Capítulo 45: Planeta Khalaris.

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Los altos sueldos incitaban a muchos tzargarianos intentar arriesgarse al frío planeta para mejorar su calidad de vida. Llegaron científicos tejniks, comerciantes ezrahin, después algunos gobiernos trajeron sus colonias penales donde los delincuentes y parias pagaban sus fechorías con trabajo en duras condiciones. También llegaron oportunistas y cazadores de fortunas buscando una mejor calidad de vida. Se atrajo la migración de diversa mano de obra minera de las distintas castas al planeta. Hasta los kohanitas establecieron centros religiosos y se vieron algunos prelados trabajando en las explotaciones mineras de forma secular.

En algunas zonas la autoridad civil se impuso, pero como la ley de más fuerte, la única zona donde estaba un aparente gobierno con estado de derecho estable, era en el «Dominio Aleshiano», más tarde conocido como: Condado de Nueva Aleshia. Las otros dominios después de un conflicto de mafias sindicales, lo gobernaban, representantes o gobernadores designados por sus diversos gobiernos, pero en realidad, lo dirigían  corporaciones empresariales que contaban con su propia seguridad privada, conformada por tzarings retirados o miembros de otras castas prestados para la seguridad. el Dominio Koraliano, era prácticamente la hacienda privada de Ramiz; en el dominio Zenobiano, una corporación concesionaria; y en el Dominio Frondano, una gobernación electa por las élites financieras, pero sujeta al gobierno de Fronda.

En el dominio aleshiano, conocido como Condado de Nueva Aleshia, ejercía el poder el Conde Amasías, un hombre que aparenta  cincuenta  y tantos años, delgado y de caminar finamente erguido, de estilo refinado, culto a pesar de ser de una humilde familia de origen tzaring de rango bajo, desarrolló habilidades por los buenos gustos y una exigente obsesión por el orden de las cosas, le gustaba la perfección y la puntualidad como buen militar, por lo cual era alguien muy exigente en su trabajo, destacado en el conocimiento de las armas. Fue nombrado conde por el Rey Mija hace unos años atrás para imponer la disciplina real en el dominio aleshiano ante una pequeña revuelta que ocurrió por la desidia de un representante de la corona anterior, durante la pasada «guerra de los sindicatos».

El descenso se realizó sin ningún problema, el capitán Uziel Ahías era experto en ello.

─Llegamos, ¡a salvo! ─suspiró el capitán.

─Felicitaciones capitán por traernos vivo.

─Solo es mi deber Alteza Real.

─Lo sé, pero siempre será una labor para expertos. ─alabó el Príncipe al Capitán.

La nave aterrizó en un campo abierto, pero el séquito al bajar,  camina por un pasillo hermético hacía un gigantesco edificio sellado de las inclemencias climáticas del planeta. Era mediodía, el distante Araah se veía más pequeño que en Tzargaria, hacía una fría ventisca que silbaba fuerte en el ambiente.

Una parada militar estaba esperando al Príncipe, unos mil hombres de la casta tzaring, parados correctamente en el lugar, se dividían en bloques de cien, quinientos a la derecha y los otros quinientos a la izquierda, a medida que Vhalir caminaba, ellos en perfecta formación apuntaban sus armas hacia arriba y las cerraban en correcta sincronía. A la mitad estaba esperando como dictaba la formalidad, el Conde Amasías, acompañado de su esposa, Maya iba caminando un poco detrás de Vhalir, algo abrumada por la ceremonia, por un momento se puso nostálgica en su mente que algo así le hubiesen hecho a su padre si no lo hubiesen asesinado.

─Alteza Real, sea bienvenido de nuevo al frío de Khalaris, le esperábamos desde hace tiempo. ─saludó con su acento refinado, pausado y con una elegante voz, el Conde que sostenía en su mano un pequeño cetro de mando que no dejaba de maniobrar cuando caminaba.

─Conde Amasías tanto tiempo, hace dos años que no vengo hacia este lugar.

─Y muy breve su visita anterior Alteza. Con lo del infarto del Rey, recuerdo que partió de inmediato.

Crónicas Tzargarianas I: El Albor de un ImperioWhere stories live. Discover now