Te equivocaste de hombre

Începe de la început
                                    

La voz me tembló cuando lo llamé y pareció inesperado para él por la manera en que endureció la mandíbula. Eso quería decir que lo estaba haciéndolo bien y tomé la oportunidad para poder convencerlo.

Manipularlo. Usarlo. Tenerlo para mí protección, para mí.

Soy una desgraciada, sé que me voy a odiar por esto.

— ¿De mí? — espetó, y en esos largo segundos en que quedé en silencio, me abrumó no verlo pestañear ni una sola vez—. ¿Me temes?

Moví ligeramente la cabeza en negación. Y sin dejar de verlo remojé los labios.

—Tengo miedo de lo que...— me retuve intencionalmente. Obligué a que mi mirada comenzara a temblar sobre la suya, tratando mostrarle que sentía miedo de decirle y a la vez sentía una profunda necesidad de confesarle—. N-nada... olvídalo, no vas a...

Vi como la inexpresivo se apodero de él luciéndolo frio y temible. Ese gesto, era el que no deseaba ver en este momento.

—No es nada — solté, todavía sin dejar de temblar la mirada sobre sus orbes, con la necesidad de que él preguntara—. Sigamos, todavía nos falta cami...

Mis labios temblaron al no poder continuar con las palabras cuando atisbé su brazo alzándose y esa mano estirarse hacía mi con una única intención: deslizarse en mi mejilla.

Retrocedí de golpe como si temiera mucho a que me tocara. Sus dedos— que permanecía a centímetro de mi—, se apartaron empuñando una de sus armas en su cinturón. Su rostro aseverado se alzó alargando unas siniestras sombras alrededor de los parpados que intensificaron esa mirada depredadora sobre mí.

Me di cuenta que posiblemente cometí un error al apartarme de él. Seguramente pensaría que me aparté porque sabría si tenía miedo o estaba mintiendo. Sí tenía miedo, pero me aparté porque no quería que me tocara sabiendo cómo reaccionaría mi cuerpo con su toque. Me envolvía en una clase de burbuja que simplemente me hacía olvidar de todo lo que me rodeaba.

Que me tocara tanto en tan poco tiempo estaba frustrándome y de una manera sexual. Esta no era otra cosa que una atracción sexual y lo que sucedió bajo el manto térmico cuando respingué contra su entrepierna, me lo confirmó.

En ese instante estaba teniendo unas aterradoras ganas de tener sexo con él. Y no quería sentirme así de nuevo, me asustaba sentirme tan sedienta de bajar su cremallera y menearme contra ese bulto tan palpitante de calor hasta sentirlo dentro.

No sé qué hizo Chenovy en sus experimentos para que este me frustrara tanto a pesar de estar rodeados de monstruosidades.

Era horrible.

—Si no vas a decirme déjate de dudas y sigue caminando— arrastró en un tono serio, clavándose en mis labios—. Mantén esa boquita sellada hasta que lleguemos.

Se volteó levantando el arma y avanzando sin mí. Me sentí angustiada y no tardé en seguirlo. Lo arruiné. O, quizás él no tenía ninguna pizca de interés en mí.

(...)

Tres camillas largas se extendían a lo largo de la pared a mi derecha.

Por otro lado, en la pared izquierda se hallaban las repisas ocupadas por todo tipo de medicamentos, uno que otro recipiente flotaba en el agua debido a que las primeras tres repisas de las estanterías estaban hundidas.

Di un par de pasos para terminar de adentrarme bajo el techo de la enfermería y reparé en todos los medicamentos en tanto escuchaba a Siete cerrar la puerta detrás de mí. Estaba un tanto sorprendida de que la enfermería estuviera completa.

Experimento Corazón negro.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum