xix. El campeonato de quidditch

En başından başla
                                    

—Ayer que fui con Cassie a San Mungo, también llegó Alphard. —explicó Sirius—. Ya te imaginarás. Me evitó e ignoró lo mejor que pudo. No me deja entrar. Por más que lo intente, él parece alejarse más. —pasó las manos por su atractivo y cansado rostro—. Me recuerda tanto a mi hermano Regulus. Son tan parecidos que es como si lo viera reflejado en mo hijo. Si él estuviera... vivo, sé que congeniarían genial. Cassie, por otro lado, no ha dejado de intentar que su hermano se acerque pero él sólo lo hace por ella. Es lo que menos quiero, que se sienta presionado u obligado a quererme cuando no es así. Estoy comenzando a creer que jamás podré tener una relación buena con él.

—Tiene que procesarlo, Sirius. —dijo Eleanor—. Alphard no es Cassiopeia, por mucho que sean mellizos, ambos son totalmente diferentes. Ella tenía la ilusión de un padre y ahora que te tiene, no te dejará ir. Y tu hijo solo intenta entender que acaba de tener a un padre que creía muerto. Está confundido. Tienes que recordar que ellos crecieron viendo a su madre estar entre ausente y al mismo tiempo, allí con ellos, inconsciente. No es tu culpa. —añadió al ver que Sirius iba a replicar—. Sólo debes de darle tiempo para que lo entienda. Eres su padre y eso nadie lo cambiará. Por mucho que te evite ahora.

Sirius suspiró.

—Aunque no me guste admitirlo. Supongo que tienes razón. —murmuró con el entrecejo fruncido.

Eleanor sonrió colocando su mano encima de la suya, en apoyo.

—Todo mejorará, Canuto. Estoy segura. —le aseguró.

Él le devolvió la sonrisa pero con los labios apretados y sus ojos grises brillantes.

—Hace mucho que no te escuchaba llamarme así. —confesó Sirius, más alegre—. Es como regresar en el tiempo y verte con tus dos trenzas, persiguiendo a Lunático. Nunca entendí el por qué él era tu preferido. ¿Acaso te sobornaba con darte de sus chocolates? Porque no veo otro motivo por el cual lo prefirieras a él en ves de a mí.

¡Hey! —lo empujó Eleanor divertida—. A una chica la enamoras con comida. Lunático tenía el encanto y los chocolates. Simplemente no podía ser más perfecto.

—Habla por ti. Yo enamoré a Artemis con éste perfecto rostro. –dijo Siris, haciendo poses con sus manos que eran totalmente ridículas para la chica–. ¿No sabías que era todo un galán en mis tiempos en Hogwarts? Las volvía locas.

Eleanor rodó los ojos.

—Estoy segura que fue más por la chaqueta de cuero.

Una sonrisa más grande iluminó el rostro del animago.

Oh, cállate. –dijo Sirius, divertido–. Será mejor apresurarnos sino quieres que se nos haga más tarde.











Tiempo después, Eleanor y Sirius hicieron una Aparición en conjunto. Habían llegado al borde mismo del bosque, casi en el límite del prado, donde había un espacio con una pequeña carpa que llevaba un pequeño letrero clavado en la tierra que decía «Crouch».

–¿Pero qué? –exclamó Sirius, en sorpresa y molestia–. Llega antes y ya cree que es dueño del lugar... –murmuraba enfadado. Eleanor no entendía que estaba sucediendo y no fue así, hasta que miró a lado de la carpa, un espacio vacío con un letrero más pequeño que decía «Blackie». Una risita amenazaba con salir de sus labios pero al ver el rostro fúrico de su hermano, prefirió ocultarla con una tos falsa. Comprendió que su hijo Alphard y Ares Crouch eran los culpables del enojo del hombre a su lado–. ¿Qué hay de gracioso en esto? ¿Eh?

Warrior ⟶ b. weasley ¹ (EDITANDO) Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin