Capítulo 37 (La perfecta cena familiar)

Start from the beginning
                                    

Yare yare... ¿por qué no puedo tener una familia normal?

—Cambiando de tema. ¿Qué crees que deberíamos hacer de postre? ¿Crees que un pastel de fresa vendría bien? ¿O unos brownies de chocolate? ¿Qué les gusta a tus padres? Los míos me dan igual, pero los tuyos me preocupan. Tengo que impresionarlos y demostrarle que soy una buena novia para su hijo. —dijo de repente Hikaru, sacando a Kusuo de sus pensamientos.

—Hikaru... tranquilízate. Ya conoces a mis padres, y sabes que te aman. Incluso más que a mi.

Lo peor es que es verdad.

—Pero-...

—Y yo soy el que debería estar preocupado por tus padres. Sobre todo por tu madre, seguramente me asesina en un día de estos.

—¡Mi padre te adora! Y mi mamá... bueno, ya sabes como es. No lo dice ni lo demuestra, pero en el fondo... muy en el fondo... te acepta. —Hikaru, sonrió burlona, para después concentrar su mirada en la preparación de la comida—. Bueno, pero al final no me dijiste, ¿qué es lo que le gusta a tu papá?

—Lamer zapatos.

—Te estoy hablando en serio.

—Yo también.

Hikaru resopló ante la expresión ligeramente divertida de su novio. Alzó una ceja.

—Parece que alguien se va a quedar sin postre hoy.

—¡Hikaru!

****

—Todo está limpio, todo está ordenado, la comida está en perfecto estado... nada puede salir mal. —comentó la azabache, dándole una buena y profunda mirada al interior de su hogar, esperando no encontrar ninguna mancha o defecto.

Kusuo, quien se encontraba sentado en una de las sillas comiendo una fruta, solamente brindó su silencio como respuesta. Cada tanto utilizaba su clarividencia (siempre y cuando Hikaru no estuviese mirándolo) para saber el paradero de Kurumi y Kuniharu. Quienes estaban en una tienda que tenían de paso, aparentemente intento comprar lo que parecía un postre como regalo.

—¡Cariño! Tampoco tienes que sobrepasarte tanto. Es solo un postre, no es un regalo de bodas. —opinaba Kuniharu, notando como su mujer intentaba comprar un pastel blanco de tres pisos.

Yare yare, no me sorprendería que cuando yo alcance la mayoría de edad empiece a extorsionarme para que me case.

El ensordecedor ruido del timbre sonando fue lo que sobresaltó a la pareja. Hikaru se peinó su cabello con una mano antes de acercarse a la puerta y abrirla con una gran sonrisa un poco nerviosa en el rostro.

—¡Bienvenid-...! Ah, son ustedes. —dijo, deshaciendo su expresión y dejando pasar a sus padres y a sus pequeños hermanos mellizos, quienes balbuceaban y reían. Apurándose a ayudarlos con los bolsos—. Llegaron temprano, ustedes suelen llegar tarde a cualquier cosa.

—Siempre llegamos tarde por culpa de tu padre. —respondió la mujer, frunciendo el ceño, mientras sentaba a Rin sobre la mesa—. Y como esta noche era importante, lo obligué a que se preparara tres horas antes.

—¡Hika-chan! ¡Ku-chan! —el hombre, que era más bajo que su mujer, tenía una sonrisa de oreja a oreja. Y Kusuo casi podía ver que tenía brillitos alrededor—. Estamos ansiosos por conocer a tus padres, Ku-chan.

—Dime, Saiki. —el aludido miró a su suegra, tranquilamente expectante—. ¿Tus padres aceptan tu relación con Hikaru?

—Sí. Son conscientes de ello.

Con sabor a azúcar. Where stories live. Discover now