Volví mi vista hacia la serpiente, aún maldiciendo mentalmente a su dueña por obligarme a transportarla. Rin ya tenía los permisos para llevármela en el vuelo interno, por más bizarro que suene era legal llevar un reptil en el avión mientras se mantenga dentro del país.

Recordé aquella película de las serpientes en una aeronave y no pude evitar pensar que sería el responsable de lidiar con Josephine si escapaba o... decidía atacar a alguien.

El vuelo estaba programado para las ocho de la noche, y ya eran cerca de las tres.

Volví a mi laboriosa misión de empacar la maleta perfecta cuando los mellizos irrumpieron en mi habitación:

- Len, queremos que nos lleves con Rin -exigió Nero con voz segura.

- Sí -apoyó su copia, aunque sus ojos se veían algo húmedos.

- Niños, no tengo problema en que vayan a visitarme, pero ahora mismo las cosas están un poco complicadas-

Neru rompió en llanto.

- ¡Nadie nos quiere!

Su hermano luchaba para mantenerse sereno, aunque también lo vi desilusionado por mi respuesta.

- ¡Eso no es cierto! ¡Lily los adora! Y Rin... Y estoy seguro de que su padre también, pero ahora no puede estar aquí.

Me enterneció verlos tan desprotegidos en medio de ese hogar roto, carente del afecto y la protección que tanto necesitaban. Si bien Lily no era su madre, era lo único que ellos tenían.

Senté a ambos niños en mi regazo y les di un fuerte abrazo, uno que probablemente todos necesitábamos. Ellos estaban teniendo problemas para manejar tantos cambios, y solo se tenían el uno al otro.

- ¿Y tú nos quieres? - me preguntó él casi en un susurro, como si no quisiera saber la respuesta.

- Mmm -dije removiéndole el cabello- al principio no fueron mis preferidos, debo admitirlo -sus caritas se oscurecieron al procesar mis palabras, por lo que me apresuré en agregar-, pero después entendí que ustedes solo querían jugar conmigo, y los voy a extrañar mucho. Siempre quise tener hermanos.

- ¡También te vamos a extrañar! ¡No te vayas tan pronto! -chilló la pequeña con una vocecita que me recordó a los berrinches de Rin.

Sinceramente, esta sería una de las despedidas más difíciles. Esa chica tenía que encontrar la forma de volver pronto, por ellos. Por su bien.

Tardé un poco más en terminar de empacar y la señora Akita ya se encontraba esperándome en la sala. El olor a sangre inundó mi nariz, su piel relucía, pálida como la nieve y sus ojos delataban que había tenido otro encontronazo con su marido.

- ¿Estás bien? -pregunté por inercia, acercándome rápidamente. Imaginé que había recibido más golpes, pero no había nada que se pueda percibir a simple vista.

La mujer rompió en lágrimas y apenas me acerqué lo suficiente, se apoyó en mi hombro.

- Por favor, cuida a Rin -me rogó entre sollozos, mojando mi camisa con sus lamentos.

- Lily, te tienes que separar -intenté razonar con ella, pero estaba hecha pedazos.

- Lo sé -murmuró, intentando recomponerse y separándose un poco-. Solo necesito tiempo, sé que ella no lo entenderá pero... confío en que la cuidarás mientras tanto.

- Haré mi mejor esfuerzo, tu hija es un poco terca -le dije suavemente, buscando aligerar el ambiente.

- Lo heredó de su papá- respondió imitando mi sonrisa, mientras secaba un poco su rostro-. Ya debes irte, no quiero que pierdas tu avión.

- Sí, sólo quería despedirme de los mellizos antes de partir -comenté, buscándolos con la mirada.

- Oh, probablemente se están escondiendo, no les gustan las despedidas. Mejor vete, yo les hablaré luego.

Asentí respetando su sugerencia y terminé partiendo en dirección al aeropuerto con un sentimiento de pesadez en el pecho. El Uber que había llamado no tardó en llegar, pero el viaje hasta allí se me hizo bastante largo. Mi mente paraba de darle vueltas a todo. 

¿Qué podía hacer para ayudar?

Opté por mandarle otro mensaje a la rubia, esperando que se digne a contestarme de una vez.

"Deberías hablar con tu mamá,
no está muy bien de salud y necesita tu apoyo"

"Es una tonta,
se merece todo lo que le pasa"

Sentí algo punzante en la boca del estómago, no podía evitar preocuparme por todo esto, aunque a fin de cuentas no sea de mi incumbencia.

Llegamos al destino y me costó bastante mover la valija hasta la terminal de embarque, supuse que era porque Josephine me ocupaba la otra mano y yo necesitaba urgentemente una visita al gimnasio. 

Subí mi valija a la balanza para que comprueben el peso y tenía un exceso de quince kilogramos, lo cual era imposible. Abrí el compartimiento principal y emití un quejido de rabia al ver a Neru y Nero abultados ahí adentro, donde se supone que debían estar mis pertenencias.

Miré el reloj, si no había demasiado tráfico podía llevarlos de vuelta y estar en el embarque antes del despegue.

Mis reprimendas y quejas contra los niños eran inútiles, ambos empezaron a llorar enseguida y se mantuvieron firmes en que la culpa era mía, haciendo cualquier diálogo imposible durante todo el trayecto de vuelta.

Abrí la puerta del departamento sin tocar, aprovechando que Lily no tenía la costumbre de cerrarla con llave. Los niños entraron correteando y llamaron a voz viva a su madrastra, quien como de costumbre, no aparecía por ningún lado.

- Quizá salió a buscarlos -murmuré para mí mismo.

Fui hacia su habitación para comprobar que no se encontrara ahí, pero para mi mala suerte fue exactamente donde la vi.

Me fue imposible detener a Neru cuando ingresó,  grabando esa imagen de Lily en su memoria de forma permanente.

Quería buscar mi celular y llamar a alguien, pero las manos me temblaban. No daba crédito a la situación que debía enfrentar. Marqué el único número que me sabía en ese momento y esperé encontrar el valor para hablar:

- Acabas de contactar al 911, ¿cuál es su emergencia?

- Creo que esta mujer está muerta.

Austausch (El Intercambio) | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora