🍃 ; ❛❛Festival de la cosecha❜❜

Start from the beginning
                                    

—Quiero ese —le dijo al vendedor.

—Excelente elección, señorita. Va a juego con sus hermosos ojos

((🌿))

Zeniko corrió emocionada para reunirse con Tanjiro y Nezuo fuera de la finca, Shinobu y Giyū les acompañaban algo más alejados y a la distancia podía verse a Genya saludando con su mano junto al resto de pilares.

—¿Dónde está Inoko-chan? —Tanjiro inquirió a Zeniko y justo cuando esta iba a responder, la puerta de la casa principal se había abierto nuevamente e Inoko se aparecía junto a Aoi frente a ellos.

Inoko estaba casi irreconocible para todos. Los pantalones azules y las vendas que cubrían firmemente el abdomen de la chica habían sido reemplazados por una yukata celeste que se moldeaba perfectamente al cuerpo de ella y la cabeza de jabalí ya no se encontraba ocultando el rostro de Hashibira sino que ahora sus facciones femeninas deslumbraban al tener los mechones de pelo de enfrente recogidos hacia atrás con un kanzashi, despejando completamente el precioso rostro de la joven. Estaba realmente hermosa.

—¿Qué? —preguntó con la voz brusca a Tanjiro, que no había apartado su mirada de ella por un largo rato. Genya y los otros pilares ya estaban con ellos y observaban expectantes a ambos jóvenes que no podían apartar la mirada del otro.

—Te ves muy hermosa, Inoko-chan —la franqueza de Tanjiro fue como una bofetada para todos. Al menos se un poco más sutil con tus palabras, pensaba Zeniko.

Aoi empujó ligeramente a Inoko hacia Tanjiro cuando caminó hacia Kanao. Inoko trastabilló un poco con sus pies por tener la movilidad de las piernas reducida gracias a la yukata y además llevar unos zapatos que eran más altos a los que estaba acostumbrada. Pero afortunadamente Tanjiro la sujetó antes de que se estrellara contra el suelo y la ayudó a reincorporarse.

—¿Estás bien? —el rostro de Kamado estaba demasiado cerca.

—Sí —respondió. Tanjiro le ofreció su brazo para que se sujetara de él e Inoko apretó sus labios antes de enganchar su mano a este y comenzar a caminar detrás de los demás.

((🌿))

El festival había superado las expectativas de Inoko con honores. Se imaginaba unos puestos poco atractivos y aburridos, pero esa idea fue drásticamente pisoteada al ver los puestos de comida y juegos decorados con banderines de colores llamativos para los ojos curiosos de la salvaje cazadora de demonios. En cada puesto de juegos podía ganar un premio, había un grupo de personas que desfilaba con mascaras de animales mientras tocaban instrumentos y llenaban el lugar con su agradable música, los locales de comida estaban repletos de bocadillos que Hashibira nunca había probado o escuchado y lo que más emocionó a la muchacha fue la competencia de comida que comenzaría a llevarse a cabo dentro de poco y a la que arrastró a Tanjiro con ella.

—Bienvenido, ¿quieres inscribirte? —una mujer adulta se dirigió inmediatamente a Tanjiro cuando se hubieron acercado a la mesa de inscripción, pero Kamado indicó con su índice a la chica que se hallaba sujetando su brazo con fuerza y que tenía en el rostro una poderosa determinación—. Claro, todos pueden participar —se disculpó silenciosamente con una sonrisa y le indicó a Inoko cual sería su lugar en el escenario.

—Oye —a su lado había un hombre musculoso con una cara poco agradable que se le acercó al rostro para hablarle. Su aliento apesta, pensó Inoko—. Sera mejor que te retires. No creo que una princesa como tú pueda ganar esto

—Mi nombre no es princesa, pedazo de mierda —el rostro que antes era dulce se había ensombrecido con un abrumador coraje que se reflejaba en los ojos verdes como un fuego ansioso de darle su merecido a aquel charlatán—. ¡Soy Inoko Hashibira, recuerda ese nombre cuando sea proclamado como la que te pateó el trasero, imbécil!

Inoko nunca faltaba a su palabra y tal como le había dicho a ese hombre ganó la competencia y se llevó como premio un año de comida gratis en el restaurante que había organizado la competencia. Tanjiro la felicitó y la llevó a jugar algunos juegos para seguir divirtiéndose. Era sorprendente que Inoko, aunque no conocía ninguno de esos juegos al vivir gran parte de su vida en una montaña aislada de la sociedad, ganara todos los juegos y cada premio se lo regalaba a Tanjiro. Peluches, comida, cajas musicales y un pez dorado acompañaban al muchacho de hebras burdeas que agradecía con una amplia sonrisa los obsequios de Inoko.

—Busquemos un buen sitio para ver los fuegos artificiales —Tanjiro guardó sus regalos en una bolsa de papel y comenzó a guiar a Inoko entre la masa de personas que se movía hacia las colinas para ver el espectáculo.

Tanjiro llevó a Inoko hasta la cima de una colina, ahí tenia una vista perfecta y podían estar tranquilos sin el bullicio de las personas. A Inoko le sudaban las manos mientras escuchaba a Tanjiro hablar sobre la ultima vez que vio fuegos artificiales, antes de perder a su familia y convertirse en un cazador de demonios, cuando tenia la vida normal de un niño que vendía carbón y descansaba sin la preocupación de ser acechado por bestias sedientas de sangre. Hashibira percibe la melancolía en las palabras de Kamado y sigilosamente coloca su mano sobre la del otro apretando sin demasiada fuerza, pero lo suficiente para hacerle ver a Tanjiro que esta ahí con él, escuchando y dispuesta a apoyarlo.

El primer estallido en el cielo ilumina los rostros de ambos jóvenes de un rojo intenso. Inoko se halla enmudecida por los colores que tiñen el cielo obscurecido y se van desvaneciendo poco a poco antes de volver con mas intensidad en una nueva explosión. Casi por inercia Hashibira dirige una mano a su cabello en busca del adorno que sujeta sus mechones, no obstante solo enreda sus dedos con su propio cabello y recién puede percatarse de que ha perdido el kanzashi.

—¿Qué ocurre?

—Mi adorno... —murmura. Busca a su alrededor con la esperanza de que se haya caído al momento de sentarse, pero no puede ver con claridad por la falta de luz.

—Tranquila, podemos conseguir otro abajo

—No, no entiendes —masculló. Tanjiro ladea su cabeza confundido—. Tenia que darte mi adorno para...para algo

Inoko sigue buscando entre su ropa para verificar que el kanzashi no haya caído dentro, pero Tanjiro toma una de sus manos para llamar su atención y que lo mire a los ojos.

—¿Por qué no solo lo dices, Inoko-chan? —la sonrisa en su rostro le provoca a Inoko un sonrojo en las mejillas.

La muchacha tuerce los labios y traga saliva, pareciera que las palabras se han quedado atascadas en su garganta. Desvía su mirada otro lado, planeando silenciosamente su huida en la que podría golpear a Tanjiro en la cara para despistarlo y correr hacia el bosque para perderse algunos días antes de volver a la finca, pero Kamado acaricia su mano y de inmediato Inoko cruza su mirada jade con la del contrario. Los irises se asemejan al color del vino y parecen brillar tanto como las estrellas que deslumbran en el cielo de aquella noche. Lentamente las manos de ambos se entrelazan e Inoko decide afrontar el miedo que crece en su interior de ser posiblemente rechazada y toma aire antes de hablar.

—Me gustas...yo...te quiero, Tanjiro —la risa suave de Kamado hace que Inoko frunza su entrecejo—. ¿¡Te estás burlando de mi, idiota!?

—No, no, lo siento —el muchacho tapa con su mano su boca y respira profundo antes de volver a hablar—. Es solo que es la primera vez que pronuncias bien mi nombre —antes de que Inoko pudiese responder, Tanjiro besa su mejilla y acaricia con su pulgar la mejilla ajena—. Yo también te quiero, Inoko-chan

One-shots y drabbles InotanWhere stories live. Discover now