Rocío aprieta la mandíbula con tanta fuerza que piensa que puede llegar a partirse un diente. Frunce el ceño concentrándose en un punto determinado del suelo y las aletas de su nariz se hinchan justo cuando una raíz sale a la superficie. Miguel, distraído como camina, no se fija en la nueva protuberancia y cae al suelo sin poder evitarlo.

-¡Joder!- Desde su lugar, la bruja escucha cómo chasquea la lengua. El hombre se levanta sacudiéndose el pantalón y, al ver qué es lo que le ha hecho tropezar, mira a su exmujer con rabia.- Eres una infantil, Rocío.

-¡Y tú un puto impresentable!- Grita esta antes de cerrar con un portazo. Al darse la vuelta, se encuentra con una Nerea que mira la escena en silencio, ya acostumbrada a las discusiones de sus padres.

-¿Po qué se va papá?- La pregunta de los dos anteriores domingos.

-Porque papá ya no vive aquí, cariño.- Le repite una vez más.

-¿Y po qué?

-Nere,- Corta sus interminables dudas.- ¿qué te parecería que a partir de ahora nos quedáramos tú y yo juntas también los fines de semana?- Sabe que no va a entender la situación, pero no le importa. Necesita escuchar de su boca que está haciendo lo correcto.

-¡Ben! ¿Vamo a jubá?

-Sí. Hoy ya no, pero tú y yo vamos a jugar todos los días.- Dice exagerando el "todos". Nerea sonríe ampliamente y se tira al cuello de Rocío. Esta responde al abrazo con gusto, pero le invaden unas ganas de llorar increíbles.- Venga, anda. Vamos a darnos un baño. Vete quitándote la ropa.

-Vale, mami.- En cuanto Nerea se va dirección al cuarto de baño, Rocío vuelve al salón a por su móvil. Ve los dos mensajes que le ha dejado en leído a Alba y decide responderle por mensaje de voz para acabar antes.

-Alba, siento no haberte contestado antes. Es que ha venido Miguel con la niña y...- Resopla mientras camina hacia el baño.- Cuando la acueste te llamo y te cuento. Pero bueno, que no tengas miedo por lo de mañana, que seguro que te va genial.- Lo envía y posa el móvil en el taquillón que está en mitad del pasillo. Se para unos segundos y se lleva la manos a la cara.- Hijo de puta...- Susurra apretando los dientes. Se frota los ojos para evitar que se le escape alguna lágrima. No puede permitirse llorar. No ahora, no delante de Nerea.

Da los últimos pasos hasta el baño y se encuentra a su hija forcejeando con el vestido. Sin poder controlarlo, se le escapa una carcajada que hace que la pequeña rubia mire hacia ella.

-Mami, no pedo.

-Ya veo, ya.- Se agacha frente a ella y le saca la prenda por la cabeza.- Sigue tú, mi amor.- Nerea obedece. Rocío aprovecha para poner el tapón en la bañera y abrir el agua caliente mezclándola con un poco de la fría. Cuando se llena lo suficiente, coge a su hija y la mete dentro.- ¿Está caliente?

-No.

-¿Y fría?

-No.

Ante el visto bueno, la bruja procede a mojarle el pelo sin miedo. La enjabona hasta tres veces para quitarle toda la suciedad que pueda tener de esos dos días. Cuando le está aclarando el pelo por última vez, Nerea se pronuncia después de haberse pasado todo el baño en silencio.

-Mami, teno hambe.

-Pero, ¿papá no te dio de cenar?- La niña la mira y niega con la cabeza. A Rocío se le cae el mundo a los pies. ¿Con qué clase de persona ha estado casada?- ¿Y de merendar?

-Sí.- Suspira aliviada, aunque no por mucho tiempo.

-¿Y qué te dio?

-Etas.- Al escucharla, piensa en el día que conocieron a Alba y Aitana. Su cabeza lleva bastantes días en Ibiza y, aunque le asusta sentir cosas de adolescente, no le desagrada. Pronto deja de pensar en la alicantina, al caer en una cosa.

ibiza ; albocíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora