Capítulo Veinticinco: Enemigo Natural

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Sonreí cuando hizo una ademán en su cabeza como si tuviese una corona real.

—¿Y la tercera?

—La marca de Varulv.

Yo borré mi sonrisa por instinto y bajé la mirada.

—Sabes bien que no es posible que yo pueda dar mi marca a cualquier mujer ahora, madre.

—Te voy a decir algo, Noah —dijo levantando mi mentón—, yo sé que amaste antes a una mujer que, si bien no supo darte todo de ella, sí pudo darte el regalo de sentirte amado.

—¿Qué?

—Amor, tú sabes que al ser quien eres tienes la opción de elegir con tu corazón a quien amar verdaderamente, pero no olvides que siempre serás un lobo y muy lejos de ser alguien normal, como un humano, eres un ser magnífico —negó con la cabeza—, pudiste elegir a Emily, como cualquier humano lo haría, pero ambos sabemos que tu alma siempre estará unida a Mara.

Yo la miré entendiendo lo que mi mente me gritaba pero que yo no podía entender a ciencia cierta.

—Elegiste y fallaste, y está bien, es parte del amor —sonrió—, mírame a mí. Tu padre jamás ha estado destinado a mí como todo el mundo creé, pero eso no quiere decir que me haya equivocado al elegirlo a él. Yo sí fui humana y lo elegí, pero sé que él me habría elegido de cualquier manera.

—Yo pensé que nunca habían averiguado la verdad acerca de la maldición que le fue impuesta a mi padre —. Murmuré confuso.

—Cuando amas con todo de ti, no necesitas buscar las respuestas que están en tu corazón —. Negó con una sonrisa—. Solo nosotros sabemos la verdad de aquel secreto y es lo que yo deseo para ti. Deseo que consigas felicidad máxima con la persona correcta.

Ella puso su mano en mi pecho.

—Y ésa persona no está allá afuera, Noah, está aquí —murmuró—, y es momento de que escuches a tu corazón porque si no lo haces, no tendrás jamás la oportunidad de saber si habéis elegido correctamente.

—El que no arriesga, no gana —. Sonreí.

—Por supuesto que no —. Asintió.

Ella miró de nuevo por las ventanas grandes y noté que en su rostro había algo de mí. La dulzura que ella desprendía sin duda era algo que le había heredado, al contrario de mi padre; él era más bien severo y estricto, pero tenía un gran corazón. Y yo me sentía orgulloso de haberlo heredado.

Ella me miró de nuevo y sonreí cuando acomodó mi camisa.

—Siempre me gustó verte elegante —sonrió acariciando mi mejilla—, te pareces tanto a tu padre cuando vistes así.

—Yo sé que soy idéntico a ti —. Negué.

—Pero no lo digas tan alto que a tu padre le dará un infarto —. Rió y me dio un leve golpe en el hombro—. Baja cuando estés listo, todos están llegando y esperan ver al futuro alfa de Månen.

—Entiendo.

—Y Noah.

Miré a mi madre cuando se acercó a la puerta.

—Habrá muchos invitados ésta noche y entre ellos están los Romanoli.

Miré a mi madre seriamente y asentí sabiendo que le preocupaba que fuera a actuar de manera incorrecta.

—Tal vez tu padre no los aprecie tanto, y quizá yo tampoco, pero no olvides que ante todo, a ti no te han hecho ningún daño.

—No prometo que los trataré de lo mejor pero no seré grosero con ellos.

El Ascenso De Un Alfa ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt