo.

     ─ Por favor, la señora puede regresar...

     ─ ¿Cuántos han sido? ¿Muchos o pocos?

     ─ Por favor...

     ─ ¿Qué harías si te beso en este momento?

     La puerta sonó de golpe. La anciana se acercaba con una bandeja con agua sobre sus brazos.

     Nakamoto Yuta soltó a su criado, aunque sus ojos aún lo acechaban, mirándole con deseo en todo momento, mientras tomaba el vaso de agua de un solo trago.

       ‹¿por qué diablos se hacía el difícil y aterrorizado? de seguro, era una zorra como todas con las que se había acostado; solo era cuestión de tiempo para descubrirlo›.

     Yuta sonrió. Le encantaba ver ese cuerpecito temblando de miedo, aunque hubiese sido mucho mejor verlo temblando de placer. La idea se desplazó rápidamente por su cuerpo, centrándose en una sola zona.

     ─ Me largo ─ soltó de repente, mientras la vieja le miraba con el mismo rostro patético de antes ─ Y si llama mi padre, dígale que sí asistí a las clases o la echo.

     Le dio una última mirada a Mark, y se dirigió nuevamente hacia las escaleras, y tras cambiarse de ropa y volverse a duchar. Se montó en su mismo deportivo; último modelo de antes, encendiendo el motor y colocándolo a toda velocidad, mientras una sonrisa sarcástica se formaba en toda su boca.

     ‹ya caerás, mark lee. ya caerás. cómo que me llamo nakamoto yuta›.

passionate innocence  ֶָ  yumarkWhere stories live. Discover now