Viviana acompaña a sus amigos al hotel para que Marijó y su papá se registren debidamente y se instalen en su habitación.

Luego se dirigen nuevamente a casa de Magaly, donde una vez más se encuentran reunidos todos los Valencia.

-Bueno, ahora sí me retiro porque si no llego ya a mi casa, ¡me van a correr! -comenta Vivi, estando aún afuera de la casa de Magaly.
-Amiga fiel, muchas gracias por todo -agradece Maya con una sonrisa.
-No agradezcas nada, amiga. ¿Nos vemos mañana? -pregunta Vivi.
-Claro... ¡Te adoro! -asegura Maya, al abrazarla.
-Santi, cuídense... Adiós, Marijó -se despide Vivi con cariño y sube a su auto.

La escritora entra con su novio y la pequeña a casa de su tía, donde los reciben amablemente y se integran a la convivencia familiar.

Cecy y Ricardo se acercan a platicar con su hermana y su cuñado, mientras la pequeña Marijó juega con Palomita, Paulina, Christopher y Marco.

Maya busca el momento perfecto para entrar a la recámara con Santiago y con emoción presentárselo a su abue Carmen.

-Hola, abue, ya regresé de pasear... Oye, quiero presentarte a alguien -dice Maya, acercándose a la cama de su abue.
-Mira, abuelita, él es Santiago, mi novio. ¿Recuerdas que te conté de él? -dice la joven, haciendo que su novio se acerque también.
-Está guapo, ¿verdad? -exclama Mayita, mientras Carmen observa el rostro de Santi.
-¡Buenas noches, doña Carmen! -saluda Santo, con una caricia.

Carmen no deja de observar a su nieta y a su novio, y aunque no puede hablar, sonriendo les externa la alegría que le da verlos juntos.

Otra vez la casa está llena de carcajadas y diversión durante la cena.
Después, Betty, Vero y los hijos de ambas se retiran del lugar. Sin embargo, la buena charla continúa hasta la media noche, y es aquí donde Santiago y Marijó se despiden de todos y se dirigen a descansar al hotel.

Durante la madrugada del miércoles 28, el clima del puerto sufre un cambio totalmente brusco, pues empieza a sentirse mucho frío. Después del desayuno, el doctor y su pequeña hija vuelven a casa de Magaly para encontrarse con Maya.

Luego de estar un rato con sus primos y hermanos, la escritora y su novio salen a dar un paseo.

A pesar del frío, Maya, Marijó y Santiago caminan por el malecón, disfrutando de la belleza del paisaje. Más tarde, entran a La Parroquia, uno de los restaurantes más reconocidos y prestigiados del puerto por su excelente servicio y deliciosa gastronomía.

La especialidad de la casa es el café, y eso es lo que pide la pareja, tomando en cuenta que también les ayudará a contrarrestar un poco el frío.

-¡Amor, muero de frío! -exclama Maya, al tomar a Santiago de la mano.
-¡Mi vida, estás helada!... Está haciendo mucho frío -responde Santiago, al sentir la mano de su novia bastante fría.
-¡Demasiado! No había sentido tanto frío este año. Ni siquiera en México -insiste Maya.
-¡Qué mala onda! Yo quería ir a la playa -exclama triste Marijó.
-Quizá tengamos suerte y cambie el clima antes de que se vayan a Los Cabos, princesa -responde Maya sonriendo.
-Amor, no le des ideas. El clima no va a cambiar ¡Estás temblando de frío! -dice Santiago, volteando a ver a Maya.
-Sí, mi cielo, pero ayer y antier moría de calor -responde enseguida ella.
-Entonces, el clima está loquito como mi papito -dice a carcajadas Marijó, y Maya la apoya.
-Las loquitas son otras. ¡El frío les hace daño! -contesta Santiago y los tres ríen.

Continúan charlando mientras disfrutan del café y unas exquisitas y frescas piezas de pan dulce. Al atardecer, los novios llegan donde la tía Magaly, quien ha preparado ya un sabroso y caliente chocolate para todos.


 "El sueño de un Ángel"Место, где живут истории. Откройте их для себя