Nueva integrante

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Creo que las locuras iniciaron después de entrar al internado psiquiátrico, lo anterior sólo fue dolor e intentar escapar de él, literalmente, quería escapar de él robándole dinero a mi madre de su bolso y tomando un bus a otra ciudad e iniciar una nueva vida, pero no puedes huir de algo que está dentro de ti, que te va a seguir a donde quiera que vayas.

Haces una larga fila cada 6 horas con un vaso de agua en la mano izquierda, la enfermera le da sus pastillas a cada uno, unos fingen tomárselas y las intercambian en el baño, otros ni si quiera pueden sostenerlas. Esas pastillas van a matar al mounstro que está dentro de mí y me hace la vida imposible.

—¿Escuchas voces?—Preguntó la pelirroja. 

—No exactamente, a veces siento que alguien más piensa por mí, o tengo conversaciones pero sólo en mi cabeza, quizá me siento muy sola o incomprendida.

Era mi turno en la fila y la enfermera me dió mis pastillas en la mano.

—¿Qué pastillas son? 

La enfermera no respondió, era evidente que había escuchado lo que dije pero me ignoró. La pelirroja tomó sus pastillas.

—No le preguntes nada a la enfermera Becky, todas las enfermeras te ignoraran y te trataran como un perro con pulgas. Creen que todos somos iguales, pero otros somos más cuerdos que los que se la pasan soltando baba por los pasillos.—Se encargó de que la enfermera la escuchara. 

Becky sólo nos miró de reojo molesta y siguió entregando pastillas. 

—Ven al patio.—La pelirroja me llevó a un patio repleto de pasto sintético, el contraste entre los grises y blancos pálidos de los dormitorios y el area donde se encontraban las enfermeras era tan notable con el verde y el azul del cielo—Llegamos a tiempo.—dijo.

—¿Para qué? 

—Mira hacía allá.—apuntó a la gran puerta de metal que no se abría ni con fuego, esa puerta se estaba abriendo, pero alguien venía hacía adentro.

Era una chica como de 16 años en una silla de ruedas, completamente dopada apenas sollozando algunas palabras inaudibles, la empujaba una enfermera que después la llevo dentro del dormitorio. 

La enfermera salió y cerró la puerta de cristal de los dormitorios, y después de 5 segundos de que la puerta cierra alguien la golpea con tanta fuerza como para tirarla.

—Qué linda. Deberíamos ir a advertirle de la cama medieval.—Dijo la pelirroja. 

Después de haber dicho eso la chica abrió la puerta y se quedó quieta viendo hacía el paisaje repleto de pasto. 

—Oye te van a...

—Amarrar en la camilla de tortura ¡me importa una mierda!—Interrumpió la chica nueva a la pelirroja. 

—Creo que no le importa.

—¡Qué cool! fingió estar sedada ¿viste eso? debe tener como cinco internamientos y dos intentos de suicidio.

Me acerqué rápidamente a ella dejando a la pelirroja hablando sola, me paré frente a la chica nueva.

Realmente no sabía que decirle, no sé porqué me le acerqué, me puse muy nerviosa, y creo que ella también, no se lo esperaba.

Me trabé al hablar y finalmente pude decirle.—¿Aquí venden cigarillos?

Puede que mi pregunta carezca de sentido, pero ¿qué carajo tiene sentido en un internado psiquiátrico? 

Algo extrañada y nerviosa contestó.—Sí, hay una tiendita aquí. Venden cigarillos.

Dejó de verse hostil frente a mí y de pronto se sintió en el ambiente la empatía que sentiamos una por otra sin si quiera conocernos.

teenagersWhere stories live. Discover now