Capítulo 1: George

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Louis levantó la vista de los vasos recién lavados y la estrelló contra el viejo televisor de cable que se hayaba en medio de los estantes de alcohol.

Un nuevo asesinato en la zona sur de Londres, al parecer un ajuste de cuentas por parte de la mafia italiana , el símbolo de esta, una rosa y un crucifijo estaba tallada en la espalda de la víctima con un puñal.

Louis sintió que la hamburguesa que había deborado tan sólo un par de horas comenzó a algolparse en su garganta, quería, no, necesitaba vomitar.

Apoyó sus manos en el fregadero, cerró los ojos y la imagen de George apareció en su mente.

Su hermano era un vividor, un hombre que necesitaba las drogas y el alcohol para sentirse bien consigo mismo, su conducta auto destructiva había hecho que la gente de su alrededor comenzase a alejarse lentamente de él, menos Louis amaba a su hermano con locura pero no soportaba la idea de que recurrirá a es clase de sustancias para alcanzar la felicidad durante unas horas. Algún día su hermano se metería en un lío tan grande que ni el mismo podría sacarle de esa oscuridad que clamaba por el alma de su hermano.

Louis levantó la vista, había pocos clientes y eso en cierta manera le reconforto, significaba que podría cerrar el bar, más pronto de lo normal e irse a tomar un par de copas con su mejor amigo.

Necesitaba distraerse, beber alcohol y ligar con algún atractivo alfa, en algún antro de mala muerte. Le daba igual, necesitaba salir de esa rutina que le estaba matando lentamente. Joder. Pasar un minuto más anclado a aquel bar, le haría perder la poca cordura que le quedaba.

Aquel bar no era suyo, si no propiedad de sus padres, que desaparecieron en extrañas circunstancias seis años atrás.

En el fondo, el omega, sabía que sus padres estaban muertos, pero el albergaba la esperanza de que aparecieran por la puerta algún día, con ojos llorosos y sonrisas de amor, para predicarle a su buen y amado hijo que habían vuelto, que un grupo de terroristas les habían capturado pensando que eran unos líderes importantes y que al darse cuenta de su error, los habían soltado para que volvieran a su apacible vida.

Louis los extrañaba, como extrañaba la primavera cuando desaparecían la flores y la nieve comenzaba a cubrir con su manto las aceras de la ciudad..

El oji azul necesitaba que sus padres volviesen, era la única forma en la que George volviese a ser aquel alfa buenazo que amaba a su hermano y no aquel hombre desconocido que llevaba donuts y margaritas para pedirle un favor.

Quería a su hermano de vuelta, quería su estabilidad de vuelta, tenía 23 años y quería vivir, graduarse de la universidad, tener un trabajo, viajar, casarse y tener hijos. Ahora no podía centrarse en aquello, debía ocupar todo su tiempo en un bebé de 20 años que andaba drogado por las calles y metiéndose en peleas callejeras.

- ¡ Moineau*! - gritó el señor Perkins - trae una ronda de vino.

Louis sonrió y negó con la cabeza, el señor Perkins era un afable viejo del barrio que siempre aparecía por el bar y le dejaba grande cantidades de propina en la mesa, chapurreaba francés y se dedicaba a poner motes a todo ser viviente que estuviese cerca de él. Y a Louis le había tocado aquel.

Moineau. Gorrión.

El señor Perkins decía que era un gorrioncillo, de ojos dulces y alas rotas que no se atrevía a dejar el nido y que razón tenía, aquel bohemio que recordaba al autor Valle Inclan por sus largas barbas y anteojos redondos.

Louis relleno las copas de vino y las colocó en frente de los cinco hombres, que fubaman puros y cigarrillos de Lucky.

Volvió detrás de la barra, se sirvió un zumo de naranja y bebió de él, miró el vaso y observo a una solitaria gota danzando por ella. Se sentía exactamente así, encerrado en cuatro paredes que le consumían, mental y físicamente, quería emoción en su vida, algo que cambiase de un giro su aburrida y tediosa vida, que curará sus alas rotas para volar libre sobre el cielo encapotado de Londres.

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