Esta vez fue ella quien sonrió. Estaba preciosa con el pelo cayéndole por los hombros de una forma más casual que de costumbre, las mejillas sonrojadas y esa sonrisa en su cara. Habría pintado un cuadro de ella sonriendo así solo para poder contemplarlo a diario.

—El mundo necesita más héroes como tú —declaró.

—Sí —acordé —. Aunque hoy nos tendremos que conformar con un desayuno normal.

Asintió con la cabeza y buscó algo en el suelo de mi habitación. Cogió mis calcetines de estar por casa y se los puso.

Viene, invade mi cama y me roba mis calcetines. Hay que quererla, bromeé en mi mente. Por mí como si abría mi armario y me quitaba hasta la última sudadera. De hecho, me habría encantado verla con una puesta.

Me quité el pensamiento de la cabeza y salí de la cama. La verdad es que el suelo estaba terriblemente frío. Se me helaron los pies solo al hacer contacto con el parqué.

Al acercarme un poco a ella, percibí un olor que no había notado antes. Me incliné para oler su cuello, y aunque ella se tensó un poco, pude notar el olor a alcohol proveniente de su ropa.

—Hueles a alcohol.

—Ah, sí, a uno se le cayó un vaso en mi camiseta en la fiesta —explicó —. Aunque por suerte no fue mucho.

—¿Quieres que te preste una mía?

Kate asintió. Ahora que el edredón no cubría mi cuerpo, sentía el frío en el abdomen, así que cogí dos camisetas y le lancé una a ella.

—¿Te sirve esta? —le pregunté. Ella estiró la camiseta en el aire y la observó con detenimiento.

—Sí, esta está bien. Gracias —aprobó —. Aún así me ducharé después, mi pelo sigue oliendo a alcohol.

Salimos de mi habitación en silencio por si acaso mis padres pasaban por el pasillo. Kate se encerró rápidamente en el baño con la camiseta en la mano, pero yo seguí caminando hasta la cocina.

Estaba vacía. Me pareció bastante extraño, ya que normalmente mis padres siempre andaban de un lado a otro por la casa a esas horas.

Busqué mi móvil para ver si me habían mandado un mensaje, y en efecto, tenía uno de Louise.

«No sabíamos a qué hora os despertaríais así que nos hemos ido por ahí con tus tíos. Recuérdale a Zoe que tiene partido esta tarde. Besos, te quieroooo.»

Sonreí al ver su mensaje y tecleé una respuesta de inmediato.

Cuándo Kate volvió del baño, llevaba puesta mi camiseta. Tuve que hacer un gran esfuerzo por no tirar de ella para atraerla a mí y besarla. Estaba guapísima. En serio, le quedaba mejor que a mí. Le cubría bastante más que la que había usado cuando yo me había quedado a dormir en su casa, además de ser un poco más ancha. Pero era mía, y que ella la llevase lo hacía bastante especial.

Me aclaré la garganta e intenté que no notase lo mucho que me estaba conteniendo para no mirarla de arriba a abajo como un completo salido.

—¿Quieres ir al partido de Zoe esta tarde? —la invité —. Mis padres también vendrán.

Ella lo pensó por unos segundos. Casi podía ver su mente procesarlo todo, como si tuviese una mini-agenda dentro de su cabeza y estuviese contemplando todas sus posibilidades de pasar la tarde.

—Está bien —aceptó finalmente. Echó un vistazo al reloj que había sobre la nevera e hizo una mueca torcida —. Buena hora para desayunar —bromeó.

Estaba sentado en el sofá con el móvil cuando de pronto me saltó una llamada entrante de Kate. Lo cogí, confuso. Se suponía que estaba duchándose, incluso había podido escuchar el sonido del agua cayendo cuando había pasado por enfrente del baño un par de minutos atrás.

—¿Kate?

—Esto... me he olvidado de pedirte una toalla.

Vale, eso tenía sentido.

—Ah, sí, un momento. En seguida te llevo una —aseguré. Nada más colgar la llamada, fui hasta la cómoda donde guardábamos las toallas, que se encontraba justo delante del baño.

El ruido que Kate estaba haciendo despertó mi interés. Parecía que estuviese corriendo de un lado a otro con prisa.

Toqué a la puerta antes de entrar. No quería encontrarme ninguna sorpresa. O bueno, sí, me habría encantado, pero me gustaba pensar que mi ética no había caído tan bajo.

Kate no respondió, por lo que decidí abrir la puerta, muy lentamente. Finalmente, una vez había comprobado que Kate se encontraba metida en la ducha, pasé dentro.

—¿Te dejo la toalla en la estantería? —le pregunté. Ella asintió brevemente —. ¿Necesitas algo más?

—No, está bien.

Asentí con la cabeza y me fui del baño.

Kate no tardó demasiado en terminar de ducharse. Salió del baño con el pelo húmedo pegado a ambos lados de su cara. Lo llevaba muy largo, hasta la cintura. A mí me gustaba, le pegaba mucho. Lo que sí me pareció curioso fue verla con la sudadera de Zoe. Pocas veces había visto a Kate vestir con ropa así, normalmente vestía jerseys, camisetas o camisas.

—¿Zoe sigue dormida? —me preguntó. Asentí con la cabeza —. ¿No habría que despertarla? ¿Cuándo empieza el partido?

De la misma forma que yo me había fijado en su vestimenta, Kate repasó mi ropa con su mirada. No llevaba puesto nada del otro mundo, simplemente una camiseta con el cuello en forma de u y unos vaqueros azules. A parte del reloj que llevaba en la muñeca, no había nada inusual. Aún así, Kate se sonrojó y sus ojos centellearon por una fracción de segundo.

Aparte mi mirada de ella y la fijé sobre mi reloj.

—Aún queda bastante —dije. Todavía notaba su mirada sobre mí, como si ella misma no se diese cuenta de lo mucho que me observaba, ni de la forma en la que lo hacía. Literalmente, conseguía que mi corazón se acelerarse solo con la intensidad de su mirada. Sin embargo, con el paso de los años me había vuelto mejor al disimularlo —, empieza a las cinco y media. Podemos despertarla una hora antes de salir, así le da tiempo a comer.

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICOМесто, где живут истории. Откройте их для себя