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Lee Donghyuck era un chico, de 15 años, con el cabello de color castaño y unos hermosos ojos redondos de color miel claro.
Era alguien que sonreía todo el tiempo, era casi imposible verlo enojado o triste, aunque generalmente era alguien muy alegre e extrovertido, de baja estatura, y de contextura delgada, aunque con unas mejillas realmente adorables que daban ganas de querer morderlas.
Un día, su madre lo llevo a la casa de su mejor amigo, lee Jeno, ya que ella debía hacer algo importante, y no tenia quien cuidara del pequeño, mientras ella no estaba en casa.
Aquél día Hyuck llamo a la puerta de la casa de su amigo, esperando a que jeno atendiera, o como le decía "nono", pero no sucedió así.
En cambio, la persona que abrió la puerta ese día había sido mark, el hermano mayor de jeno.
Lee mark, el chico tenia 4 años mas que el, cabello color negro oscuro al igual que sus ojos negro como la noche, mirada intensa.
A diferencia del pequeño hyuck, mark era bastante alto a comparación de el, y aunque muy carismático y risueño, se molestaba con demasiada facilidad a veces cuando algo no le parecía bien.
— ¡Hey, Hola hyuck! ¿Que haces por aquí? — lo miró con el cejó arrugado, confundido mas que nada por encontrar al pequeño pelicastaño fuera de la casa.
— Hola makku, mi madre le aviso a la tuya que me quedaría por un rato, ya que ella debía atender algo importante — sonrió energéticamente, jugando con sus pies mientras lo miraba con aquellos redondos y brillantes ojos.
Los cuáles lo hacían lucir realmente tierno.
— Oh, ya veo. Mis padres y jeno no están, fueron al supermercado hace poco, pero no importa, ven pasa — se hizo aún lado dejando un espacio.
El mas pequeño sonrió entrando a la casa que ya conocía de memoria.
— Justo ahora miraba una película, quieres terminarla conmigo?, para matar el rato en lo que llegan — el menor giro levemente su rostro asintiendo con una pequeña sonrisa sin mostrar dientes.
Junto al pelinegro, se sentaron en el sofá de la sala, la cual era moderadamente espaciosa, con una hermosa decoración.
— Quieres comer algo? Puedo traer unos dulces si quieres — la alegría inundó al más pequeño, amaba los dulces con locura, aunque claro tenía reinstricciones por su madre, a ella no le gustaba que comería tanta comida dañina para su cuerpo, ella siempre cuidaba mucho de su salud
— yo...nose si pueda ahora mismo — su mano se dirigió a su nuca rascando dudoso, si entre aceptar o no.
