Desenlaces: Dos Huérfanos. (Editado)

Comenzar desde el principio
                                    

Apenas se veía parte de la circunferencia de un escudo de madera y borde metálico.

—Estudiantes muertos, explosivos, un asesinato... Te vas... Y no me dejas el gusto de buscarte. —Espeté las ultimas palabras a través de los dientes.

Los ángeles prometieron encontrarlo, encerrarlo y yo lo acepté como condición para el entrenamiento de un puto ángel, para ser mejor, para dejar el pasado atrás, para ascender.

Pero ahora mismo ni soy un ángel, ni dejé el pasado atrás, ni lo encerraron y dudo mucho que sea una mejor persona.

—Me saboreaba con el pensamiento de tener tu cabeza ensangrentada en mi mano, escupirte la cara, decirte que he vencido y te he superado. —Añadí.

—Pero yo nunca fui mejor que tú. —Pisó el borde, donde se encontraba la escalera para bajar. —Tú estabas ahí afuera en tu vida, la mía se basaba y dependía de la tuya, tus caídas serían mis aciertos.

—¿Por qué ella? Dilo, que lo quiero escuchar antes que... Todos caigamos.

El corazón me palpitaba directamente en el oído y dolía fríamente, casi tan real como doblarse un brazo o, tener hambre.

El sentimiento es tan vivo que me asusta pensar que me causa un malestar físico, real. No concibo la idea de un sentimiento tan fuerte como este, es absurdo pero lo cierto es que, el dolor en mi pecho es real.

—Porque quise, porque sí, todos tenemos preguntas, pero no para todos hay respuestas. —Con una mueca en su boca, no tuvo problemas en decirlo.

Sin pensarlo avancé un poco, eso me costó una cortada en el cuello. Zoran aún tenía la espada en alto, con su mirada de frialda, sus pequeños ojos se cubrían con el manto negro que tenía encima.

—La pelea no es uno de mis dones, pero si mueres gracias a mí, dormiré igual de atormentado que siempre con el pequeño recuerdo de tener tu muerte en mi gran lista.

—Era mi cumpleaños... Lo sabías. —Dije con un nudo en la garganta.

La estructura se estremeció con brusquedad, nos agarramos de las barandijas que limitaban las escaleras. Mientras más hablamos, más íbamos llegando al suelo.

—Lo sé, yo te vi nacer, estuve en la sala de parto a diferencia de tu padre, un hombre con demasiado miedo como para ver a su hijo nacer.

La torre tembló tormentosamente, podíamos vernos caer, el suelo debajo nuestro se desmoronaba, no tuve de donde sostenerme.

El golpe fue fuerte, habían cuerpos debajo mío, aproveché para adquirir una espada y un escudo para mi brazo lastimado de una mesa de las barracas

Zoran corría hacia el edificio blanco de donde me sacaron. Dejamos atrás s la multitud que no sabía a dónde huir con esa bestia suelta.

Muchos soldados corrían alejándose del lugar, pero muchos también se quedaban a peleando entee ellos mismo... Eso es absurdo.

No lo puedo dejar ir, lo mataré y juzgaré como se merece.

El rujido de la bestia me asustó, puedo jurar que se escuchó en todo el lugar, detrás mío bramaba con odio en sus ojos.

No había nada peor que haya visto hasta ese momento, sentir el peligro acercándose sin poder hacer nada.

En una de sus patas le atravesó el gancho de un arpón que era suficientemente grande para cazar un tiburón.

Lo primero que pensé fue que pertenecía a un barco, pero no es así.

Ángel Oscuro| Hijos Del Cielo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora