Capítulo 1

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  Observaba con atención todos los folios que había sobre la mesita de café. Una factura de agua, otra de luz, otra del alquiler, otra del móvil... Jugaba con su pelo mientras pensaba qué hacer. No podía buscarse otro trabajo, los horarios de la tienda en la que trabajaba eran lo suficientemente flexibles como para poderse adaptar a la universidad. Y aunque hubiera intentado buscar trabajo aquel verano, nadie quería a alguien que solo tenía experiencia como dependienta en una pequeña tienda. Ya había vendido su coche, su portátil -por lo que tenía que hacer los trabajos en un cyber. No sabía de dónde más recortar, o qué más vender para poder pagar todas las facturas y estudiar al mismo tiempo.

La única opción que se le ocurría era dejar los estudios y concentrarse en trabajar para no acabar en la calle. Pero sabía que no quería dejar de estudiar. Aunque también pensó en realquilar el piso, pero dado que en su piso solo disponía de una habitación, tuvo que descartar la idea por completo.

Suspiró y pensó lo más sensato: echar su orgullo a un lado y volver a casa de sus padres.

—Papá, mamá, teníais razón —agachó la mirada al darse cuenta de que eso no era lo que quería.

El timbre sonó y desganada se levantó para abrir la puerta y encontrarse con su amiga Lorena.

—Madre mía, qué cara —pasó por su lado con paso alegre—. ¿Otra vez te has peleado con alguien en el autobús por un asiento? Te lo repito, deja de ser tonta. Por los asientos hay que liarse a ostias, que si no los viejos te comen.

—No estoy así por eso —rodeo los ojos.

Su amiga la miró confundida. Diana no era de estar deprimida, normalmente era una persona bastante alegre.

—¿Y todas esas hojas? —le preguntó al cerciorarse del montón de papeles sobre la mesa.

—Esas son mi problema —contestó, señalando la mesa con fastidio—. No dejan de llegarme facturas. Acumulan más dinero del que yo tengo ahorrado. No puedo pagar la mitad de las cosas y me van a echar a la calle.

—¿No puedes pedirle un aumento a Susanne?

—¿Encima? O llego tarde, o me tiene que cambiar el turno, o sino otra gilipollez. No puedo aprovecharme tanto de ella, bastante es que me deje trabajar en la tienda a pesar de todo.

—Pues no sé...

Lorena se sentó en el sillón, observando la mesa al igual que Diana. De repente, se irguió de golpe y abrió por completo sus ojos, entrecerrando un poco su boca. Su amiga la miraba entre asustada y sorprendida. ¿Qué narices le sucedía?

—Creo que ya sé cómo puedes salir de esta —Diana se acercó rápidamente a ella, colocándose de rodillas frente a ella.

—¿El qué?

—No creo que te vaya a gustar —respondió dudosa.

—Me da igual. Con un pie cerca de tenerme que duchar en la gasolinera no creo que pueda ser muy exigente  —exclamó, tomando su mano.

—Qué tremenda eres. Vete a un gimnasio este de la esquina y haz la prueba de un mes. Un mes que te vas a duchar gratis.

—Ya lo he hecho. Y me echaron a las dos semanas —suspiró—. Las máquinas no sé, pero las duchas me las conocía a la perfección.

—Joder, tía —soltó una pequeña risa.

  Diana la fulminó con la mirada antes de rodear los ojos y volver al tema central.

—¿Vas a decirme tu idea o no? Estoy desesperada, por si no te has dado cuenta. 


Capítulo cortito, pero es solo el comienzo :))

SD | CHRIS EVANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora