ㅡ ¿sean... ya no está? ㅡfue lo único que pudo salir de su boca.
aquel perrito había sido un participe importante en su amistad y ya no estaba. sus ojos se llenaron de lágrimas que definitivamente no iba a dejar salir. yeonjun hizo un gesto de afirmación.
ㅡpor favor, soobin. quédate.
a soobin le costó unos segundos meditarlo, pero al volver a revisar cómo se veía yeonjun en ese momento, no iba manejarlo solo de ninguna forma posible. aceptó.
caminó hacia en otro lado de la cama, sin replantearse absolutamente nada porque sabía que si lo hacía, no iba a poder conciliar el sueño por repasar, procesar, analizar e imaginar lo que había pasado, lo que estaba pasando y lo que creía que pasaría. y también el hecho de que tenía a su antiguo mejor amigo junto a él. como solía ser. entonces se recostó sobre el edredón, porque no quería ensuciar las sábanas, y le dio la espalda a yeonjun.
el mayor ya se encontraba dormido, lo notó gracias a su respiración pausada, pero éste aún así pasó un brazo por el cuerpo de soobin y enterró su rostro en su espalda. y así, cayó dormido también.
y, de repente, eran las cinco y cuarenta y dos de la mañana enel reloj digital sobre la mesa de luz. su celular aún no tenía carga y obviamente había olvidado pedir prestado un cargador. de igual forma, sus padres sabían que estaría durmiendo en casa de kai, y kai sabía que estaría durmiendo en casa de yeonjun.
pensar en éste último hizo a soobin estremecer, porque se encontraba allí, pegado a él. el sonrojo cubrió sus mejillas ante tal cercanía. se giró lentamente, para dedicarse a observarlo.
lucia tan tranquilo y sin el ceño fruncido que lo caracterizaba. las largas pestañas que decoraban los brillantes ojos oscuros que lo habían hecho derretirse rozaban extensos semicírculos grises. admiró aquellos gruesos y suaves labios rosados, los más dulces que soobin podría haber probado en toda su vida. entonces recordó lo bien que se habían sentido sobre los suyos y que quería llenarse de ese sentimiento una y otra vez. pero creía que sería imposible. todo lo que había sucedido esa noche, desde el beso hasta cada palabra, había sido producto del alcohol en yeonjun. no estuvo para nada consciente de todo lo que había hecho y dicho.
cuando volvió a la realidad, se encargó de separarse de la forma más sigilosa posible del agarre del mayor. necesitaba irse rápido. si bien no sabía cuándo sus padres llegarían o si siquiera lo harían, no quería causarle problemas.
elevó su vista hacia un adormilado yeonjun que se ocupaba de frotarse los ojos con sus puños, sus grandes labios formaban un puchero y su cabello muy revuelto. soltó un suspiro entrecortado.
ㅡno ahora ㅡmurmuróㅡ. no te vayas ahora. no me dejes. por favor.
y sus orbes se cristalizaron.
soobin había visto a yeonjun llorar muchas veces desde que se conocieron. cuando pisó accidentalmente una mariquita con su bicicleta, a los seis años; cuando fue obligado a meterse en la piscina y se avergonzaba de su peso, cuando tenía catorce; y cuando por fin pudo demostrar lo que sentía por soobin, unas horas atrás.
siguió sus instintos sin ni siquiera terminar de formular la idea en su cabeza. mientras el otro rompía en llanto, lo envolvió por completo en sus brazos. tan fuerte como todo lo que sentía por él. un sentimiento tan, tan fuerte que pudo reaparecer con solo reencontrarse con esa brillante y expresiva mirada que sólo choi yeonjun sabía tener.
⠀ ⠀⠀ ⠀𝗵eal me when i'm broken.
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