Caja de sorpresas

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- ¡Buenos días!- saludamos al unísono Kaito y yo.

El chico tomó asiento a mi lado y no tardó en enmantecar una rebanada de pan.

- Buen provecho-murmuré con ironía, notando que parecía muy hambriento para las seis de la mañana.

El chico alzó una ceja y me clavó sus ojos azules.

- ¿Percibo una nota de burla en tu voz? -me preguntó con la boca llena, y la cara cubierta de migas.

- No, para nada -continué, mofándome de su cara embarrada con manteca y migajas de pan.

Sus mejillas estaban completamente sucias, así que resolví limpiarlas con una servilleta.

Creo que invadí un poco el espacio personal de Len, porque apenas hice eso su sonrisa se esfumó y noté que quedó algo descolocado, mirándome. Con algo de vergüenza me fijé en el rostro de Kaito, pero su atención se había mantenido pegada a la sección de deportes del periódico.

- Lo siento, voy a retirar esto -declaré y me dirigí a lavar lo que había ensuciado.

Busqué mi mochila y la cargué al hombro, percibiendo por el rabillo del ojo que el rubio imitó mis movimientos, preparándose para salir.

Al abrir la puerta lo primero que me llamó la atención fue el ruido de un motor, y al buscar de dónde provenía me encontré con Meiko en pijamas y apoyada en una motocicleta, sosteniendo dos cascos.

Len, quien se encontraba detrás de mí, corrió hacia su madre dejando caer su mochila a mi lado, y permitiéndose admirar aquella preciosura de cerca.

Me acerqué igualmente hacia el artefacto, casi hipnotizada por la belleza de sus detalles angulares y por el olor a cuero nuevo.

Se trataba de una motocicleta BMW R 1200, pude notarlo con apenas un vistazo. Hecha aquí en Alemania, de año 2017 o 2018, en un deslumbrante color negro con los amortiguadores en detalle naranja metálico.

El chico hizo rugir el motor, causándome una sonrisa instantánea y poniéndome la piel de gallina. Nunca había estado tan cerca de un vehículo así.

- Yo tuve una moto de joven, y me parece que ustedes también deberían disfrutar de un poco de adrenalina -relató la castaña, devolviéndome la sonrisa.

- ¿Y... qué pasó con la bici de... la hermanita de Fukase?

- Ya la encontraron, en la entrada del bosque -declaró Kaito, calmando mi preocupación-. Nadie sabe cómo terminó allí.

Psss, ni idea.

- ¡Vamos Rin! - me llamó el chico, ya subiéndose a la moto.

Tomé la bolsa de Len y corrí, subiéndome atrás y aferrándome a su torso, mientras el muchacho volvía a hacer sonar el motor.

Me coloqué el casco con un rayo amarillo, idéntico al que él ya tenía puesto.

- ¿Quieres manejar? -me preguntó casi en un susurro.

- ¿Qué? ¡No, es tuya! - negué de inmediato.

- Es nuestra -me aseguró con calma-. Pero yo no tengo idea de cómo manejar esta cosa, ¿tú sí?

Austausch (El Intercambio) | RiLenOù les histoires vivent. Découvrez maintenant