Capítulo 1. La niña fantasma

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- No he tenido tiempo.... He estado actualizando informes hasta hace unos días... Pero mi intención es ir hoy por allí para decidir qué puedo conservar y qué materiales necesito... Espero ser capaz de mantener su esencia...

Emily sonrió ante su última observación. Alguna vez había hablado con Derek sobre lo que significaba para él restaurar edificios antiguos. Sabía lo satisfactorio que era para Morgan el resultado, pero estaba segura de que disfrutaba de igual modo del proceso. Era la manera que había encontrado para evadirse y recuperar el control de su propia vida.

- Les devuelves su alma...- Dijo Emily repentinamente- Es increíble lo que haces...- Añadió con una sonrisa cómplice- Tomas algo que nadie quiere... Unos muros donde cada grieta no es más que un reflejo de la más profunda soledad y lo conviertes en algo hermoso de nuevo...

Derek estrechó sus ojos sobre ella, sorprendido por la sintonía perfecta con su propio pensamiento. Sin embargo, al mismo tiempo, por un breve instante, le dio la impresión de que no hablaba sólo de las casas. También por un breve instante, percibió cierta tristeza en sus ojos que le dejo una sensación de desazón. Cierto era que aparentemente Emily se había adaptado bien al equipo. Se había esforzado en volver a encajar, y se había esforzado aún más en mantener su apariencia de "todo va bien" tan característica de ella. Si era sincero consigo mismo, tenía que admitir que su necesidad de protegerla y servirle en cierto modo de escudo, se había acentuado con el paso de los días. Tenía que admitir también que no se sentía cómodo cuando Hotch la emparejaba con cualquier otro miembro del equipo que no fuera él mismo. Sin embargo, sabía que era algo irracional, por lo que jamás habría puesto en duda las decisiones de Hotch.

La apreciación de Emily nunca tuvo réplica, interrumpida por las ansias de Reid por comenzar la partida. En su lugar, Emily y Morgan intercambiaron una mirada silenciosa llena de significado.

El aterrizaje en Virginia se saldó con dos claros vencedores y dos claros perdedores, tal y como se esperaba. Una vez de regreso a las oficinas, sólo permanecieron el tiempo indispensable para organizar sus mesas de trabajo y dirigirse al garaje donde habían dejado sus vehículos particulares para volver a sus hogares.

Morgan condujo directamente hacia su nueva adquisición. Estaba casi a cuarenta minutos del centro, en un barrio tradicionalmente acomodado donde en una época anterior, los nuevos ricos no solían ser bien recibidos. Aquellas residencias señoriales, ahora en manos de esos nuevos ricos que las clases altas aún despreciaban, habían perdido parte del esplendor de antaño. La casa que había comprado estaba en el extremo de una calle donde el tiempo parecía haberse detenido. Incluso en su estado actual, era una edificación soberbia, oculta tras unos muros tan imponentes como el tesoro que escondían.

Buscó la llave de la reja exterior, y después de abrirla, se adentró con su vehículo hasta el patio que bordeaba la vivienda. Aparcó allí, y se dirigió hacia la puerta de entrada. Pronto se encontró en medio de lo que una vez había sido el corazón de la casa, el salón, ahora vacío a excepción de un magnífico piano de cola protegido bajo una sábana cubierta de polvo. Examinó primero la planta baja, armado con una pequeña libreta y un lápiz, tomando nota de cada detalle y de las necesidades de cada estancia. Luego subió a la segunda planta. Algunos escalones de la regia escalera crujieron a sus pies. Tendría que reparar parte del suelo, pero su intención era recuperar si era posible la madera de roble que lo revestía. Ya arriba, se adentró en cada una de las habitaciones. Sólo el dormitorio principal, aun conservaba algunos muebles. Todos de calidad excelente y en mejor estado de lo que había creído en un principio. Allí sin duda habrían cabido más habitaciones, pero sus antiguos propietarios habían decidido reducir su número en beneficio del espacio. Morgan no podía estar más de acuerdo.

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