P R E L U D I O

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29 DE SEPTIEMBRE DEL 2019

   La conmoción reinaba en Chile. Si bien hasta el momento no se confirmaban amenazas de tsunamis, un sismo de magnitud 6,8 en la escala MWW había sacudido el centro del país y, conociendo sus historiales en desastres naturales, el miedo y la susceptibilidad reinaban en la capital y en las demás regiones que percibieron el movimiento.

   Y no era para menos, el presente año contaba con numerosos sismos registrados.

   La mayoría esperaban más informaciones del Centro Sismológico Nacional de Chile, aunque no faltaba la gente que este tipo de sucesos ya eran un pan de cada día, los creyentes lo atribuían al cumplimiento de la profecía bíblica; empero, existían quienes sabían el motivo de tanto temblor que perturbaban y amenazaban el país.

   Se trataba del Prodigium, una bestia del agua y la lava que era una icónica divinidad de esa secta. Quien la conociera creería que era conformada por satanistas o iluminatis, mas ellos aseguraban que no lo eran.

   Los Influential eran extraños y difíciles de definir concretamente. No eran los más poderosos del país o fuera de él, y como secta no se involucraban en asuntos políticos. Se hacían llamar los privilegiados, los afortunados, los aventajados, los visionarios y como individuos cada uno vivía una doble vida, tenían el mundo a sus pies, todo cuanto pudiesen desear. Quien quería fama la obtenía; dinero, fortuna, propiedades y riqueza lo tenían muy de sobra. ¿Placeres y fruiciones de la vida? ¡Por favor, eso no podía faltar! Podían permitirse cuanto se les diera la gana, hasta los excesos más inimaginables.

   No obstante, por supuesto que existía un precio a pagar.

   Prodigium no era un mero mito o leyenda, no era una simple efigie o escultura, tampoco algún efluvio o quimera, ni el Leviatán; sino una bestia real. Poseía una furiosa tonalidad anaranjada en su horripilante cuerpo (pues si bien era un espíritu, se materializaba cuando así lo ameritaba la ocasión), anaranjado, por la impactante frivolidad que la caracterizaba, puesto que si bien podía experimentar múltiples emociones, no tenía sentimientos; también porque con ese color evocaba al calor, al fuego, al poder; su mayor éxtasis era sentirse poderosa y al mundo bajo su merced. Pero cuando se encendía en ira su color cambiaba (o alternaba) a un tenebroso bermejo. Rojo, porque así evocaba a la sangre, a su excitante e incontrolable instinto devorador.

   Enojar a esa bestia era la mayor pesadilla de cualquier miembro de la secta. Y era tan horrible que no se la podía asemejar a ningún animal existente, exceptuando quizá una mezcla extraña entre el aspecto de un dragón con un dinosaurio. Quizá. Allende, complementaban a su terrorífico cariz unas púas a lo largo de su composición que le servían como garras, de ellas se prendía a la superficie y hacía sacudir la tierra.

   Según databan los Kesitas (los ocultos), sus historiadores, esta secta se había originado el 50 D.C. en la ciudad de Pérgamo, actual Turquía, hablando los idiomas arameo y latín, obviando en su círculo su idioma madre, y poco a poco fue consolidándose; para ese entonces tenían una fuerte influencia con la gente poderosa de la época en distintas regiones; sin embargo, la llegada de la Iglesia Católica eclipsó mucho más a la sociedad en ese entonces y, así como empezaron, poco a poco la gente fue olvidándolos, su influencia se difuminó.

   Decían que Prodigium había decidido mantenerse operando en secreto, aunque existían secretas teorías de que en realidad hubiese sido dominado.

   Ahora le atribuían todos los ciclones, grandes incendios, maremotos, terremotos, tornados, tsunamis y erupciones volcánicas que ocurrían; puesto que aseveraban que eran sus arranques de iracundia en sus irrefrenables ansias por dominar, por recibir la sumisión y veneración que reclamaba de la humanidad después de tantas opulencias que les había otorgado.

   Era perfectamente consciente que existían seres más poderosos que él y que lo que ostentaba era imposible, por eso prefería desquitarse con los humanos, vengándose así también de ellos por ingratos. Hasta los pocos que conocían a profundidad a Prodigium quedaban muy pasmados ante su macabro regocijo intenso ante la congoja de las multitudes ante tanto desastre, ante tanta destrucción.

   Y es que hasta su alegría podía ser mortal, afirmación constatada por varios testigos.

   En su perturbadora algarabía adquiría una refulgencia e iridiscencia que hipnotizaba a quien más cerca estuviera de ella; Prodigium bailaba y se movía eufóricamente hasta que a quien o quienes estaban más cerca suyo los ojos se les salían disparados de sus cuencas produciendo chorros de sangre uniformes, luego un mediano hueco se abría en el área del bajo vientre y sus intestinos eran como arrancados con fuerza magnética y simplemente ellos caían desvanecidos como desde un precipicio directo a la boca de la bestia, quien encontrándose en su santuario de lava y habiendo perdido ya su resplandor disfrutaba masticando y engullendo sus cuerpos como a cual manjar.

   Sí, la bestia era traicionera cuando perdía el dominio de sí y se sumía en la flipante euforia que ella misma se provocaba. Aunque al menos aquellos individuos podían dar fe de que vivieron estupendamente bien sin problema alguno, con derroches exquisitos.

   Exceptuando estas situaciones imprevistas, ¿qué precio habían pagado para pertenecer a la secta?

   Bueno, no existía un único precio como sí, todo era depende de qué temperamento podría estarse cargando o qué capricho podía antojársele. Con algunas mujeres, e incluso hombres (aunque estos casos solían ser raros) jugó al íncubo; para ello, rodeaba a la víctima de un aura brillante (a quien previamente se lo presentaba desnudo) para protegerla del fuego y como con imán la atraía hacia sí, solo que dejándola perfectamente consciente de lo que iba a hacer, puesto que la cópula sexual con personas que iban a quedar traumatizadas era mucho más placentero y excitante.

   Si es que la encontraban aburrida y fastidiada solicitaba un sacrificio en ritual con algún animal poco común (si es que no se lo hallaba en el plazo dado, el sacrificado sería el propio solicitante). Cuando tenía sed de sangre ordenaba un asesinato o hasta genocidio, depende su ira. Y también le encantaba presenciar traiciones. Estos ejemplos quedaban en eso: en ejemplos, ya que su imaginación era vasta.

   Si cumplían los requisitos, se firmaba el contrato de sangre vendiéndole no solo el alma, sino el cuerpo y eternidad. La promesa era una vida llena de albores, manjares y comodidades mil veces superior a la terrena. La traición era condenada a la peor de las torturas, sufriendo aquello en vida y muerte.

   De momento Prodigium se encontraba muy a gusto desatando su violencia en el Océano Pacífico, causando catástrofes en Japón y Chile.

   Y Rebeca Schmidt jamás imaginó que algo de tal magnitud cambiaría su frustrante y complicada vida, que esa bestia le daría un tambalón a su existencia. Y peor aún que el atractivo y sexy Asriel Moore fuera a ser el responsable.

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⏰ Última actualización: May 02, 2020 ⏰

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