- Tampoco fue muy amable decir que arreglo a la gente -contesté con el mismo tono neutro.

- No dije que los arreglaras -se corrigió rápidamente, y trató de enmendarse, aunque logró empeorar la situación-, dije que lo intentas, tal y como hiciste con-

- Ya -le corté, presionando el puñado de arena y haciendo que escape entre mis dedos. No quería abrir viejas heridas.

- En verdad me gusta Rin, ¿sabes? No quiero cagarla -cuando me confesó esto, sentí una presión en el pecho.

No podía permitir algo así, no era apropiado para la situación en la que todos estábamos metidos. Rin debía enfocarse en las prioridades: su madre, sus estudios, recuperar a sus hermanos... No tenía tiempo para andar con cortejos persiguiéndola cual sombra.

- Si quieres inténtalo, aunque sinceramente no me parece el momento apropiado Mikuo, ella está pasando por muchas cosas.

El chico abrió la boca para contestarme pero fui interrumpido por una sensación fría en la cabeza, la cual enseguida se extendió a todo mi cuerpo. Cerré los ojos por inercia, y al abrirlos caí en cuenta de que estaba completamente mojado con agua helada.

Para mi sorpresa, alcé la vista y detecté una cabeza rubia sonriéndome con autosuficiencia.

- Sé cuidarme sola -fue todo lo que mencionó antes de pegar media vuelta.

Escuché una risita aguda, pero al ver a mi compañero él estaba tan anonadado como yo. Al ubicar a la dueña de la carcajada, Una, ésta me sonrió incómodamente.

- ¡Lo siento, Len! -se disculpó entre risas, antes de salir disparada detrás de Rin.

No podía creer que estaba empapado. Entré al baño casi corriendo y debí sacarme la remera verde limón para exprimirla bien. Mikuo había sido muy amable al acompañarme, haciéndome sentir un poco estúpido por todo el drama que le había causado el día de hoy.

- ¡Len! ¡Mikuo! -escuchamos fuera del baño de hombres- No quiero molestarlos mientras compiten por quién la tiene más larga, pero ¡Oliver y Fukase me dejaron sola!

- Shhhh -la callé con una cara de pocos amigos, saliendo hasta la puerta del sanitario sin remera y con el cabello mojado-. Tenemos una situación aquí.

- Wow, no me imaginaba que esto iba a terminar así -dijo con sorna, espiando hacia el baño para ver al otro chico, vestido.

Gumi era una malpensada de primera categoría.

- No seas tarada, Rin y él pelearon -explicó él mientras me pasaba la remera, todavía humedecida.

Me la coloqué con vergüenza, viendo que me marcaba el torso. Si mi papá me veía, tenía un interrogatorio garantizado.

- Oh. Y... ¿qué se siente tener una hermana? -preguntó Gumi luego de un momento, mientras asimilaba lo que había sucedido y nos dirigíamos de vuelta a clase.

- Como un vaso de agua fría en la nuca -dije, burlándome de mí mismo.

- Al menos tienes una moto -me contestó de nuevo ella, tratando de animarme.

Austausch (El Intercambio) | RiLenWhere stories live. Discover now