Capítulo 3 (Los mellizos Nishimura)

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Rin miró con asombro y apuntó con su pequeño dedo índice a Nendo. Seguramente asombrado por la barbilla de este.

—No te preocupes, Nishimura-san. El Alas Negras y sus discípulos están aquí para ayudarte. —dijo Kaido, con su voz ronca y determinada.

Uno, no me llames discípulo. Dos, no estamos aquí para eso. Tres, me quiero ir de aquí.

—No se preocupen por mí. Aunque no me molestaría que me diesen una mano así puedo terminar de limpiar. —contestó la azabache, mientras terminaba de limpiar la alacena—. De todas formas. ¿qué hacen aquí en primer lugar?

—¡Vinimos a invitarte a comer ramen! —respondió Nendo rápidamente.

—Y... a-además... hoy cumplimos un mes de conocernos. Y... t-te he traído un re-regalo... —tartamudeó Kaido, rascándose la nuca y dejando que su rostro adaptara un leve color rojizo.

"Este chico se está tomando en serio nuestra relación..." Pensó la joven, alzando una ceja.

—Oh, gracias... supongo. —contestó Hikaru, tomando la bolsa y llevándola a un lugar seguro—. Lo veré después tranquila. Ahora debo mantener el 90% de mi atención en ellos dos.

"Ojalá se queden a ayudarme. Estaría necesitando una mano. Demonios, mamá hace esto todos los días. ¿Cómo es que lo hace?"

—¿Quieres que te ayudemos? Yo no tengo nada que hacer. —cuestionó Kaido, esperando tener la oportunidad de pasar más tiempo con ella.

Ninguno de los tres sabemos cuidar bebés. Esto será un desastre.

—¿Eh? Pero íbamos a comer ramen...

-—¡Idiota! ¡El ramen puede esperar! —reprochó el de azul, mirando mal a su amigo.

Nendo suspiró pesadamente y terminó aceptando.

Debo irme, tengo cosas que hacer.

Saiki estuvo a punto de caminar de vuelta hacia la entrada principal hasta que una imagen no muy agradable golpeó su cabeza. Al parecer, era una premonición de lo que terminaría pasando si dejaba a esos dos bebés en las manos de Nendo y Kaido.

Cuchillos... Horno... Fuego...

Yare yare, no puedo irme. Sabía que venir aquí iba a ser una mala idea. Tal vez Nishimura sola podría haberlo hecho bien.

—¿Eh? ¿Saiki? Pensé que te marcharías. —dijo Shun, quien sacaba a Haru de su silla con cuidado. Mientras que Nendo alzaba con fuerza a Rin, como si fuese una pelota de basket.

Eso quiero, pero debo ayudar.

No era una mentira, realmente quería volver a su hogar. Sin embargo, por más que prefiriese irse de allí, no iba a permitir que ninguno de todos ellos muriese por las idioteces de Nendo y Kaido. La familia Nishimura no se lo merecía.

"Si soy sincera... dejar a mis hermanos en las manos de Nendo y el rarito no me da mucha confianza. Aunque el teñido no da indicios de que sabe cuidar bebés, se ve mucho más cuidadoso y serio que sus amigos." Pensó Hikaru, dándoles una corta mirada a los tres amigos.

No sé cuidar niños tan pequeños, pero puedo manejar esto.

—Bueno, aprecio que me quieran ayudar. De verdad, estoy muy agradecida. —habló la azabache sonriendo un poco y tomando unos productos de limpieza—. Mientras me ocupo de limpiar el desastre que hicieron, ustedes podrían ir arriba para entretenerlos un rato. No se preocupen, si necesitan algo todo está en el armario. La habitación de ellos es la que tiene pegatinas de Winnie Pooh y Mickey Mouse en la puerta.

Con sabor a azúcar. Where stories live. Discover now