Venganza.

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Otro hermoso trabajo, créditos a su creador 😍

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Aranite era un lugar próspero, ajeno al tacto del acero y la guerra.

Pero como todo lugar lleno de luz y vida, la oscuridad se hizo presente.

Justo como él quería.

 Caminaba por las mismas calles que transitó de niño.

Antes, con inocencia y pureza.

Ahora, la venganza y la sed de sangre era su motivador.

Los alaridos de dolor eran música para sus oídos.

Sus habitantes no eran soldados, suplicaron por piedad cuando se abrió paso por el pueblo. Pero pronto sus cuerpos, terminaron llenando las calles. Largos ríos de sangre corrieron libremente.

El sólo comía lo necesario, pero esta vez era diferente.

Desde que se transformó jamás había disfrutado una cacería con tanta emoción y gozo.

Ver el terror grabado en los rostros de cada uno que se atrevió a separarlos, a disfrutar de su sufrimiento por avaricia y envidia era tan placentero.

Lo admitía, hasta era excitante.


—¡Alejate, monstruo!. —Su cuerpo ni se movió al recibir el disparo que atravesó su cuerpo.


—¿Monstruo?. —Dejo caer sin cuidado el cuerpo de esa mujer.—¿Quién hizo que un joven de 16 años viera como sus padres eran quemados vivos, quiénes torturaron y condenaron a muerte a un inocente, sólo por amar incondicional?


—¡Era una bestia!. —Tropezó cuando en un parpadeo lo tuvo de frente. —¡Tú y tu familia están maldit— 


Arrancó aquel inútil órgano de su pecho. Le observó curioso, era ilógico que latiera en un ser tan podrido como ése.

—Te equivocas. —Le sonrió al hombre mientras caía al suelo, en vano tratando de tapar el agujero de su pecho. —Los verdaderos monstruos son ustedes, esto es sólo piedad. Limpio al mundo de escoria como ustedes.

Arrojó ese trozo de carne a las llamas. Éstas crecían ávidamente por todo el pueblo, dejando un rastro rojo y naranja.

El olor de la carne, la madera crispando consumiendo todo a su paso era un espectáculo digno de observar.

Giró notando el filo de un hacha frente a su rostro.

Su cabeza rodó en el suelo manchándose de sangre y tierra, grabada una horripilante mueca de horror.


—Hablando de perder la cabeza en el momento menos oportuno. —Soltó una carcajada. —¿Ya estas mejor Beloved?


Un gruñido fue su respuesta. Su rubio salió de las sombras.

Le miró con reproche. Antes de comenzar, se había asegurado de alimentar a su pareja adecuadamente.

Aunque le dijo que repusiera sus fuerzas no dudó en seguirlo.

No podía imaginar el sufrimiento que su amado tuvo que pasar. 

La idea de que quisiera terminar con su existencia era tan doloroso.

Si se hubiera demorado un poco más...

Sonrió con ternura al sentir su húmeda lengua en su mejilla, limpiando aquella traicionera lágrima.


—Estoy bien tonto. —Rió al sentir como lo olfateaba asegurándose que no estuviera herido. —Contigo a mi lado nada puede hacerme daño.


Tal como él hizo, su rubio le alimentó de sus garras, la sangre de esa escoria no era precisamente dulce, pero de la mano de su amado era un mejor trago.

Observaron a lo lejos como todo era consumido en cenizas. Eso era lo que se merecían. Nadie jamás los recordaría. 

Sólo la luna quedaría como testigo de aquella carnicería, pero como el resto, al día siguiente y los años venideros, a nadie le importaría si hubo alguien en esas tierras.

—Es hora de irnos a casa.

Mordida SempiternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora