Capítulo 7 (Dos pequeñas galaxias)

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Nishimura suspiró pesadamente. No quería volver a vivirlo.

—Y la persona que menos esperas, la que se enamorará de ti, curará tu corazón. —y con eso, la morena le dio una sonrisa, ya dándole a entender que finalizaba la sesión.

"Que cliché... ¿De qué novela barata sacaste eso?" Pensó la azabache, observando como la menor se despedía y continuaba con sus demás clientes.

—¡Eso es muy bonito! ¿No crees, Hikaru-chan? —Azumi miró divertido a su amiga, parecía que se tomaba muy a pecho las conclusiones de la morena de segundo año.

"Es increíble... no puedo creer que Saiki se enamorará de ella. Aunque bueno, sus personalidades y formas de expresarse son bastante parecidas... No tiene por qué sorprenderme." Pensó Aiura, mientras seguía con su trabajo.

No lo creas, porque no pasará.

Saiki observó a Hikaru por última vez antes de volver a su salón.

No, definitivamente no pasará.

***

El paisaje corría rápidamente tras la ventana del autobús en el que se encontraba, impidiéndole apreciar la belleza de la naturaleza. Hikaru se acomodó en su asiento, intentando ignorar el gran bullicio que los niños de nueve a diez años hacían a sus espaldas. Lo único que deseaba en esos momentos era poder volver a su casa.

"Aunque... este bosque tampoco está tan mal. Me trae muchos recuerdos." Pensó la joven, una vez que todo el grupo bajó del colectivo, ya caminando hacia la entrada de la zona en donde iban a acampar.

—¡Es un hermoso día! ¿No crees, Hikaru? —cuestionó su padre, dándole una enorme y emocionante sonrisa—. Solía traerte mucho aquí cuando eras una niña, te encantaba jugar por aquí mientras yo pescaba.

—¿Por qué dejaste de hacerlo?

—No lo recuerdo. Supongo que porque tú crecías y tenías ya tus propias cosas y actividades. A ti ya no te interesaba más salir conmigo, preferías ir con tus amigos. —habló el hombre, dándole una sonrisa algo triste.

"Qué incómodo... ¿Debería decir algo como 'lo siento'?"

Yare yare... ¿acaso tienes sentimientos?

—Pero no importa. ¡Estamos aquí para hacer entretener a los niños! ¡Ven, Hikaru! Ayúdame a preparar las cosas.

Mientras padre e hija se encargaban de darles una mano a las carpas de los niños, Saiki vigilaba desde lejos, camuflándose entre los árboles. ¿La razón? Una no muy simple.

El día anterior, durante las premoniciones de Mikoto, la vidente notó un futuro bastante oscuro para la joven Nishimura. Al principio pensó que no era nada grave, sin embargo, tras cruzársela esa misma mañana en el supermercado, antes de que la azabache se fuese al campamento, la rubia notó Hikaru tenía la marca de la muerte escrita en el rostro.

"¡Por favor! Te regalaré 6 tazas de gelatina de café si la ayudas..." Fueron las palabras exactas de Aiura.

Saiki podría ser bastante maleable cuando se trataba de la gelatina de café, sin embargo, no sería capaz de permitir que le pasase algo a Hikaru siendo que tenía la capacidad de impedirlo. Con o sin gelatina, hubiese ayudado igual. No era un monstruo sin sentimientos.

—Ugh, ¿cómo puedes aguantar a los niños? No te alcanzó con tener tres que ya quieres cuidar a doce. —habló la joven, largando un pesado suspiro, mientras terminaba de soltar las ramas para la fogata que su padre tenía pensado hacer a la noche.

Hikaru no era parte del trabajo de su padre, puesto que a ella no le interesaba mucho aquello. No obstante, siempre le ayudaba con ello cuando él lo necesitaba. La persona que generalmente le daba una mano con los campamentos se había jubilado hace unas semanas atrás, así que Hikaru se veía obligada a participar en las actividades hasta que su padre encontrase un nuevo asistente.

Con sabor a azúcar. Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora