—¿Algo va mal con Malfoy? — Preguntó la chica mientras revolvía un poco los huevos picados que iba a comer. 

—No, no creo que algo vaya mal. — Admitió el chico, volteando a ver fijamente a la chica. — Es sólo que creo...anda ocultando algo. 

Hermione detuvo el bocado que iba hacia su boca, bajándolo lentamente mientras trataba de leer la mente de su amigo. Harry podía escuchar los engranajes de su cabeza, moviéndose a toda velocidad. 

— ¿Hay algo que no me hayas dicho? — Preguntó entonces Harry, colocando su completa atención en la chica de ojos oscuros. Ella se removió algo incómoda en su silla, volviendo a revolver sus huevos para evitar mirarle. 

—Harry. ¿Tú te has sentido bien últimamente? —La pregunta le tomó un poco desprevenido, por lo que elevó ambas cejas en respuesta. — Sabes que puedes contarme lo que sea y que si algo anda mal, podremos resolverlo. 

El auror estrella se quedó en silencio por varios segundos, sintiendo cierto malestar en el pecho por el hecho de que Malfoy, al parecer, seguía desconfiando de él y de sus buenas intenciones. 
Había ido a hablar con su mejor amiga ¿Por qué? ¿Qué estaba haciendo mal? Lo único que hacía era cuidarlo, quererlo. ¿Por qué? 

La taza que tenía en las manos explotó, haciéndolo bajar la mirada mientras retiraba la mano y se levantaba de forma rápida debido a lo caliente de la bebida. 
Maldijo por lo bajo mientras aplicaba los debidos hechizos sin varita. 

Subió la mirada y vio a Hermione, la cual le observaba con ojos preocupados. Se había levantado también por la impresión, ya que la taza había salido fragmentada por todos lados. 

—Harry...

—No voy a mentirte, estoy algo ofendido. Están hablando y tramando cosas a mi espalda y jamás creí que tu serías una persona que me ocultara cosas...— Empezó a decir mientras volvía a reconstruir la taza. El mesero dudó en acercarse, prefirió quedarse alejado. 

—¿Recuerdas cuando Ron estaba bajo la influencia del Horrocrux? — Dijo entonces ella, mirándole fijamente. Potter le miró con una interrogante en la cara. — Aunque no es igual, si siento que algo está influenciando tu comportamiento, Harry. Y no sólo lo siento yo, también lo ha notado Malfoy y está preocupado por eso. 

El auror volvió a quedarse callado, sintiendo un pitido en los oídos que sabía, era esa voz queriendo decir alguna cosa. No le permitía expresarse, ni hablar, por eso lo controlaba. 
No quería pensar en las imágenes que se venían a su cabeza, quería seguir su vida como si nada, quería olvidar y nadie se lo permitía. 

Ira. 

—¿Y por qué no han hablado eso directamente conmigo? ¿Por qué tienen que irse a cuchichear a mis espaldas? 

—Harry. 

—Espero termines tu desayuno. 

—¡Espera! ¡Harry! 

El auror se levantó de aquella mesa y se retiró, sintiendo una punzada en la cabeza que le hizo cerrar los ojos nuevamente. 
Los puños los tenía completamente apretados mientras que trataba de controlar su propia aura mágica. No quería reventar cada cosa que se estrellara con su paso. 

Quería pensar que era normal aquella preocupación, sin embargo, no podía evitar pensar que estaban haciendo cosas a sus espaldas, hablando quién sabe qué cosas. 
No quería verse ignorante de los pensamientos de Malfoy. Necesitaba conocerlos, porque para eso mismo estaban juntos. 

¿Se estaba comportando diferente? Él se encargaba de controlar todo lo que se refería a su magia, a aquella estela que había quedado en su interior por culpa de Benjamin Flint. 
Estaba haciendo su trabajo, estaba limpiando al mundo mágico, estaba brindándole seguridad y amor a Malfoy. ¿Por qué no era suficiente? ¿Por qué no le tenía confianza? ¿Por qué era él el sospechoso cuando todo el mundo sabía que él hacía las cosas por y para el bien de los demás? 

La punzada en su cien fue fuerte. Sacudió la cabeza y llegó a su departamento, manteniendo la compostura a pesar de lo incómodo y decepcionado que se sentía. 

¿Qué sentido tenía proteger a personas que no confiaban con él? 

¿Y si Malfoy decidía irse ahora que era completamente libre? 

Las manos del auror temblaron. La idea le oprimió el pecho de forma desgarradora, instalando en su mente un miedo y una rabia inminente. 
No iba a permitir que eso sucediera, él había hecho mucho por aquel rubio como para que ahora lo dejara. 

Miles y miles de pensamientos invadieron su cabeza, no estaba concentrado, no había puesto atención a nada de lo que había dicho la secretaria, y cuando salió a la misión del día con los aurores, estuvo concentrado en sus pensamientos sin dirigir absolutamente nada. 

¿Para qué seguir ayudando a un mundo que no hacía sino juzgarlo? Siempre tratándolo mal, siempre juzgándolo como el malo, como cuando anunció que Voldemort había vuelto. 

Un mundo de magos cobardes que sólo sabían juzgar y culpar a los demás, sin ver lo que realmente estos hacían. 

No más. 





Malfoy se encontraba en su oficina, rellenando unos papeleos en los que no se podía concentrar. 
Había notado la noche anterior, que Potter estaba teniendo pesadillas al parecer, nada agradables. Parecía gritar constantemente "No, no, no lo hagas." y otras negaciones mientras sudaba por la adrenalina que le generaba el sueño. 

¿Qué atormentaba los sueños del héroe? ¿Por qué jamás hablaba de eso con él? 

Elizabeth entró en la oficina entonces luego de tocar, dejando entrar a Scorp el cual había estado desayunando con ella. 
La chica sonrió y se despidió, volviendo a cerrar la puerta para dejarlos a ambos en aquella pequeña oficina. 

Malfoy dejó de hojear aquellos papeles para centrar su mirada en los ojos de su hermano menor. El niño lo notó y se acercó al escritorio, subiéndose con cierta dificultad a la silla, antes de quedar arrodillado en la misma, apoyando sus manitas en el escritorio de su hermano. 

—Potter no es el mismo. ¿Verdad? — Preguntó de forma directa Malfoy, mirando a su infante hermano. Este negó. — ¿Él...Él sí es Potter? — Preguntó con aires dubitativos. Sin embargo, Scorpius asintió un par de veces de forma lenta.  — Entonces...

—El señor Potter tiene algo oscuro encima. — Dijo entonces el niño, frunciendo un poco los labios. — Mi nana me enseñó a ver las auras, Drac. Ella era una gitana hindú muy habilidosa. El señor Potter tiene su aura dorada con algo oscuro encima y a veces es más grande, pero a veces es más pequeña. 

—¿Ver el aura? — Malfoy parpadeó varias veces mientras observaba a su hermano. Con que esa era la razón de que Scorp no temiera cuando estaba y conocía a alguien. Si podía ver las auras, podía saber quién era bueno y quién no. — ¿De qué color es mi aura, Scorp? — Preguntó con curiosidad, mientras trataba de ordenar sus pensamientos respecto a Harry. 

— Es gris, como la de mamá. Sin embargo...ahí — El niño señaló el brazo izquierdo de Malfoy. — Ahí siempre está muy oscuro. 

Malfoy se sorprendió por aquello, lo que hizo que se mirara el brazo con cierto recelo. A pesar de estar muerto, aquella maldita magia oscura y antigua permanecía allí, contaminando su propia aura mágica. 

— Scorp ¿En dónde está la parte oscura de Potter? — No podía pasar desapercibido para Draco que sus manos estaban temblando. Estaba nervioso y no quería empezar a maquinar teorías apresuradas. 

— En toda su aura. A veces se opaca, a veces es dorada con negro y a veces completamente dorada. Cuando se besan...es completamente dorada. 

Draco suspiró y se tomó el puente de la nariz con los dedos.  El suspiró que salió de sus labios fue casi que doloroso.
Podría apostar, y demonios que quisiera equivocarse, que Potter sí había bebido aquella poción. Que su magia había sido contaminada, sin embargo, seguía siendo Potter.

¿Qué se supone tenía que hacer ahora? Debería de hablar con Hermione y quizá, con aquella lunática del área de pociones. 

*AriMinds*  

Always / HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora