BESOS Y CONFESIONES

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Las cosas no podían estar peor para Lan Xi Chen. ¿Cómo era posible que siendo líder del clan Lan le pasaran esas cosas? Si bien Lan Zhan nunca había sido expresivo con su hijo adoptivo, lo cierto era que lo quería mucho y que se preocupaba bastante por él, al igual que Wei Wuxian. Sin duda alguna lo matarían al enterarse de que su preciado hijo no se encontraba en la Profundidad de las Nubes.

—¿Qué haremos, señor?

—¿Qué podemos hacer? Salir a buscarlo —declaró de inmediato.

—Pediré que los mejores cultivadores se preparen. Justo ahora es peligroso partir en grupos pequeños, recuerde las últimas noticias del exterior, ha habido bastante actividad demoníaca en los alrededores.

—No es necesario. Iré solo.

Los ojos de sus aprendices se abrieron como platos, al igual que su boca. No podían creerlo. ¿Acaso habían escuchado bien? Lan Huan, el jade mayor, iría en busca de un estudiante del Clan Lan de GuSu.

—Pero, señor...

—Iré solo —repitió, esta vez en tono más firme.

Los chicos hicieron una reverencia de inmediato, demostrando así que aceptaban la decisión de su líder.

—Ustedes continúen alertas desde aquí por si SiZhui regresa. 

El líder del clan Lan fue a su recámara, se cambió las elegantes vestiduras y utilizó algo ligeramente más cómodo como hacía cuando salía de cacería nocturna, lo cual como líder de un clan no podía permitirse a menudo. Se colgó a Liebing, su flauta, a la espalda y empuñó a ShuoYue, su espada, con la diestra, finalmente se acomodó su cinta cuidando que quedara bastante derecha sobre su frente y salió en busca del hijo de Lan WangJi y Wei Wuxiang.

—¿A dónde rayos te metiste, SiZhui? —Cuestionó en medio de un suspiro, mientras sus pasos se alejaban cada vez más de la Profundidad de las Nubes, hasta cruzar la entrada y adentrarse en los bosques que le rodeaban.

Mentiría si dijera que no se encontraba preocupado por el menor, realmente le preocupaba que estuviera solo. Al menos solo habían pasado unas cuantas horas desde su partida, lo que le permitiría encontrarlo quizá con mayor rapidez. Lo llamó a gritos durante largo rato. Su voz casi parecía replicarse entre los arbustos para terminar por desaparecer a la distancia. El eco le devolvía el mismo grito, débil, como respuesta, pero no había ni rastro del niño que buscaba.

Lo cierto era que SiZhui no era más un niño. Se trataba de un bello joven de 18 años, inteligente, educado, de corazón bondadoso y justo; todo un Lan. Un orgullo para el clan. Mientras pensaba en los atributos del pequeño Lan XiChen no pudo evitar sonreír. Ese chico siempre le provocó algo muy parecido a la ternura. Quizá porque hablaba bastante poco y cuando hablaba no solo lo hacía con una bella sonrisa sino que todo parecía expresarlo a través de sus enormes ojos negros. Tan brillantes y bonitos.

—¡Lan SiZhui! —Lo llamó nuevamente a gritos.

No obtuvo respuesta alguna.

La noche había caído finalmente sobre los campos y la temperatura comenzó a bajar considerablemente. Esperaba que al menos en la bolsa que mencionaron los guardias que SiZhui llevaba con él hubiese guardado alguna manta o pasaría una terrible noche. Al menos él tenía más experiencia y sería capaz de soportar aquella fría temperatura. Caminó un poco más despacio, tratando a su vez de encontrar algún lugar donde descansar un momento o donde el chico pudiese haber parado previamente. 

Casi una hora más tarde le pareció encontrar huellas similares a los zapatos utilizados por el clan GuSu Lan. Dichas huellas eran notablemente más pequeñas que las suyas, y bien podrían ser del joven que buscaba con tanta desesperación. Siguió aquel camino y no tardó en dar con rastros de sangre. Afortunadamente no era mucha, parecía más bien una herida pequeña en algún punto de la pierna ajena.

ENAMORADO DE LAN XICHENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora