Capítulo 171

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Capítulo 171:
❝En donde les felicito a todos por llegar tan lejos en esta patética obra❞

   Kana estaba en su habitación, ella sola. Keina estaba acostado sobre su abdomen, Chispita y Chocolate sobre su pecho y Ute jugueteaba con su cabello.
   Se sentía vacía.
   Pero no miserable. No como el día que perdió su brazos, no como la tarde que habló con el señor Shigaraki. Solo se sentía... vacía.
   Incompleta.
   Les había contado la historia a sus profesores y ellos solo la dejaron ir diciendo que lo resolverían pronto.
   "Resolver."
   ¿Qué iban a resolver?
   ¿Mágicamente le iban a devolver su singularidad?
   Ríe amargamente ante esto.
   Fue una ingenua, una idiota. Ahí estaban las consecuencias de su orgullo y gigantesco ego: primero la secuestran y ahora le quitan el quirk. El secuestro no era su culpa, ¿pero su quirk? Debió callarse cuando Takami empezó a hablar de su ideal y esa mierda, debió acudir a un adulto, o alguien capacitado para lidiar con la situación; no solo eso, debió desmantelar a Hana cuando pudo, darle un nuevo inicio, uno real. A pesar de todo Hana era una niña, aunque su cuerpo fuera el de una fuerte heroína su mentalidad era la de una niña obligada a madurar demasiado rápido.
   Quizás por eso ella y Takami se llevaban tan bien. Eran solo dos niños soldados; la diferencia es que ahora Hana quería hacer cosas buenas y Keigo cosas malas.
   Debió darle la respuesta cuando se la pidió.
   ¡Oh! ¡Pero eso no iba a detenerla! ¡Claro que no!
   Ya pasó por demasiadas cosas, ya se esforzó demasiado para llegar a donde está ahora mismo, aunque ahora no hubieran marcas en su cuerpo que revelaran tenía marcas en su cabeza, en su cerebro y su alma. Hana le había limpiado el cuerpo y le había arrebatado su quirk, ¡pero la hija del mejor dúo de antihéroes no va a detenerse ahí!
   Y porque no piensa detenerse ahí se levanta de su cama.
   Sale de su habitación mientras teclea algo en su celular. Se escabulle en la oscuridad, reconociendo cada rincón gracias a las muchas veces que se había escapado con anterioridad, camina descalza entre la cerámica y la grama, se cuela en otro edificio y sube las escaleras.
   Toca la puerta.
   —Tienes suerte de que siguiera despierta —la recibe Hatsume Mei al abrirle, sonriéndole ampliamente—. Esto es todo lo que tengo ahora que puede servirte, y esta es la llave del taller y mi identificación para que no te molesten si te encuentran, solo cambia tu apariencia y estarás bien, nadie sospechará.
   —Gracias —le sonríe también, recibiendo todo en manos, se lo entrega en una mochila—. Te lo devolveré en cuanto pueda.
   —No hay prisa —asegura—. Sé lo que es emocionarse por un proyecto personal, ¡esfuérzate y tómate tu tiempo! ¡Estoy emocionada por ver lo que la número uno puede hacer!
   Ríe bajito y asiente con la cabeza.
   —En serio, gracias. Lo cuidaré con mi vida.
   —No lo dudo. Buenas noches.
   —Buenas noches.
   Y se retira. Baja en silencio otra vez. Se cuela en su escuela y avanza otra vez en total oscuridad, sabiendo donde pisar para no activar las alarmas gracias a los planos que tiene Nezu en su oficina, los que ha visto pues debemos recordar que ellos juegan damas chinas y ajedrez juntos de vez en cuando.
   Llega al taller y se pone a trabajar.
   Le es fácil entender la construcción de los materiales de apoyo, su madre la pasó preparando toda su vida para eso en espera que esto la distrajera de su deseo de ser heroína, y ahora se lo agradecía enormemente. Entre vídeos de internet, los cursos que le pagó su madre y las anotaciones de Hatsume Mei había sobrevivido.
   El amanecer llega más rápido de lo que cree, pero ha terminado su creación perfecta. Está preparada para trabajar, tiene lo que quiere. Se saca las gafas de aumento y se frota los ojos, está cansada, pero su emoción rebasa su cansancio. No va a ir a clases ese día, Shouta la pidió que se tomara un descanso, por lo que puede seguir trabajando.
   Sale corriendo de la escuela para no ser descubierta ahí. Se cuela de nuevo en su edificio y sube las escaleras en grupos de cinco en cinco hasta llegar a su habitación. Acaricia a sus animales y se mete a la ducha para limpiarse, se pone su uniforme, vuelve a darle cariño a sus animales, les deja comida, agua y la caja de arena y sale corriendo otra vez, bajando las escaleras de cinco en cinco tal como las subió.
   —¡Koen-san! ¿No vendrás a clases? Ya casi es hora —llama Midoriya al verla pasar corriendo a s lado.
   —¿Ah? —murmura ella, deteniendo sus pasos— Oh, no, no. Uhm... creo que Aizawa-sensei se los explicará en clases, pero yo tengo otras cosas que hacer, lo siento.
   Y se retira corriendo otra vez.
   El joven frunce el ceño, confundido.
   —Oi, ¿qué le pasa ahora? —inquiere Bakugo, deteniéndose al lado suyo para ver a Kana correr al área de apoyo.
   —No lo sé —masculle.
   El rubio enarca una ceja y entra al salón, Hana tampoco está ahí, lo que lo extraña.
   Pero de todas formas ninguno tiene el tiempo de cuestionarse, pues el timbre para el inicio de clases resuena en todo el lugar y deben entrar a su salón.
   —¿Dónde está Hana-chan? —pregunta Uraraka, viendo el alrededor— ¿Y Kana?
   —Acabo de ver a Koen-san entrar al área de apoyo —reporta el brócoli— Pero a Koe-san no la he visto tampoco.
   Intercambian miradas afligidos, pero no pueden continuar cuando Aizawa entra en el salón. Suspira con pesar y se pasa una mano por el cabello.
   Y procede a explicar la situación actual; no todos los detalles, algunos, los esenciales para entender.
   —Por eso ahora mismo Koenmoku va a tomarse un descanso de un par de días donde no se presentara a la Academia, les pido por favor como sus amigos y compañeros cuidar de ella también.
   Bakugo y Midoriya intercambian mirada casi involuntariamente.
   Definitivamente Kana no se estaba tomando un descanso.

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