11. Ataques al corazón

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Había sentido estas cosas a través de una película, o leyendo un libro sobre un romance catastróficamente prohibido -Jaemin amaba los romances prohibidos-, pero esto... Nunca se imaginó sentirse así por el tacto, la mirada, e incluso el pensamiento sobre una persona de carne y hueso, alguien que pudiese ver, tocar y oír. Entonces se fijó en Jeno, es decir, de verdad lo hizo. Porque claro que anteriormente Jaemin había notado lo atractivo que su guardaespaldas era, o la forma en que incluso Sunny parecía acomodarse a si misma ante la presencia de Jeno, como si este desprendiese alguna clase de encanta varonil que volvía tontas las hormonas de las mujeres (Incluso si estas estaban atravesando sus 40's). Pero Jaemin nunca se sintió... Así.

Y esa simple palabra de tres letras escondía sentimientos incomprensibles para el joven actor.

De todas formas, deslizó el pensamiento atroz de que algún día esta pequeña burbuja de lo que sea esto fuese, estallaría. Porque en su realidad, el amor era algo complicado y absolutamente debía ir después de los negocios. Suspiró, aferrándose al borde de la camiseta que le cubría un poco más allá de la ropa interior y caminó por la pulcra habitación.

-Cómo no puede tener ni una mota de polvo...- murmuró para sí, irritado por la prolijidad de la cual él no era partidario.

Reconoció unos cuantos libros con títulos que cualquiera hubiese escuchado en algún momento de la vida; La Ilíada, La divina comedia, Matar a un Ruiseñor, El Conde de Montecristo... Y muchas obras literarias que pondrían a dormir a Jaemin en un santiamén.

Aunque le gustaba la Odisea, recordaba a su madre practicar los monólogos cuando tenía unos ocho años. Así fue como Jaemin se interesó en la actuación, porque desde que podía recordarlo le parecía mágico la forma en la que la voz de su madre se cargaba de sentimientos al contarle una historia. Un libro entre tantos le llamó la atención, lo tomó entre sus manos y lo abrió por la mitad. Sus mejillas se inflaron y un gemidito irritado se le escapó.

-Él era adorable...- dijo completamente asombrado, observando el álbum de fotos que presentaba a un Jeno de cinco años vestido como un adulto.

-Lo sigo siendo.

La voz provocó que Jaemin diese un brinco en su sitio. Cerró el librillo y lo escondió tras su espalda, entonces volteó para mirar al hombre joven parado en la entrada del cuarto. Llevaba la ya conocida camisa blanca remangada hasta los codos, la corbata se había perdido en el camino, y el cabello -que dicho sea de paso Jaemin había ayudado a despeinar - ahora le hacía lucir como si acabase de levantarse.

Fue una imagen diferente, algo más cotidiano... más íntimo, algo que aceleró el pobre y no tan acostumbrado a sobresaltos corazón de Jaemin.

Se miraron en silencio. Jaemin abrió la boca enrojecida e hinchada por los anteriores besos, pero no pudo decir nada, no cuando Jeno se le acercó desprendiéndose la camisa y deteniéndose justo frente a él.

-Yo solo estaba...

Una sonrisa tranquila apareció en el rostro del mayor. Estiró la mano y Jaemin tuvo la estúpida idea de morderse el labio, su cerebro le gritó que seguramente parecía un tonto porque Jeno no dejaba de mirarle divertido. Entonces abrió la puerta del armario que Jaemin tenía detrás y sacó dos prendas antes de retroceder.

Sin embargo, sus ojos escanearon rápidamente el cuerpo delgado y no pudo evitar aclararse la garganta.

-¿Seguirás tomando mis cosas sin permiso?

Jaemin parpadeó, su confianza regresando de repente.

-De todas maneras me quedan mejor a mí.

-Sigue usando Gucci y Dior. Estas cosas pertenecen a mi mundo, y no todo te queda bien- Contraatacó Jeno, levantando la camiseta negra que traía en la mano.

𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐎𝐧 𝐌𝐞 - {𝙽𝚘𝙼𝚒𝚗}Where stories live. Discover now