42. Aires de batalla

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No había movimiento, estábamos en posición y nada. La tensión podía cortarse.

Todos conteníamos la respiración y al darnos la luz en la cara, los ojos de todos comenzaron a cambiar de forma involuntaria para soportar el baño de claridad. Nuestra visión sobrenatural distaba demasiado de la humana, los colores se esfumaban dejando solo grises siluetas; de los árboles, rocas y todo lo que nos rodeaba. Se supone que si había más de nuestra especie, en esta forma veríamos sus colores, sus fuentes de auras. Pero no había nada.

Una idea apareció.

—¡Están canalizando! No quieren ser detectados.

Con eso cobró todo mucho sentido, pues después de mi declaración, el primer grupo de enemigos apareció.

Y por supuesto, su líder iba a la cabeza.

No pensé que llegaría este momento, al menos no tan pronto, miro con cautela a la chica frente a mí decidiendo qué hacer

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No pensé que llegaría este momento, al menos no tan pronto, miro con cautela a la chica frente a mí decidiendo qué hacer.

—Supongo que no tienes idea de dónde ir —mi voz parece sobresaltarla.

Luce una culpable expresión, no quiero entrar en pánico. Ni siquiera sé quien es pero algo que tengo muy claro es que debemos salir pronto de aquí.

—No hay tiempo, será mejor que nos pongamos en movimiento.

La veo dudar y luego decidirse por seguirme a la estructura que da a la escalera de incendios. Con miradas en todas las direcciones y pasos apresurados descendemos toda la altura del edificio.

—El lugar más cercano que conozco esta a millas de aquí —suspira frustrada.

La imagen llega a mí con dolorosa fuerza y aparto los recuerdos que me llenan de ira.

—Sé dónde ir, al menos por esta noche —me retiro el pelo del rostro.

Ella me envía varias miradas extrañas y no pierdo el tiempo en evaluarla, luce confundida, cansada y hay un brillo extraño en sus ojos que me provoca desconfianza. Sin embargo, no hago preguntas, ni ella tampoco. Ya habrá tiempo para eso.

Me duele el cuerpo, me encuentro figurando mentalmente cada cuna de las heridas que puedo tener. El estomago me arde de hambre, me cuesta caminar porque mis piernas parecen no querer ceder. En contra de todo eso, me armo de coraje, estar lejos de este lugar es lo que más deseo.

Ondeo por las oscuras calles que conozco tan bien, maldigo las mañanas de ejercicio donde él me obligaba a aprender las calles mientras trotaba a mi lado sin esfuerzo alguno y con gafas de Armani. Quiero gritarle y llorar, quiero volver en el tiempo, quiero olvidar todo lo que este mundo me ha traido.

La chica y yo nos cuidamos de andar por donde nadie nos pueda reconocer agachando la cabeza y buscando rostros familiares de los cuales huir.

Miro una vez a la desconocida que me sigue sin mediar palabra, alguien así de confiado no debe tener ningún plan. Tiene el rostro comprimido, como si soportara un gran dolor.

Colder✅ [Libro 1]Where stories live. Discover now