- ¿Estás loca?- Un sentimiento que jamás había sentido le corría por todo el cuerpo.- ¿Sabes lo que has hecho? ¡Ahora ira a por ti!- Hablaba con rabia pero no hacia ella. Algo extraño le estaba pasando.- ¿Por qué lo has hecho?

- Porque te estaba haciendo daño, un padre jamás debería…

- No tenias que meterte… yo…- No podía seguir ese sentimiento extraño le aturdía, bajo la cabeza mientras dos lagrimas recorrían sus mejillas.- Yo no puedo protegerte, no de él…- Miro a su padre que estaba en el suelo inconsciente.

- No necesito que me protejan…- no termino la frase, se arrodillo al lado del chico y sin más le abrazo. Al principio el rechazó el abrazo pero acabo sacando todo su dolor sobre el hombro de la castaña sin pensar en nada más.

Se despertó aferrado a su almohada empapada de tanto llorar. Después de unos segundos se sentó en la cama. En tan solo unos días esa chica le había cambiado completamente, apenas había mantenido una pequeña conversación con ella… y ahora su vida estaba completamente al revés. Al principio se dio cuenta de que no podía ser y decidió alejarse de ella por dos razones: la primera era que no quería que le hicieran daño (no sabía porque pero todo lo que antes pensaba de ella se borro de un plumazo) y segunda no podía permitir que le debilitara de esa manera.

Se levanto para darse una ducha y aclarar sus ideas. Dejo que el agua le lloviera y se apoyo en la pared escondiendo la cabeza entre sus brazos. Estuvo así un buen rato pero no podía dejar de pensar en el sueño. Tenía que sacárselo o mejor dicho sacársela de la cabeza. Cuando abrió el armario para vestirse vio su equipo de entrenamiento… allí estaba colgado de una percha olvidado. Recordó con un asomo de sonrisa, la cara que puso su padre al enterarse que se estaba entrenando en lucha cuerpo a cuerpo. Creía que a su padre no le gustaría pero una vez en la vida aprobó a su hijo, según el también era bueno saber defenderse sin varita, nunca se sabía por dónde te atacarían.

Viendo el equipo de entrenamiento decidió salir a entrenar y liberar tensiones. Se lo puso rápidamente, unos pantalones negros muy ligeros y una camiseta de tirantes blanca. Era increíble que llevando solo esa ropa alguien pudiera temerle, parecía un muggle. Se puso las deportivas negras y mirándose por última vez en el espejo salió corriendo para empezar a calentar el cuerpo.

Llevaba bastante tiempo sin ir a esa sala pero se acordaba exactamente de donde estaba y no tardo en llegar. No le sorprendió no encontrar a nadie por el castillo, eran apenas las nueve de la mañana, todos dormías recuperándose del baile de anoche. Llego delante del muro donde aparentemente no había nada, anduvo de un lado a otro del muro pensando: “una sala para entrenar”. Cuando dio la vuelta en la esquina la séptima vez apareció una pequeña puerta, la abrió, la sala era muy amplia a un lado un gimnasio completamente equipado y al otro lado una moqueta para lucha.

Como no tenia contrincante decidió entrenar en las maquinas, fue pasando de una en una para ir calentado cada musculo.

En la torre de Gryffindor Hermine ya estaba levantada pese que fue a dormir muy tarde. Sabía que sería la mejor hora para empezar el trabajo de pociones, tenían que entregarlo en tres semanas pero está claro que no esperaría al último momento. No quería hacer mucho ruido y decidió salir de la torre para no despertar a nadie. Mientras andaba por los pasillos pensó en donde podía ir, la biblioteca no estaba equipada para hacer pociones. Las mazmorras… no mejor no, muchos slytherin por allí.

- ¡Claro Hermione! El banyo del segundo piso.- Pero se encontraba demasiado lejos, no se había dado cuenta de que andaba sin rumbo mientras pensaba.- Un poco de ejercicio no me hará daño.- Dicho inició un paso rápido, quería empezar cuanto antes.

Sueños de esperanza. (Draco y Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora