Abril se quedó sola en la habitación, con el sobre en la mano y las lágrimas que luchaban por salir, se preguntó por qué lloraba, si no era tan malo lo que sucedía, pero los recuerdos de los juegos y de aquellos que murieron, permanecían en su mente tan frescos como una mañana de invierno.

Lentamente abrió el sobre y lo leyó tan lento como pudo, porque creyó que así podría atrasar lo inevitable.

Abril, la humana:

Le informamos que los juegos de Mohamed de este año serán organizados por, ni más ni menos, usted, por lo que le pedimos, comience la organización de estos. Le recordamos que la fecha de inicio de los juegos será, como todos los años, el primero de abril, por lo que le pedimos venir al centro de reunión una semana antes para así dar comienzo a la creación de la arena.

Atte: Leonardo.

Abril solo miró el sobre, al final, había escrito un tipo de conjuro, la escritura era muy extraña y no la podía leer con claridad, pero algo en su interior le dijo que el hechizo la ayudaría a transportarse directamente el lugar establecido.

Sin más, Abril se dispuso a volver a la cama y continuar con su sueño, porque total, era sábado, y con la depresión que sentía, pensaba que la mejor cura sería dormir hasta que fuera la mañana del lunes.

* * *

-¿Qué eres tú?- se escuchó una voz de una niña pequeña, ¿Cinco? ¿Seis años? La apariencia de la pequeña indicaba una edad corta, una enorme inocencia en el rostro y un cabello ¿En llamas? Precisamente, su cabello, así como su vestido y ojos estaban en llamas, su piel era de un tono anaranjado y parecía que sostenía una bola de fuego en sus manos, pero no de manera amenazante, sino, como si fuera su juguete.

-¿Qué soy yo?- repitió la pregunta una voz diferente, un chico, un par de años mayor que la niña, de piel transparente y ojos muertos, flotaba a pocos centímetro del suelo —Un fantasma

-¿Fantasma? ¿Qué es un fantasma?

-Yo soy un fantasma

-¡Nena! ¡¿Dónde estás?!- se escuchó una voz de mujer adulta gritar, la pequeña se dio vuelta para ver de dónde provenía el grito, vio a su abuela entrando a la habitación, una habitación de fuego obviamente, cuando regresó la mirada, el chico fantasma ya no estaba.

-Nena ¿Qué haces aquí?- preguntó la mujer, que sea veía a simple vista, era de edad avanzada.

-Abuela, ¿Qué es un fantasma?

-¿Fantasma? ¿De dónde has sacado palabra tan rara?

-Un fantasma vino

-¿A sí? Fue tu imaginación, querida, no existe tal cosa, jamás escuché hablar de ellos, ahora ven, tu hermana te está esperando

* * *

En el sueño de Abril surgió otro escenario, muy diferente al anterior y sin embargo, ya conocido para ella.

Una ciudad casi humana, de no ser por la oscuridad que reinaba en todo el lugar, lleno de sombras que pasaban por las grandes calles y miraban ese hermoso y oscuro cielo.

Desde los ojos de Abril, ella se dirigía a una casa muy bien cuidada y con un precioso jardín lleno de flores negras y tonalidades muy oscuras de morado.

Se abrió la puerta e inmediatamente una niña corrió hasta la sombra que acababa de llegar, y con un brinco muy ágil, llegó hasta la altura de la otra sombra y se sostuvo de su cuello.

-¡Te extrañé!- dijo la pequeña, que parecía haber salido de una película de terror, o bien, ser aquella niña llamada Morticia en la película de Los Locos Adams...

-Si solo salí unos minutos- se excusó una voz masculina, que ahora sostenía en brazos a la pequeña sombra para evitar que callera al suelo.

-Pues pareció una eternidad

-Lo siento, pero tengo que comprar la comida

-¿Comida? ¡Muero de hambre!

-Pues que bien, solo tengo que prepararla

-¿Tardarás mucho?

-Tal vez, es un guisado, ¿Me ayudas?

La pequeña asintió, lo que provocó que su flequillo, que ya lo tenía algo largo, le cayera por la frente y le cubriera la mitad de los ojos, en ese instante la niña parecía aún más tierna.

Caminaron hasta la cocina, la casa no era muy grande en realidad, con un par de pasos ya se encontraban en la entrada de esta. La pequeña corrió hasta la estufa y se preparó para encenderla cuando escuchó la voz de la otra sombra, que habría el grifo y mojaba sus tenebrosas manos.

-Primero, has el favor de lavarte las manos, Faleen

-Claro, Lancelot- contestó la niña mientras se acercaba a su hermano y se lavaba las manos para luego poder comenzar a cocinar.

* * *

Abril despertó de un sobresalto, en todo el tiempo que había estado teniendo sus sueños jamás había escuchado algún nombre, de suerte identificaba la dimensión, pero ahora que el nombre de su sombra contrincante se había escuchado, ella se encontraba con un enorme miedo inundándole el alma.

La chica humana apenas podía respirar, se sentía asfixiada, como si le estuviera dando un ataque de pánico, rápidamente se puso a respirar tan profundamente como pudo, y contó cada respiración —Una, dos, tres- ese truco no siempre le funcionaba, pero la ayudaba a seguir respirando —Quince, dieciséis, diecisiete- nada, es más, sentía que cada vez inhalaba menos aire y que en cualquier momento se desmayaría —Treinta, treinta y uno, treinta y dos-

Dos golpes sonaron desde el otro lado de la puerta.

-Abril, ¿Te encuentras bien?- se escuchó gritar a Anastasia, que había escuchado a su hija gritar unos minutos antes -¿Abril?-

-E... estoy... bien- tartamudeo un poco ella, sintiendo el aire correr por sus pulmones y sintiéndose mejor.

-Está bien... ¿No quieres bajar a comer? No has comido nada en todo el día, y ya es tarde

-Bajo en unos minutos

Y así fue, siete minutos más tarde, Abril se encontraba entrando a la cocina, dispuesta a comer algo y volver a acostarse, pero no se sentía capaz de volver a dormir, recordar su mala experiencia en los juegos el año pasado y su batalla con la sombra le helaba la sangre, luego se puso a pensar en sus sueños, Lancelot había aparecido con una niña pequeña, muy probablemente su hermana, una hermana que posiblemente en ese momento se encontraría sola y sin su hermano.

Abril comenzó a sentir una terrible culpa, pues por ella, la pequeña nunca volvería a ver a su hermano, pero no podía hacer nada ya, pues como le dijo a Marcie justo después de que la escogieran como representante de la dimensión humana, el "hubiera" no existe, solo existe el ahora y nada más.

-Abril, ¿Sucede algo? Estás muy pensativa- Anastasia la sacó de sus pensamientos con tal facilidad que Abril tuvo que voltearse a verla antes de saber qué decir.

-Estoy bien

-Te he visto muy rara últimamente

-No es nada

-Pero si antes te veía sonreír todo el tiempo, ahora siempre tienes una cara muy seria, no quieres hablar, te la pasas encerrada todo el día en tu cuarto, creo que...

-¡Mamá! ¡Ya basta, he dicho que estoy bien, solo estoy algo pensativa, ahora solo olvídalo!- la forma en que ella contestó sonó algo demandante, como si todo lo que pidiese se tuviera que realizar.

Abril, voz de inocentes [Crónicas de Abril #2]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن