ONE PIECE.- UN INFIERNO DE PLUMAS ROJAS: HISTORIA DE COSQUILLAS

COSQUILLAS ONE PIECE: UN INFIERNO DE PLUMAS ROJAS

ACTO I: ESCAPE HACÍA LAS ISLAS KILITI

Nami y Nico Robin sonreían triunfantes mientras se alejaban con rapidez del barco de los piratas sombrero de paja en su pequeña embarcación. Aunque ya estaban bastante lejos de sus amigos aún se podían escuchar los insultos y gruñidos del capitán Luffy a la distancia. Nami les sacaba la lengua juguetona al tiempo que Nico Robin solo se limitaba a leer un libro sin dejar de esbozar una sonrisa divertida por la forma en que consiguieron escapar de sus compañeros.

-Oh pobrecitos.....hehehehe ¿crees que se las arreglen sin nosotras?- Reía Nami sentándose junto a Nico y asomándose para ver lo que la pelinegra leía.

-Estarán bien por un tiempo sin nosotras...- respondió Nico sin apartar la vista de su libro y manteniendo aquella sonrisa hermosa por la que muchos piratas de East Blue perdían la razón.

-Es cierto- Señaló Nami. -Además, si no nos escapábamos jamás nos iban a dejar ir a aquel concurso de belleza en las islas de Kiliti Hehehehe, pero cuando yo gane el dinero y las joyas del premio a la más bonita seguramente me pedirán una parte- Nami se pasaba con coquetería los dedos por su brillante cabello naranja sin notar que Nico la miraba de soslayo formando una mueca de enojo por la ofensa que acaba de recibir.

- ¿Y que te hace estar tan segura que me ganarás a mí?- Cerró el libro indicando que estaba hablando muy seriamente. Nami contestó a aquellos enojados ojos azules con una mirada alegre. Solo para zanjar el conflicto añadió.

-Bueno, bueno.... Segura que una de las dos gana....- Comentó dándole una ligera caricia en la mejilla a la niña demonio que respondió al estímulo sobresaltándose por las cosquillas. Nico se sintió avergonzada por su reacción e intento restarle importancia al asunto continuando con su lectura para evitar que ella le diera otra de esas "caricias" que delataban lo cosquilluda que era.

Nami la miraba con cara de niña traviesa pues amaba ver como Nico reaccionaba a las cosquillas. En las largas tardes en altamar, rodeadas solamente de agua hasta donde se podía ver, solían pasar el tiempo haciendo todo tipo de juegos. Uno de los que más disfrutaban, pero no soportaban, era jugar a las cosquillas viendo quien podía aguantar más, pero ambas eran demasiado vulnerables a ello por lo que en cosa de segundos siempre terminaba rindiéndose alguna de las dos. "tal vez un día pueda torturarla sin que tenga opción a escaparse" Pensaba Nami tomando el timón de la pequeña embarcación en la que navegaban a las islas de Kiliti por el legendario premio a LA MUJER MAS BELLA DE EAST BLUE.

-Vale, ¡es hora de perder a esos tontos!. Solos jamás podrán encontrar las islas Kiliti e impedir que participemos en el concurso.- Nami aprovecho una de las corrientes del mar y movió tan a prisa que la embarcación de escape que, en cuestión de segundos, la tripulación de Luffy solo pudo ver un punto que se perdía veloz en el horizonte.

ACTO II: EL DESEMBARCO.

La existencia de las islas de Kiliti era parte de un amplio grueso de leyendas que se contaban los marineros donde yacían cientos de versiones según la persona a la que le preguntabas. Unos decían que era un paraíso de placer y erotismo, otros hablaban de torturas que desbordaban de sensualidad, otros decían que era un infierno de sufrimiento demencial y otros juraban que era un lugar de tecnología impensable. A Nami y a Nico Robin les gustaba más una extraña versión que sostenía que las islas de Kiliti eran como un gigantesco casino atestado de juegos de azar, de espectáculos y de tesoros legendarios.

Semanas atrás las aves mensajeras de Kiliti habían dejado una vistosa carta a cada una de las chicas de los mugiwara acompañadas de una invitación al concurso de belleza. Acompañaba a la misiva unas coordenadas específicas para encontrar la isla, fechas, hora y una vistosa pluma rojo brillante perteneciente a las mitológicas aves mensajeras de Kiliti. Nami recordaba perfectamente bien que cuando quiso tomar aquella hermosa pluma en la suave piel de sus manos femeninas la sensación que le provoco le hizo dar un respingo y soltarla como si la pluma hubiera alterado todo su sistema nervioso con solo aquel toque. Luego vio a aquella inmensa ave escarlata despegar en al aire hasta unirse en las nubes distantes con otra ave mensajera igual que salía del camerino de su compañera Nico Robin que, segundos antes ,había soltado un gritito ahogado. Ahí se dio cuenta que ella también había tocado una pluma como la que venía en su propia carta y que ambas habían sido invitadas al mismo concurso. La invitación venía con la advertencia de debían venir solas y, aunque parecía peligroso, pensaron comprobar por si mismas si las leyendas sobre las riquezas de Kiliti eran ciertas.