Capítulo 38.

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Mi corazón bombeaba más de lo usual. Mis piernas se sentían flojas, pero las obligué a mantenerse firmes. El aire que respiraba era espeso y el silencio aprisionaba nuestro entorno. El cuerpo de Max estaba rígido y pude notar la rabia en su rostro mientras miraba a su hermano. Jordan vigilaba a los demás por si hacían algún movimiento en falso.

Cuando creí que nos quedaríamos en éste suspenso de miradas, Lander habló:

―Es sorprendente que estés frente a nosotros, Mark. Todos pensamos que habías muerto.

Él rió secamente y puso los ojos en blanco.

―No creo que estemos aquí para hablar sobre mí ―su mirada se deslizó hacia a mí y pasé saliva―. Por lo que veo están preocupados por alguien más.

―Voy a ser directo, ¿qué diablos tienen que ver ustedes con el hechizo de Emily? ―la voz autoritaria de Max hizo eco por el callejón.

―Personas como ella deben morir, así de simple.

Fruncí el ceño, sintiendo el miedo recorrer mi espina dorsal.

―¿Y quién eres tú para decidir eso? ―me atreví a preguntar.

―¿Saben? Estamos perdiendo tiempo valioso aquí ―intervino James, quien se arrepentió cuando Mark lo miró con odio.

―¿Quién te dio permiso de hablar?

James pasó saliva y desvió la mirada, quedándose callado. Sin protestas o golpes. Pensaba que no se dejaba intimidar por cualquier persona, pero al parecer, Mark los tenía bajo control. Jeremy y Michael optaron por estar en silencio detrás de él. Como reclutas. Estaba claro que Mark tenía algún poder nocivo sobre ellos.

Él se volvió a nosotros y dio unos pasos hacia adelante. Inmediatamente Max y Jordan se pusieron frente a mí.

―Ni un paso más ―exigió Max, y pude notar los músculos de sus hombros contrayéndose bajo su chaqueta.

Mark alzó los brazos y se detuvo. Entrecerró los ojos y luego su mirada me buscó.

―¿Dónde están tus padres, Emily? ―preguntó de repente. No me dio tiempo de procesar su pregunta cuando sonrió burlonamente―. ¿Los extrañas? Apuesto a que sí.

Por el tono en lo que dijo, presentí que sabía algo que yo no.

―¿Qué sabes de ellos? ―temí lo que podía haber detrás de las excusas y pretextos en los mensajes que le enviaban a Alexander.

―Emily... ―Max te tomó del brazo cuando inconscientemente quise acercarme―. ¿A dónde quieres llegar con todo esto, Mark?

―Estoy hablando con ella, hermano ―protestó, sin quitarme la mirada de encima.

―No me llames así ―espetó Max, captando su atención.

Arqueó la ceja y asintió.

―Cierto. Dejamos de serlo hace mucho tiempo.

―Desde el día en que practicaste magia negra ―aclaró Max y luego rió en seco―. Y ahora te uniste a los malditos purasangres.

El rostro de Mark se endureció.

―Es mucho mejor que los poderes de un simple Hechicero.

―No importa lo que hagas. No importa con cuantas especies te unas. Siempre serás como nosotros ―la voz de Max era sorprendentemente tranquila. Sin embargo, tenía las fosas nasales dilatadas y sus manos estaban formadas en puños.

―Puede que tengas razón, pero adquirir habilidades nuevas es como una medicina adictiva. Es por eso que Emily tiene algo que necesito.

―¿De qué estás hablando? ―dije, comenzando a sentir la falta de aire.

Atracción Mortal ✅ [ Disponible en físico ]Where stories live. Discover now