Luego le sostiene la bocina a su hermana para que pueda hablar.

-"El número que usted marcó está apagado o fuera del área de servicio" -responde una grabación del otro lado del teléfono.
-Está apagado -grita Maya.
-¡A la clínica, mensa! -dice Ricky, mientras su hermana marca de nuevo.
-Clínica ortopédica del doctor Carmona, buenos días... -responde Hortensia amablemente.
-Hortensia, buen día. Soy Mariela, ¿me comunicas con Santiago, por favor? -le pide Maya.
-Maya, disculpe pero el doctor acaba de entrar a cirugía...
¿Necesita algo? -responde Hortensia.
-Ah, ok. No, no te preocupes... Cuando salga, sólo dile que le hablé, por favor -ruega Maya, un poco desanimada.
-Claro que sí... Hasta luego -se despide Hortensia.
-Gracias -dice Maya y cuelga.
-Está en cirugía -comenta a su familia Mariela.
-No te preocupes, mi amor. Ya habrá tiempo para que le agradezcas el detalle -responde Sara, sonriendo.
-¿Detalle? Detallazo, diría yo. Mamá, ¡le llenó el cuarto de flores! -aclara Ricardo, y todos ríen.
-Bueno, lo que sea -corrige Sara.
-Pues yo las dejo en su jardín y me voy a la escuela a estudiar -dice Ricardo, al levantarse y salir del lugar.
-Te acompaño a la puerta, hijo -dice Sara, y se va con él.

Maya y Cecy se quedan solas en la habitación.

-¿Ves por qué lo amo?... ¡Ve estas rosas, qué hermosas están! -comenta con alegría, la escritora.
-Sí, hermanita. ¡Es imposible no amar a ese hombre! -responde Cecy, respirando el aroma de las rosas.

El tiempo sigue su curso, y a la hora de la comida todos se reúnen ara vivir un agradable momento acompañado de bromas, risas y mucha diversión familiar.

El teléfono de la casa suena y es Ángela quien responde enseguida, mientras los demás conversan.

-Mayita, te llama Santiago -dice Ángela, dándole la bocina a su prima.
-¡Hola! -responde enseguida Maya.
-¡Hola, hermosa!... ¿Cómo estás? -saluda sonriendo Santiago, mientras va conduciendo su auto.
-Muy contenta y nerviosa. ¿Y tú? -responde ella.
-¡Feliz de escuchar tu voz!... Me dijo Hortensia que me llamaste hace rato, ¿necesitas algo? -comenta él.
-Solo quería agradecerte las rosas tan bonitas que me mandaste y decirte que me gustaron muchísimo -responde Maya, con mucha alegría.
-Me alegra escucharte tan feliz -le dice él al oírla tan emocionada.
-¡Están hermosas!, Santiago, ¡llenaste de flores mi cuarto! Parece un jardín -exclama ella sonriendo.
-Ésa era la idea -asegura él.
-No debiste molestarte -dice ella un poco apenada.
-Te mereces eso y más -afirma Santiago, mientras estaciona su auto.
-De todos modos no debiste hacer algo así -insiste ella.
-¡Ssshhh! Ya no digas nada y disfruta de tus rosas -responde él, al entrar a su casa.
-Eres genial -dice Maya.
-Paso por ti en un rato -le dice él.
-De acuerdo... ¡Gracias! -exclama ella y termina la conversación.
-¿Qué te dijo? -pregunta Cecy, al acercarse a su hermana de prisa.
-Que su idea era esa, llenar de flores mi cuarto y que yo merezco eso y más -le cuenta Maya, llena de felicidad.
-Maya, ese hombre está loco por ti -asegura Cecy, al abrazarla fuertemente y sonreír.

Por su parte, Santiago convive con su hija un largo rato, dado que durante la semana no tuvo el tiempo necesario para estar con ella como siempre.

-Papi, te extrañé mucho esta semana -le dice Marijó, mientras lo abraza.
-Yo también te extrañé, mi amor -responde Santiago, al darle un beso.
-Oye, pá, cuando llegaste venías hablando con Maya, ¿verdad? -pregunta la niña, al subirse a su cama y empezar a brincar.
-Sí, ¿por qué? -le dice él, al tomar su mano para evitar que se caiga.
-¿Puedo hacerte una pregunta? -dice ella, mientras sigue saltando.
-Claro, mi amor. Pero deja de brincar, pareces loquita -replica él y ambos ríen.
-Maya te gusta, ¿verdad? -pregunta de repente la niña, al sentarse en la cama.
-¿De dónde sacas eso? -responde él, realmente sorprendido.
-Ay, papito, ¡soy niña pero no tonta!... Me doy cuenta por las cosas bonitas que le dices, cómo la cuidas y la quieres -explica Marijó seriamente, mientras él la escucha anonadado.
-¡Me das miedo, María José! -bromea Santiago y le hace cosquillas.
-Papá, no te hagas el tonto y contéstame... ¿Te gusta Maya? -insiste la niña, molesta.
-Sí, mi amor. Maya me gusta, y me gusta mucho -responde Santiago al mirar a su hija a los ojos.
-Y ¿por qué no se lo dices? -exclama ella, con alegría.
-Porque en los últimos años he hecho cosas que no debía hacer, y por eso no soy digno del amor de Maya -explica cariñosamente, él.
-Pero si tú eres muy bueno, papito -asegura sonriendo la niña.
-Sí, mi amor. Pero también he hecho cosas indebidas -afirma él, con tristeza.
-¿Qué cosas, papito? -pregunta ella, confundida.
-Cosas que tú estás muy pequeña para entender -dice Santiago, al acariciar el rostro de su niña.
-Bueno, pero estoy segura de que Maya te perdonaría. ¡Ella es buena como tú! -dice sonriendo Marijó.
-Mi vida, es muy difícil que Maya me crea si le digo que la quiero después de todo lo que hice antes de conocerla -contesta Santiago.
-Pero lo puedes intentar. ¡Vas a ver que sí te cree! -exclama ella sonriendo.
-Además, no puedo decirle a Maya que la quiero, porque estaría faltando a la promesa que te hice hace tiempo -agrega él.
-¿La de no casarte nunca con nadie? -pregunta Marijó.
-Exactamente -responde él.
-No papito. ¡Ya no quiero que me cumplas esa promesa!
-¿De qué hablas, María José? -pregunta él, muy sorprendido.
-Ya sé que hay mujeres buenas como Maya y estoy segura de que, si son novios y se casan, ella no me trataría mal porque me quiere y yo a ella -explica mientras su padre sonríe en silencio.
-¿Estás hablando en serio? -dice Santiago.
-Sí, papi. Ya no tengo miedo y sé que Maya es buena -afirma sonriente ella.


 "El sueño de un Ángel"Where stories live. Discover now