"El sueño de un Ángel"

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Cecilia besa la frente de su hermana menor y parte rumbo a la academia.

La escritora pasa el resto de la tarde en compañía de su nana, y pendiente en todo momento del teléfono por si llegara a llamar el doctor Carmona.

Santiago, a las seis deja de dar consultas y se reúne con Alex y Adrián para revalorar el caso de Martín.

-Durante las últimas ocho horas el paciente ha evolucionado favorablemente, la presión arterial se ha ido regularizando lentamente, al igual que los niveles de glucosa, lo cual nos da la pauta para transferir al niño a terapia intermedia -informa Adrián a Santiago, quien lo escucha atentamente.
-¿Está consciente? -pregunta Santiago, al releer el informe médico.
-Sí, hace un rato estuvo despierto y la mamá entró a verlo -contesta Alex enseguida.
-Voy a verlo -comenta Santiago dejando los documentos sobre el escritorio.

Luego de estar un momento conversando con el pequeño Martín, Santiago y Adrián van a bañarse y a comer algo a casa, quedando Alex pendiente del niño.

Al llegar a casa el doctor Carmona es recibido con un rico y cálido abrazo de su princesa Marijó, a quien le da mucho gusto ver a su papá.

De inmediato Estela le prepara algo de comer a su hijo, en lo que él toma un refrescante y reanimador baño.

Después de ducharse, Santiago toma el teléfono y recostado en su cama llama a su novia.

-Amor, ¡qué bueno que me hablas! ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo en la clínica? -pregunta Maya, desde su habitación.
-Mejor, mi vida. El niño va evolucionando favorablemente. Ya lo pasamos de terapia intensiva a intermedia, hace un rato estuve platicando con él, ya comió un poco... -cuenta Santiago, cerrando los ojos.
-¡Bendito sea Dios, mi cielo! -exclama ella sonriendo.
-Bendito sea, Maya, porque de no haber sido así me hubiera metido en un problemón -comenta él, respirando profundamente.
-¿Por qué dices eso? -pregunta ella preocupada.
-Porque la familia amenazaba con demandar por negligencia médica -responde él.
-¿Por qué por negligencia médica? -pregunta Maya desconcertada.
-Porque intervine al niño sin darme cuenta de que tenía una lesión cardiaca -dice él.
-Pero eso no fue tu culpa -responde ella.
-No, amor, pero un familiar desesperado no se pone a pensar si tengo o no la culpa -contesta Santiago.
-Sí, tienes razón -reconoce Maya.
-Pero gracias a Dios se está arreglando -comenta él.
-¿Y tú cómo estás, amor? -pregunta la escritora.
-Yo estoy muerto, Maya. Anoche no dormí nada y hoy otra vez me quedaré en la clínica. Sólo vine a la casa a bañarme, comer y ver a Marijó -aclara Santiago verdaderamente cansado.
-Mi cielo, te va a hacer daño tanta desvelada -exclama Maya angustiada.
-No, preciosa. Tú no te preocupes, ya estoy acostumbrado -responde enseguida él.
-Oye... ¡hoy es un día especial para nosotros!... Mi amor, discúlpame por no haberte llamado antes y no poder festejar como lo habíamos planeado pero tú sabes que la situación se salió de mis manos -confiesa verdaderamente apenado Santiago.
-No digas eso, mi vida. Yo entiendo que tu trabajo en este momento es lo más importante y debes concentrarte en él. Además, me encanta que seas tan responsable y trabajador -responde ella con amor.
-Y a mí me encanta que me apoyes y me comprendas -exclama él, suspirando.
-Es que de eso se trata precisamente el amor, de comprender, entender, apoyar, ¡pero sobre todo de amar! Y yo a ti te amo como a nadie en el mundo -confiesa con una enorme sonrisa ella.
-¡Eres maravillosa, Mariela! -exclama él.
-¡Simplemente soy una mujer enamorada! -dice Maya con un suspiro.

La pareja de novios continúa charlando por teléfono por más de treinta minutos, comentando algunas cosas, entre ellas cómo le fue a la escritora en su última sesión de hidroterapia y la llamada que la pequeña Marijó le hizo por la tarde.

-Bueno, mi cielo, te dejo porque ya es tarde. Como algo rápido y me regreso a la clínica -dice Santiago, levantándose de la cama rápidamente.
-Ok, amor. Cuídate mucho. ¡Te amo! -responde la escritora.
-Yo te amo más, hermosa... Te llamo en cuanto pueda, descansa -se despide él.