Capítulo 1 (Parte 2)

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Despúes de más lágrimas y mensajes bonitos, pero tristes de despedida, entré a mi cuarto. Lo primero que hize fue mirar la estantería de libros. Saqué algunos que ni recordaba que tenía, y comenzé a leer algunas sipnósis, todas eran geniales, bueno esque a mí me encantaba cualquier libro que llevara amor, pero bueno, eso era caso aparte. Al lado de la estantería se encontraba mi gran cama, era la más cómoda que conocía a si que me tumbé, bueno por eso, y porque tenía un sueño que me podía quedar durmiendo de pie. Miré hacía todos los lados, las paredes seguían rositas y los cuadros y postérs seguían intactos, paré mi exploración para fijarme en el álbum de fotos que había encima del escritorio, supongo me mamá había estado ojeándolo. Me levanté y lo abrí.

La primera foto era de mis padres y yo una vez que fuimos de excursión por el bosque, me acuerdo que ese día como si hubiera sido ayer, mi padre se cayó de culo y estuvimos riéndonos durante todo el camino de vuelta.Y no era para menos, porque la caída fue un poco absurda. Son esos pequeños detalles los que hacen que el día sea inolvidable. Pasé de foto y la siguiente me sorprendió, hacía tanto tiempo de aquello, que se me había olvidado que existía esa foto. Salíamos Alex, lucía, Karina y yo hace 5 años, la verdad esque habíamos mejorado con el tiempo, sobre todo yo, que la pubertad no le sentó muy bien a mi cara y se llenó de granos. Tardaron en irse porque yo no podía evitar pellizcarmelos e intentar explotarlos, era lo mejor aunque luego me hacía heridas. Bueno volvamos a la foto. Eramos los mejores amigos desde parbulitos y a pesar de todas las circunstáncias aún lo seguíamos siendo. No había semana en que no hablara con ninguno de ellos, aunque fuera para hablar de tonterías o de cosas sin sentido. No les había avisado de que vendría hoy, a si que pensé en ir a darles una sorpresa después de la comida.

Una de las muchísimas cosas que había extrañado de mi madre era su comida. Hoy habíamos cocinado espaguetis con una salsa especial. Me comí como dos platos y aún seguía teniendo hambre. ¿Eso es normal, no? Quería pensar que sí.

Después de la comida subí a mi habitación. Tardé en terminar de colocar todas mis maletas como dos horas, la verdad, tenía bastante ropa, y zapatos, y bolsos... Amaba ir a la moda como amaba ir de compras. ¿A que chica no le gustaba verse bien?

Bajé por las ruidosas escaleras de madera y mi como mi madre dormía. La veía rara, tanto que me daba la sensación que no quería que yo estuviera aquí, descarté esa idea de mi cabeza. Habían pasado 3 años. ¿Por qué no querría tenerme de vuelta? Decidí no despertarla y dejarle una nota diciendo que me iría a ver a los chicos. Por fin.

Cogí mis llaves y me miré en el espejillo de la entrada, había optado por unos jeans azules y una camiseta básica blanca, combinada con un gran collar corto; mi pelo, ondulado a ratos, me caía hasta la mitad de mi espalda. Siempre lo había llevado corto, pero hize el esfuerzo de cambiarlo y dejar que creciera. Hoy era uno de los muchos días en que decidí no maquillarme, solo me puse una base, para que no pareciera un zombi andante.

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Llevaba ya caminando unos minutos cuando una sensación extraña me invadió. Podía notar como alguien me observaba, no sabía como pero lo intuía. Discretamente giré mi cuello para descubrir quien podía ser, miré hacia todos los lados y nada. Me encontraba yo sola en medio de la plaza, la verdad era raro. Miré la hora en el móvil; Las cuatro de la tarde. Ahora todo tenía más sentido, la gente estaría durmiendo la siesta o simplemente en sus casas, y es que a pesar de ser Septiembre el Sol picaba como si fuera junio.

Caminé más y ya me estaban empezando a doler las piernas, no recordaba que las pistas de fútbol en las que entrenaba Álex estuvieran tan lejos. Maldije por lo bajo. Debido al aburrimiendo comenzé a tararear la nueva canción de Melendi ´Tocado y Hundido'.Me paré en una acera sin parar de cantar en voz alta, hasta que el semáforo se pusiera en rojo no pasaría, valía más la pena perder un minuto de mi vida, que mi vida en un minuto.

Mi voz se detuvo cuando mis ojos vieron a alguien enfrente de mí, estaba a pocos metros, pero aún así podía verle con claridad. Me fijé en él al completo: alto, musculatura no muy fuerte pero sí lo suficiente, delgado... Le intenté mirar la cara, pero no pude ya que iba tapado con la capucha de su chaqueta negra. Miré hacia abajo para que no pensara que era una loca acosadora mirona. Pero solo pasaron unos segundos y mis ojos ya estaban de vuelta en él. Mi corazón se aceleró cuando su cabeza subió y sus ojos se posaron en mí, tenía una expresión muy seria, parecia enfadado... Pero, ¿Porqué me miraba así?. No me gustaba que me intimidaran, bueno supongo que a nadie que le gustaba, pero lo mío era increíble, odiaba sonrojarme y más por una tontería, pero lo hize. Bajé la cabeza bruscamente para que no lo notara.

Durante los próximos segundos intenté no pensar en la mirada que me estaría echando el chico de enfrente, pero no pude. La tardanza del semáforo y todos los coches acelerados que no paraban de pasar empezaba a ponerme nerviosa. Pulsé el botón que había al lado del semáforo por si este tardaba en ponerse en verde, pero estaría roto porque no tuve el honor de presenciar ningún cambio. Volví a mirar al desconocido de enfrente. Seguía mirándome descarádamente, pero esta vez no sería yo quien quitara la mirada primero, eso era de débiles y yo no era una. A si que comenzó un intimidamiento mutuo, me costaba un mundo no quitar la mirada, no porque fuera muy feo ni nada, porque hay que reconocer que el chával era muy guapo, és más guapísimo. Sino porque su mirada me transmitía algo no muy bueno, no sabría explicarlo con claridad... Me transmitía miedo. Descarté la idea de que fuera una asesino, no podía tener tanta mala suerte.

Fue el sonido de una mujer gritando el que detuvo la intimidación. Sorprendida me giré hacia atrás para poder averiguar que le estaba pasando, pegué un débil grito cuando pasó un carrito con un bebé en frente de mí. Mi estómago se descompuso cuando me di cuenta de que se dirigía hacia la carretera y yo por desgracia no había podido detenerlo. Al ser cuesta abajo ya había cogido velocidad por lo que iba derecho a la muerte.

-¡Por favor! ¡Por favor detenlo!- Gritó la madre a lo lejos al ver que ella ya no podía hacer nada para salvarlo.

Decidí actuar. Todo lo que había a mi alrededor desapareció solo me concentré en el bebé y en los coches que pasaban a toda velocidad. Mis piernas empezaron a correr como si no hubiera un mañana. Tenía menos de tres segundos para evitar que el coche matara a el bebé y que después no me matara a mí, maldije al semáforo por estar roto y no ponerse en verde. Entonces alcanzé a el carrito y coloqué mis brazos en el manillar, seguido de esto lo empujé con todas mis fuerzas hacia el otro lado de la acera, hacia donde estaba el chico misterioso, que por cierto había desaparecido. Oí como varios coches me pitaban para que me quitara de en medio. Pero yo no podía, me había resbalado y me había quedado allí, en medio de la carretera. Ya era demasiado tarde, no me daba tiempo a levantarme y a salir de allí pitando, los coches me alcanzarían sí o sí. Cerré los ojos y los apreté fuerte, creyendo que así el dolor que sentiría sería menos. La gente decía que cuando estabas a punto de morir la vida que habías vivido se te pasaba por los ojos, y recordarías cada recuerdo, malo o bueno. Pero eso no era cierto, yo en lo único que podía pensar era en que en cierto modo iba a morir por un resbalón. Si mi torpeza no estuviera presente en todo momento, nada de esto estuviera pasando.

Pero la muerte nunca llegó. Noté como unos fuertes y grandes brazos me sujetaban la cadera, elevándome hasta el punto de no tocar el suelo con los pies. Pegué un pequeño grito debido a el susto y me aferré a esos brazos. No sabía quien era, ya que lo tenía detrás de mí. Salimos de enmedio de la carretera, tan rápido que me entraron ganas de vomitar. Volví a tocar el suelo con mis pies y solté todo el aire acumulado. Me costaba mucho respirar y tenía miedo, miedo de que el corazón se me saliera del pecho.

Entonces fue cuando pude ver el rostro del desconocido.

Holaa bichill@s¡¡ Oh dios mio¡ ¿Quié creeis que será el salvador? Ya os lo imagináis ehh... Madre mia, pobre Eli, primer día y mira lo que le pasa...

Buenooo espero que os haya gustado el capítulo 1, lo he dividido en dos partes porque si no se iba a hacer muy laargo... 

No olvideis que con vuestros votos y comentarios me inspiráis en escribir más y mejorr¡¡ Graciias

XOXOXO <3

INCIERTOWhere stories live. Discover now