Santiago ha atendido ya dos pacientes el día de hoy y, después de tomar un delicioso café hecho por Hortensia, decide que, mientras llega su tercer paciente, aprovechará para bajar al estacionamiento del edificio por unos documentos que olvidó en su auto.

En el momento en que Santiago se encuentra buscando en la cajuela del coche, entra al estacionamiento un automóvil y en él dos mujeres: Mariela y Cecilia Valencia.

Después de estacionar el auto, Cecilia baja y abre la cajuela para sacar la silla de ruedas de su hermana. Santiago se da cuenta y enseguida se acerca y le ofrece su ayuda:

-Disculpe, ¿le ayudo? -ofrece atentamente.
-Bueno, gracias -acepta Cecilia, quien lo reconoce enseguida ya que lo ha visto varias veces en revistas.
-¡Así que éste es el famoso médico! -piensa la Morena, mientras Santiago baja la silla y Mariela espera dentro del auto.
-¡Listo! -exclama Santiago.
-Muchas gracias -dice Cecy, y acerca la silla a la puerta del auto donde está Mariela.
-De nada, para eso estamos... ¿Le ayudo a pasarla a la silla? -pregunta él, pues alcanza a ver a Mariela cuando Cecy abre la puerta.
-No gracias, yo puedo... si gusta, nada más deténgame la silla, por favor -ruega la Morena apenada.
-¡Claro que sí! -acepta el doctor.

Cecilia se acerca a Mariela para bajarla, con cuidado ayuda a su hermana a bajar las piernas para poder impulsarse y disimuladamente le dice al oído:

-Ése es tu doctor... ¡Está bien guapo!

Mariela se ríe y la tira a loca mientras Santiago observa la manera en que Cecilia la baja del auto: Mariela se apoya abrazando a su hermana para lograr ponerse de pie; Cecilia la sostiene y cuando está completamente parada da unos cuantos pasos para acercarse a la silla y sentarse. Santiago detiene la silla hasta que se sienta en ella Mariela.

En ese momento Mariela voltea hacia donde está Santiago y lo ve a los ojos al igual que él a ella; ambos mantienen la mirada fija observándose uno al otro. Pasan así unos cuantos segundos, mientras Cecy le coloca los apoyapiés a la silla.

-¿Estás bien así? -pregunta Cecilia, pero su hermana no le responde pues está tan concentrada observando los ojos del doctor que no la escucha.
-Ey, que si así ¿estás bien? vuelve a preguntar Cecilia.

En ese momento Santiago y Mariela reaccionan.

-¿Qué dices? -pregunta a su vez a su hermana.
-¿Qué te pasa? Te hablo y no me contestas -exclama desconcertada Cecy.
-Nada, así estoy bien -asegura muy nerviosa Mariela.
-Mil gracias -le dice Cecy a Santiago.
-De nada... con permiso -responde Santiago, viendo a Mariela.
-Hasta luego -se despide la Morena.
-Bye -agrega Mariela, mirando hacia otro lado.

Santiago toma los papeles que dejó sobre la cajuela de su auto, sube a su consultorio y se dispone a checar los documentos, aunque, a decir verdad, no deja de pensar en la joven que acaba de ayudar ya que su rostro se le hace muy familiar, como si lo hubiese visto en otra parte.

-¿Dónde? ¿Dónde? Esa sonrisa la he visto antes... pero ¿dónde? ¿Dónde la vi? -piensa tratando de recordar pero no lo consigue.

Segundos después Hortensia entra al consultorio exclamando:

-Doctor, mire lo que le llegó -le dice con una gran sonrisa.
-¿Qué es?... Ah... ¡mi revista! -responde emocionado.

Así es, doctor, como todos los lunes... aquí está -comenta Hortensia, poniendo la revista sobre el escritorio.
-Gracias, Hortensia -agradece él.
-De nada, con permiso -añade ella, al salir del consultorio.
Santiago toma la revista y rápidamente busca entre las últimas páginas su columna favorita: "Angelitos en la tierra". En ese instante entra al lugar Alejandro, interrumpiendo la lectura de Santiago, y se sienta en una silla enfrente de él.
-¡Qué onda, mi Santi! -exclama enseguida.


 "El sueño de un Ángel"Where stories live. Discover now