MI CÁRCEL INTERIOR

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La única cárcel en la que vas a estar es la que está dentro de ti. Todo lo malo está en tu interior. Muchas veces en tu cabeza. Si fuese tan fácil como pagar una cantidad de dinero y poder salir de ella, todo sería genial. Pero los trastornos mentales no son tan tan fáciles de solucionar. Te hacen creer que te estás volviendo loca. Los de tu alrededor por mucho que lo intentan no te entienden.

El insomnio: no solo no te deja si no que luego te hace ver todo más negro que de lo habitual. Te acuestas pronto intentando quedarte dormida, pero te pones a pensar en tus cosas y no paras. Finalmente, te quedas dormida, sabiendo no vas a descansar nada, ya que el insomnio y las pesadillas continuas te lo impedirán.

La depresión: buuff, no se puede describir con palabras. En mi caso es una sensación de impotencia, frustración y tristeza constante. Solo quiero meterme en la cama para estar ahí el resto de mi vida. Pero no me dejan, la sociedad me exige salir a la calle con  una sonrisa en la cara, como si pudiese olvidarme de todo. Como si pudiese darle a un botón y que todos los pensamientos desapareciesen... Cosa que no puedo hacer ya que estoy en una cárcel invisible para el resto. 

La ansiedad: esa sensación de no poder respirar. Simplemente noto como si tuviese 100 kilos en la boca de mi estómago, los cuales suben a mi garganta después. No la puedo controlar, siento que me ahogo. Puedo hacer ejercicios de respiración y todo lo que me recomiendan que haga. Pero se que no es tan sencillo. Simplemente es llorar e intentar respirar con normalidad. Y  mientras todo esto ocurre un dolor de cabeza muy intenso se instala en mí. Lo peor es que sé que va a estar ahí un buen rato. Y esto finaliza cuando a la ansiedad le da por darme un respiro (demasiado pequeño como para volver a estar tranquila).

De repente, sin previo aviso, vienen los ataques de ansiedad. Esos sí que son realmente jodidos. El primero de todos fue por una tontería, me pegué un golpe en la rodilla (algo insignificante a priori) y me empecé a agobiar. Desde hace tiempo me temblaban las manos al ir a coger algo. Al principio pensaba que serían simplemente nervios y me lo tomaba a risa. Hasta el día que me di el golpe. Ahí fue cuando empecé a llorar desconsoladamente y me empezó a temblar todo el cuerpo. Estaba haciendo tenis y paré un poco, con la esperanza de que solo fuese un bajón más. Pero, en ese momento una amiga que estaba estudiando psicología me dijo lo que me estaba pasando. Un ataque de ansiedad. Cuando me relajé un poco me acercó a mi casa. Mis padres no estaban, por lo tanto, tenía tranquilidad absoluta. Le prometí a mi amiga que si me volvía a dar otro la avisaría. 

Como un zombie, me fui a mi cuarto. Y como no, me volvió a dar otro. Entonces, para intentar relajarme, me tumbé en mi cama, con la intención de relajarme. Miré al reloj, había pasado media hora desde que me había metido en la cama y seguía igual. Me incorporé un poco y cogí la botellita de agua que tenía encima de la mesilla. Desconsolada, me metí la pastilla en la boca y cuando me dispuse a coger la botella, se me derramó por encima. Es lo que tiene que te tiemblen las manos como si tuviesen vida propia. En pleno ataque y con todo empapado, me volví a hacer un ovillo en mi cama. Me tapé completamente y lloré hasta que me quedé dormida. Pero en ese momento sabía que en un par de horas vendría el insomnio a hacerme compañía. Y los ataques siguieron día tras día. Durante una semana por lo menos. 


Es una pequeña historia de como vivo yo estos problemas, espero que a alguien le sirva de ayuda. Dentro de un rato subiré como los voy superando. Contarlo me hace estar mejor. Espero que si alguien lo lee se vea más o menos reflejado/a y vea que no está solo/a. 🥰💜

Tú eres la llaveWhere stories live. Discover now