-Bueno, vamos a hacerlo.- Habló Felix.

Al cabo de unos minutos ya nos encontrábamos en el auto de Seungmin, el encendió el motor y comenzó nuestro viaje.

- ¿Y que haremos?- Pregunto Changbin desde el asiento trasero.- ¿Entraremos como si nada y diremos "Hola qué tal, si somos nosotros de vuelta, no, no vamos a matarlos, solo queremos investigar la prision", todos sabemos que no son tan amables como para también invitarnos el té y una porción de pastel.

- Binnie tiene razón.- Comenzó Felix.- No van a confiar en nosotros así como así.

-Ya, tranquilos.- Habló Seungmin llamando la atención de los tres.- Hace unas semanas me llegó una carta en donde decía que podía ir a buscar mis cosas ya que jamás me las traje conmigo. No las fui a buscar para que Jisung no se pusiera mal, pero creo que es la oportunidad perfecta. Entraremos a buscar las cosas y tendremos que pasar si o si frente a la celda de Minho, allí investigaremos.

-Ya no hay nada en la celda, cuando fui a ver por sus cosas me dijeron que ahora la celda iba a ser ocupada por otro convicto y que las cosas se iban a quemar.- Expliqué.

-Bueno, pero lograremos entrar, una vez allí, podemos ir al gimnasio o a lugares que el normalmente concurría.- Dijo Seungmin.

Asentí y seguimos con el viaje en silencio.

Cuando llegamos, en la entrada nos pidieron nuestros datos y luego revisaron el auto para dejarnos entrar.

Note como mi piel se ponía gallina cuando otra vez estaba frente aquel enorme y tenebroso edificio, sucio, viejo y repugante, tomé aire, debía aguantar.

Nos tomo unos minutos a todos bajar del carro, ninguno quería dar el primer paso, abrir la puerta y enfrentarse otra vez al pasado, pero Changbin quien era el más valiente de los cuatro abrió la puerta primero e instantáneamente los otros tres también.

Salimos caminando uno junto al otro tal y como en una película por el aparcamiento, llegamos frente a la puerta y mirándonos entramos de una vez por todas.

Al abrir las puertas, todas las miradas se posaron sobre nosotros, tal vez por el echo de que éramos cuatro en una secretaría, o tal vez porque éramos cuatro ex-convictos y no cualquieras. Es decir, Changbin era el "príncipe" de la prision, y en el momento en que mató a Minho frente a todos se convirtió en el "rey", Felix solía ser una especie de "reina", Seungmin había logrado en su primer año estar entre los tres mejores, algo casi imposible de hacer, y yo...yo era una especie de recuerdo de el antiguo rey, y todos tenían miedo al antiguo rey, lo demostraran o no.

Al entrar en la improvisada secretaría, pedimos hablar con el jefe de policías, Ian. Luego de que unos guardias nos examinaran para ver si no teníamos algún arma, nos dejaron entrar a su oficina.

La expresión que puso Ian al ver quiénes eran los cuatro visitantes fue maravillosamente inolvidable, el miedo se coló por sus poros y un poco de confusión también.

-Ian.- Comenzó Seungmin sentándose frente a él, habíamos decidido que el sería quien hablaría, era el mejor persuadiendo a las personas.

-S-Seungmin.- Se aclaró la garganta.- Seungmin, ¿A que debo su agradable visita?- Pregunto a todos nosotros, Changbin y yo solo le sonreímos.

- Veras, vengo a buscar mis cosas, ¿Recuerdas la carta que me enviaste diciendo que aún estaban aquí?- Preguntó a lo que Ian asintió.

-Bueno, claro, de ser así podemos ir a buscarlas, pero ¿Porque todos están aquí?- Dijo haciendo énfasis en el "todos".

- Digamos que luego de salir de la prision nos hicimos muy cercanos, y ahora hacemos todo juntos.- Explicó Seugmin.

La vista de Ian se clavó en mi.- Que extraño, ¿No Jisung? Porque tú viniste solo la última vez.- Dijo sonriendo.

Prófugos -Minsung-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora